En el abultado manual de resistencia del Atlético de Madrid siempre hay un par de hojas reservadas para días como este, uno donde la parroquia colchonera puede respirar finalmente tranquila y disfruta de las mieles de la victoria. En un Wanda Metropolitano desangelado, solo abierto para familiares y algún que otro personaje público y político, el equipo madrileño celebró su undécima Liga. Pese a la ausencia de público, los cánticos lejanos, los petardos y las hélices de los helicópteros se filtraban al interior del estadio mientras el deseado trofeo se posaba finalmente sobre el césped.
No ocurrió una catástrofe, ni se cayó el Wanda ni un rayo partió por la mitad el trofeo, pese a que una tormenta se posó en la zona antes del acto. El viento sopla a favor del Atleti, gigante campeón. Koke levantó la copa al fin y la fiesta se descorchó. Confeti, críos corriendo y miradas al aire. Del himno se pasó rápidamente al ‘Thunderstruck’ mientras los aficionados, separados por la gigante estructura de sus héroes, afinaban el oído en busca de un recuerdo. La masa rojiblanca es nómada, porque viaja ida y vuelta de Valladolid a Madrid para estar presente. Aunque eso signifique no ver, pero sí sentir.
Tras las fotos protocolarias, toda la plantilla pasó revista con las autoridades. Simeone y Almeida estuvieron especialmente efusivos en su breve charla. Este último incluso botó en el sitio con el «campeones». Ayuso, madridista, empezó su discurso con un «Aúpa Atleti» y acabó con la camiseta rojiblanca puesta. Todos ellos, incluido Cerezo, dedicaron sus primeras palabras al joven Saúl, el aficionado de 14 años que murió el sábado durante las celebraciones en un fatal accidente en la entrada de un aparcamiento de la plaza Santa Ana. El presidente explicó que Koke, además de colocarle una bufanda a Neptuno, también le puso un brazalete negro por el trágico suceso.
El acto fue íntimo. Los jugadores, al fin, pudieron disfrutar de algo de paz tras una temporada «dura», la palabra más repetida. No hubo excesos porque es cierto que sin hinchas a los que deleitar, el deporte tiene menos de lo que presumir. Al fin del acto, un breve «campeones» se escuchó desde las entrañas del estadio. Una palabra que cuando el Atlético eche la vista atrás, le recordará a 2021, un año donde todo cambió pero él no lo hizo. «Una manera diferente de ver la vida» fue el eslogan de la celebración. «E inalterable», les faltó añadir.