Boris Johnson, finalmente, se ha rendido. Tras más de 50 dimisiones en el Gobierno en tan solo tres días, el primer ministro ha comparecido el jueves en el número 10 de Downing Street para anunciar que el proceso para elegir un nuevo líder "debe comenzar ahora". Johnson ha vuelto a insistir en que su histórica mayoría absoluta en las elecciones de diciembre 2019 le daban un claro mandato para seguir al frente. Se había planteado, incluso, convocar comicios adelantados. Pero el ultimátum provino de sus propias filas. Una última oportunidad de salir de manera digna o, de lo contrario, enfrentar la humillación de una nueva moción de confianza en la que apenas habría tenido un puñado de votos. Ha optado por salir voluntariamente.
"El proceso para elegir un nuevo líder debe empezar ahora", confirmó el mandatario en una breve comparecencia ante cientos de cámaras y periodistas que informaban sobre el esperado desenlace del polémico 'tory'. Johnson dijo que los plazos del proceso se anunciarán la próxima semana y que ha comenzado a nombrar un gabinete interino para que gestione el Gobierno hasta la llegada de un nuevo líder. Además, aseguró estar "orgulloso" de lo logrado en sus casi tres años de mandato, destacando el acuerdo del Brexit con la UE, la gestión de la pandemia y el apoyo a Ucrania ante la invasión rusa.
Como ya pasó con la caída de Theresa May, la renuncia del 'premier' no desencadena elecciones generales de inmediato. Johnson dimitió este jueves como líder del Partido Conservador, pero permanecerá formalmente como primer ministro hasta el otoño, cuando sus filas hayan elegido a un nuevo líder que, automáticamente, se convertirá en el nuevo inquilino del número 10 sin necesidad de ser refrendado en las urnas. El problema es que, a día de hoy, los 'tories' no cuentan con una clara alternativa. Durante mucho tiempo, el ya exministro del Tesoro Rishi Sunak fue el gran favorito. Pero sus posibilidades han decaído después de ser multado también por Scotland Yard en el escándalo del 'Partygate' y verse salpicado por varias polémicas, incluyendo una sobre el estatus fiscal de su mujer cuando la carga impositiva se ha incrementado para los ciudadanos. Sin candidato favorito, la guerra civil 'tory' está servida.
Cómo colmar el vaso de escándalos
La rebelión de su gabinete, la ola de renuncias del Gobierno y la pérdida generalizada de apoyo dentro de su formación fueron detonadas por un escándalo de acoso sexual protagonizado por Chris Pincher, a quien Johnson había nombrado como jefe de la disciplina del Partido Conservador. Pincher finalmente dimitió este mes tras admitir que manoseó a dos hombres estando borracho en un club privado en Londres. Cuando se supo que el primer ministro sabía sobre los supuestos abusos de Pincher, que aun así le dio el cargo y que mintió sobre ello, fue la gota que colmó el vaso. El propio Johnson ha reconocido que trató de convencer a sus colegas para evitar la dimisión, pero no lo logró. Pese a tener un "amplio mandato popular" y estar "unos pocos puntos por detrás en las encuestas", ha acabado cediendo ante la revuelta conservadora. "Estoy triste por dejar el mejor trabajo del mundo, [pero] nadie es ni remotamente imprescindible", ha asegurado.
Lo que le ha llevado a Johnson hasta esta situación son los mismos defectos de carácter que han perseguido toda su carrera: su persistente mentira y su flagrante desprecio por los códigos y convenciones que necesariamente sustentan la vida pública. Violar las normas establecidas, ocultarlo y mentir —o hacer que otros mientan por él—. El mismo manual que aplicó durante el 'Partygate', un escándalo que está aún pendiente de investigación parlamentaria para esclarecer si el 'premier' mintió a Westminster cuando en repetidas ocasiones dijo que no había violado las normas del confinamiento por asistir a varias fiestas. A día de hoy, Johnson sigue defendiendo que creía que las fiestas eran reuniones de trabajo.
Una renuncia "inevitable"
El proceso para elegir un nuevo jefe puede tardar semanas o meses, mientras Reino Unido lidia con uno de los panoramas más desafiantes para el país en décadas, con la inflación disparada y las secuelas de la pandemia augurando uno de los desempeños económicos más frágiles entre las principales economías para el próximo año. Además, el Gobierno todavía debe lidiar con las consecuencias del Brexit en Irlanda del Norte y el renovado desafío independentista escocés, que promete ir a las urnas, con o sin permiso de Londres, en 2023. "Su renuncia era inevitable. Como partido debemos unirnos rápidamente y centrarnos en lo que importa. Estos son tiempos difíciles en muchos frentes", aseguró Justin Tomlinson, vicepresidente del Partido Conservador, en su cuenta de Twitter.
Su dimisión pone fin a una tumultuosa carrera política, que se fraguó en sus años como alcalde de Londres entre 2008 y 2016. Posteriormente, fue uno de los líderes más visibles de la campaña por la salida de Reino Unido de la Unión Europea en 2016 y fue elegido como sucesor de May cuando Reino Unido no lograba rubricar un acuerdo para finiquitar el Brexit. En 2019, Johnson logró una histórica victoria para el Partido Conservador en las elecciones generales y también consiguió un acuerdo para consumar el divorcio con Bruselas —que ahora no estaba dispuesto a cumplir—. Por su parte, el líder laborista, Keir Starmer, aseguró que Johnson se debe ir de inmediato y que, si los conservadores no activan un voto de no confianza, lo hará la oposición. "Tiene que irse, no puede aferrarse [al cargo] de esta manera", aseguró a la cadena BBC. "Su propio partido ha decidido que ha llegado el momento, para que no puedan dejarle hacer daño al país durante los próximos meses".
Un frenesí de 48 horas
La salida del líder conservador se produjo después de 48 horas frenéticas, que comenzaron con Johnson disculpándose por el escándalo Pincher, admitiendo que su nombramiento "fue un error". Esto provocó la renuncia del ministro de Salud, Sajid Javid, seguida, 10 minutos después, por la salida de Rishi Sunak, de Finanzas. Una vez roto el dique, las renuncias comenzaron a caer en cascada, con cargos menores abandonando el Gobierno. Johnson no se inmuta y comienza a reemplazar a los que han dimitido, incluyendo el nombramiento de Nadhim Zahawi como nuevo 'chancellor'. El día finalizó con al menos una decena de renuncias formales, algunas en términos muy duros. A la mañana siguiente, comenzó un nuevo goteo de dimisiones, algunas como la del ministro de Educación, la de Prisiones o el de Ciudades. Además, más de otra docena de funcionarios del Gobierno. Pero Johnson comparece ante Westminster desafiante, donde insiste en que no se marchará pese a la presión de sus correligionarios. "En algún momento tenemos que llegar a la conclusión de que ya basta", dijo el exministro de Sanidad a sus compañeros de bancada, pidiendo al resto del Gobierno seguir sus pasos. El golpe final para el 'premier' fue una carta de Zahawi, menos de 24 horas después de su nombramiento, pidiendo a su nuevo jefe dimitir. En la mañana del jueves, el primer ministro todavía parecía dispuesto a aferrarse al número 10 con uñas y dientes. Pero, tras una reunión a primera hora de la mañana con Graham Brady, presidente del Comité 1922 —que agrupa a los 'tories' sin cartera— ha recapacitado. O le han hecho recapacitar. Queda ahora por ver cómo manejará una transición que se avecina tensa y compleja.