Europa puede quitarse de los hidrocarburos rusos a través de un acelerón caro pero necesario de las energías renovables. Esa es la base del plan de la Comisión Europea, bautizado como RePowerEU y presentado este miércoles.
El brazo ejecutivo de la Unión Europea intenta poner en conjunto propuestas nuevas y otras recicladas para dar forma a un plan coherente que permita que Europa deje de depender de Rusia, y no solo de Rusia, para calentarse y hacer funcionar su industria.
Bruselas prometió al inicio de la guerra que la Unión Europea reduciría este año en un 65% sus importaciones de hidrocarburos rusos y que no importaría ni una gota en 2027. Este plan busca dar forma a esa promesa.
El proyecto, cifrado en casi 200.000 millones de euros, pero que debería permitir ahorrar 92.000 millones de euros al año al reducir las importaciones de hidrocarburos, asegura que busca “reducir rápidamente la dependencia europea de las energías fósiles rusas.
¿Cómo? Acelerando la transición verde y uniendo fuerzas para poner en marcha un sistema eléctrico más resiliente y una verdadera Europa de la Energía”.
Bruselas cree haber encontrado de dónde saldría el dinero. Una parte se obtendría subastando cuotas de emisiones de carbono (ETS: el dinero que las empresas contaminantes deben pagar para poder producir ) y la otra parte desviando una parte de los fondos originalmente destinados a la política agrícola común, que ahora mismo se come casi un tercio de los presupuestos de la UE.
El plan busca en la práctica matar tres pájaros de un tiro:
La dependencia europea de los hidrocarburos rusos.
Los elevados precios de la energía.
Las emisiones contaminantes
La Comisión salió este miércoles en tromba. A un discurso de su presidenta Úrsula Von der Leyen y conferencias de prensa de varios comisarios se unen una larga lista de unos 15 documentos, propuestas de cambios legislativos e informes con el punto de mira puesto a su vez en tres bloques de medidas:
Ahorro energético
Dopaje masivo de las renovables
Diversificación de importaciones
El segundo punto es de los que trae material nuevo. Bruselas quiere que el 45% de la energía que consuma la Unión Europea en 2030, dentro de menos de 8 años, sea de origen renovable. Hasta ahora era un 40%. El Parlamento Europeo quiere que sea un 55%. Hoy es un 22%. 45% de renovables significa tener instalados 1.236 Gwh en 2030 cuando ahora mismo hay 511 Gwh.
Algunos territorios europeos y sobre todo algunos países tienen problemas para instalar masivamente paneles solares y molinos por las reticencias de la población.
La Comisión prevé definir, de forma coordinada con los gobiernos, un mapa europeo de los terrenos que se destinarían a corto, medio o largo plazo a la instalación de energías renovables. En esos terrenos se deberían otorgar permisos de instalación de forma rápida sin pasar por estudios de impacto medioambiental.
Quiere también poner en marcha un plan para disparar la fotovoltaica hasta tener instalados 500 Gwh para 2028 (300 Gwh más que ahora), incluyendo la instalación obligatoria de paneles solares a partir de 2026 en todos los nuevos edificios de más de 250 metros cuadrados de terreno y en todas las construcciones, independientemente de su uso y superficie, a partir de 2030.
Para eso espera fomentar la industria fotovoltaica europea y reducir la dependencia que Europa tiene hoy de los paneles solares chinos.
El ahorro y la eficiencia energética se harían reforzando las obligaciones que ya impone la Directiva Europea de Eficiencia Energética.
La parte de ahorro es importante. Bruselas cree que la Unión Europea puede reducir su consumo energético total un 13% de aquí a 2030. Esa directiva lo fijaba hasta ahora en un 9%. También propone un “plan de ahorro de energías” que pretende reducir la demanda energética en un 5% a corto plazo.
El tercer bloque de medidas es la diversificación de importaciones. Para dejar de comprar hidrocarburos rusos hay que buscar otros proveedores al menos a corto plazo mientras se refuerzan las renovables.
Bruselas quiere inversiones en interconexiones, en capacidad regasificadora y en infraestructuras energéticas en general. Quiere que la Unión Europea apruebe una “estrategia energética internacional” y una especialmente dedicada a los países del Golfo Pérsico.
La Comisión Europea entiende la necesidad de aumentar la capacidad regasificadora (Alemania hasta ahora no tenía ninguna planta para regasificar gas licuado importado en metaneros), pero teme que la construcción de infraestructuras creen una nueva dependencia y no quiere grandes gastos que tarden décadas en amortizarse porque el plan a largo plazo es dejar de importar gas.
La solución que Bruselas ve con mejores ojos es la utilización de metaneros regasificadores flotantes, como ya usan los bálticos. Porque la Comisión sigue defendiendo que las medidas para hacer frente a la urgencia energética no deben ir contra las medidas que buscar frenar la crisis climática.
También se preparan medidas a corto plazo previendo que Moscú corte los suministros de gas y los precios se disparen.
La Comisión considera que es posible, en una situación de mercado dislocada por decisiones así, establecer un precio regulado a nivel europeo a las importaciones de gas.
La Unión Europea es responsable de más de un tercio de las compras mundiales de gas natural, por lo que piensa que podría establecer un precio máximo de compra fuera del precio de mercado y aun así tendría proveedores.