“Si bien la posibilidad de un ataque nuclear es remota, siempre está sobre la mesa”.
Estados Unidos y Rusia debaten de nuevo en torno del eventual uso de armas atómicas y aunque la posibilidad de que se cumpla un ataque divide a los especialistas, el riesgo sigue sobre la mesa.
Décadas después del fin de la Guerra Fría el debate de las armas nucleares vuelve a tomar fuerza debido a que la invasión de Rusia a Ucrania y sus amenazas abiertas de usar armas atómicas mantienen al mundo en la incertidumbre.
El escenario de una guerra nuclear es sin duda una idea extrema que debe evitarse a toda costa.
Sin embargo, apenas el miércoles 21 de septiembre el presidente ruso, Vladímir Putin, anunció la movilización de 20 mil reservistas y amenazó con el uso de armas nucleares en la guerra de Ucrania.
No fue la primera vez que Putin advierte con utilizar este tipo de armas. No obstante, la actual amenaza coincide con un momento de debilidad de Rusia en el campo de batalla.
Cabe recordar que a inicios de la invasión rusa a Ucrania, el 24 de febrero, el mandatario ruso intimidó en un discurso que su país tiene las armas disponibles si alguien se atreve a usar medios militares para intentar detener el operativo bélico.
Así, solo tres días después de comenzar la invasión a Ucrania, Rusia puso en alerta a sus fuerzas de disuasión estratégica, que incluyen misiles con ojivas atómicas.
El Kremlin ha insistido en varias ocasiones en afirmar que el uso de este tipo de armamento estaría justificado para defender la “soberanía” rusa y la “integridad” del Estado.
Factor disuasivo
Para los expertos, si bien la posibilidad de un ataque nuclear es remota, siempre está sobre la mesa. Pero ¿qué tan cerca se encuentra el posible uso de armas atómicas por parte de Rusia?
El profesor-investigador de tiempo completo en la Universidad del Mar (UMAR), campus Huatulco, David Sarquís Ramírez, responde que “ante todo y en primer lugar estas amenazas indican que Putin está desesperado porque no se le han dado las cosas como esperaba desde un principio”.
Añade: “Considero que la experiencia histórica que tenemos de más de 70 años en relación con el peligro de una guerra nuclear sugiere que las armas nucleares son o han sido más que nada un factor disuasivo para que un enfrentamiento no exceda ciertos límites. Cabe recordar el momento más álgido que se vivió en ese sentido, la llamada Crisis de los misiles en Cuba en 1962, cuando los soviéticos pretendían instalar en ese país misiles nucleares”.
Fue ahí, puntualiza, “donde más cerca se vio el riesgo del estallido de una guerra nuclear y era una época donde las armas no alcanzaban todavía la potencia que tienen actualmente. Posteriormente a este evento la comunidad científica presentó varios estudios alertando a los gobiernos del daño que una escalada nuclear podría tener. Eran daños muy serios y terribles. Desde entonces, tanto rusos como estadunidenses han sido lo suficientemente prudentes como para no caer en ese riesgo”.
—La gente se pregunta por qué si estas armas no se utilizan los gobiernos gastan tanto dinero para poseerlas…
—La respuesta tendría que irse encaminando por lo menos en un par de direcciones importantes. Una es el prestigio de tener la capacidad científico-tecnológica para construirlas; y, dos, son un elemento disuasivo de principio que dice a otra nación: “Cuidado, porque si me atacas tengo armas nucleares para defenderme”. Pero, insisto, el hecho de que no se hayan usado en más de siete décadas implica que hay una conciencia muy clara del peligro que implicaría una guerra nuclear. Y eso es lo que se ha tratado de evitar”.
También se han creado, agrega Sarquís, armas estratégicas nucleares de menor potencial destructivo para el ambiente, las llamadas armas nucleares tácticas, pero son igualmente peligrosas en el uso de un conflicto.
En este sentido, Vicente Garrido, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Rey Juan Carlos y director del Instituto de Cuestiones Internacionales y Política Exterior (INCIPE), indica que de usarse armas nucleares serían tácticas, limitadas y una sola vez para observar la reacción de los otros actores en el conflicto.
Garrido explica que estas se podrían usar, por ejemplo, en alguna zona en el Donbás ucraniano para tantear cuál podría ser la respuesta de la OTAN y sus aliados.
Distintos analistas consideran que otra posibilidad es que Rusia detone un artefacto en un área despoblada, sea en el mar de Azov o el mar Negro, sin causar víctimas aparte de la fauna y el daño medioambiental.
¿Amenaza real?
Gobiernos y analistas en Occidente están divididos sobre cómo tomarse las amenazas de Putin.
—Doctor Sarquís, ¿existe la posibilidad real de que el líder ruso ordene el lanzamiento de un arma nuclear sobre Ucrania como medida de último recurso para garantizar su triunfo en la guerra?
—Creo que el uso de armas nucleares, incluso las consideradas menos dañinas, como las tácticas, provocaría una respuesta necesariamente equivalente por parte de Occidente y eso implicaría una escalada, porque no se podría permitir que Rusia utilizara un arma nuclear para subordinar a Ucrania sin correr el riesgo de dejar que Putin siguiera adelante con amenazas por medio del uso de armas nucleares.
Es decir, subraya, “se correría un riesgo político muy grande al permitirle a Putin salirse con la suya por el uso de armas nucleares. Esta respuesta significativa permitiría dejar en claro que no puede haber acción sin reacción”.
Por ende, de efectuarse una guerra nuclear limitada con armas nucleares tácticas para doblegar al ejército ucraniano y negociar un acuerdo favorable a Rusia no impediría la posible escalada del conflicto a una guerra nuclear global.
—¿Se puede considerar entonces que la amenaza de Putin es una estrategia de disuasión?
—En este momento la amenaza podría ser un disuasivo o un chantaje para presionar a Occidente en busca de terminar esta guerra, que por lo que vemos se le está yendo de las manos a Putin. La amenaza sería entonces: “Dejen de apoyar a Ucrania, dejen de mandarle armas, recursos, porque si esto se pone más grande nosotros podríamos atacar con armas nucleares”. Como complemento de este chantaje se suma el referéndum que acaba de realizar el gobierno de Moscú en las cuatro regiones ocupadas de Ucrania: Zaporiyia, Jersón, Luhansk y Donetsk. En esta consulta los encuestadores acompañados por soldados pedían la opinión de la gente para unirse a Rusia.
Como era de pronosticarse y bajo esta coerción ganó el sí. “El resultado ofrece a Putin la posibilidad de afirmar que ahora está defendiendo territorio ruso porque la gente así lo decidió. Por ende, el mandatario ruso puede afirmar que si Ucrania sigue atacando con el apoyo de Occidente, se verá obligado a usar armas nucleares. Esta estrategia ya ha sido criticada por todo el mundo y calificada de farsa”, advierte Sarquís.
Medio ambiente
Además de la pérdida de vidas humanas, señala el especialista, un conflicto atómico causaría serios daños al medio ambiente. “La radiación que queda en el ambiente después de explosiones nucleares contamina aguas, ríos, bosques, flora, fauna en general y suele ser de niveles muy altos y de trazos de tiempos muy largos. De tal suerte que muchos recursos quedarían inutilizables para la humanidad. Esto significa hambruna, enfermedades, etcétera. Es un escenario realmente crítico y verdaderamente apocalíptico”.
Los expertos estiman que bajo un escenario de guerra nuclear entre estos dos países, donde solo se usaría 1% del arsenal atómico mundial, se emitirían cinco millones de toneladas de hollín a la estratosfera.
Es decir, las bombas inyectarían a las capas altas de la atmósfera una cantidad enorme de aerosoles que bloquearían la radiación solar, la cual chocaría contra estos aerosoles y sería reflejada. Como consecuencia, la temperatura global disminuiría 1.8 grados centígrados, causando el consiguiente oscurecimiento y enfriamiento que afectaría a la producción mundial de maíz y trigo, que disminuiría 13% globalmente.
Esta disminución no afectaría a todo el mundo por igual, sino que la zona templada del hemisferio norte, que incluye a Europa, Estados Unidos y China, sería la más afectada. La producción agrícola disminuiría entre 20 y 50% en esos países.
Se desencadenaría por tanto una hambruna con impactos a nivel global que duraría unos 15 años. Pasado ese tiempo volveríamos al escenario de cambio climático actual.
Ciberataques
Sam Nunn, asesor estratégico de la organización de seguridad atómica nuclear Threat Initiative, señala que el riesgo actual de una escalada nuclear intencional es lo suficientemente elevado para hacer crucial un cese del fuego en Ucrania.
Advierte además que existen una serie de amenazas modernas de ciberataques que aumentan el riesgo de un lanzamiento por error. Y no está claro lo vulnerable que Estados Unidos y especialmente los sistemas rusos son a esos hackeos.
Una preocupación dominante es que al definir algunas armas nucleares como armas tácticas utilizables en batalla Rusia pudiera romper el tabú global de más de siete décadas que impide usar un arma nuclear contra otro país.
Y es que incluso las armas nucleares tácticas comparativamente pequeñas se acercan al poder de la bomba atómica lanzada por Estados Unidos en Hiroshima durante la Segunda Guerra Mundial.
“Si el presidente Putin emplea armas nucleares o cualquier otro país las utiliza primero, no en respuesta a un ataque nuclear, no en respuesta a una amenaza existencial a su propio país, ese líder deberá asumir que está poniendo al mundo en un riesgo alto de una guerra nuclear y de un duelo nuclear”, finaliza Nunn.
Estratégicas o tácticas
Las armas nucleares pueden ser estratégicas o tácticas. El objetivo de las primeras es golpear de manera devastadora objetivos en el interior del país enemigo, como ciudades, centros de mando, instalaciones clave, etcétera, y acabar con la guerra rápidamente. Habitualmente su alcance es intercontinental.
Por su parte, las armas nucleares tácticas tienen una potencia menor y un alcance más corto; están pensadas para usarse en el centro de operaciones, directamente contra las fuerzas enemigas. Son este tipo de bombas las que Rusia usaría en Ucrania.
En los ochenta Estados Unidos tomó la delantera en este campo cuando inventó la bomba de neutrones, que acaba con la vida con el mínimo daño material.
Sin embargo, aunque Estados Unidos continúa siendo el país con más cabezas nucleares estratégicas, Rusia ahora le supera en armas tácticas.
Actualmente Moscú dispone de unas mil 912 cabezas nucleares tácticas, algunas con varios dispositivos explosivos, frente a 200 en manos de Estados Unidos, según estimaciones del Instituto Internacional para la Investigación de la Paz de Estocolmo (SIPRI).
Fuente: SIPRI