El arresto del antiguo ministro de Defensa complica una trama que afecta a varios servicios de inteligencia, sospechosos de permitir que Estados Unidos utilizara los cables submarinos daneses para espiar a aliados en Europa
Intervenciones telefónicas, espionaje a través de cables submarinos, arrestos e investigaciones a miembros de los servicios secretos y a un exministro acusados de traición a la nación… y todo publicado en los medios de comunicación con cuentagotas. En los últimos dos años, las dos agencias que forman los servicios secretos de inteligencia de Dinamarca, FE y PET, están viviendo una sucesión de escándalos en lo que se especula que podría ser una guerra entre espías daneses.
A medida que se van conociendo más detalles de un caso de revelación de secretos con muchos entresijos, la perplejidad en la opinión pública danesa va aumentando día a día. La semana pasada, el Jyllands-Posten, el periódico de mayor tirada en el país, se preguntaba en su editorial: “¿Qué está podrido en Dinamarca?”.
El escándalo estallaba el 14 de enero, después de que Claus Hjort Frederiksen, ministro de Defensa hasta 2019 y actual diputado del grupo parlamentario liberal (Venstre), anunciara en un comunicado de prensa que estaba siendo investigado por revelar secretos de Estado. En la nota enviada a los medios de comunicación a través de su partido, Frederiksen afirmaba que había sido acusado bajo la sección 109 del Código Penal, que recoge el delito de traición por “revelar las negociaciones, deliberaciones o decisiones secretas del Estado en casos que afectan a la seguridad nacional”.
Pero Frederiksen no detallaba cuál era el motivo de estas acusaciones por las que puede ser condenado hasta a 12 años de cárcel. En su defensa, el exministro, que estuvo durante tres años al cargo del Servicio de Inteligencia de Dinamarca (FE), aseguraba que “nunca haría nada que perjudicara a Dinamarca”, y en cambio alegaba que estaba siendo acusado por “violar los límites” de su “libertad de expresión”.
La noticia salió a la luz unos días después de otro escándalo que también involucraba a los servicios secretos. El 10 de enero, el Tribunal de Distrito de Copenhague celebró a puerta cerrada un juicio contra cuatro agentes de inteligencia. Tras levantar la prohibición de revelar los nombres de los acusados a petición de la defensa, la vista generó una expectación mediática sin precedentes. Se reveló que Lars Findsen, el hombre que había dirigido el Servicio de Inteligencia hasta 2020, fue detenido y permanece en prisión preventiva desde el 8 de diciembre.
A Findsen también se le imputaban los cargos de filtración de información altamente clasificada, los mismos que al exministro Frederiksen. Por el momento, Findsen sigue en una prisión en el norte de la capital danesa a la espera del juicio, sin que hayan trascendido más detalles oficiales sobre la investigación ni el proceso judicial.
Un hombre con influencia
En las últimas dos décadas, Lars Findsen ha sido una de las personas con más influencia en los servicios secretos del país nórdico. Fue nombrado director del Servicio de Seguridad e Inteligencia Danés (PET) –más centrado en la seguridad interna, que depende del departamento de Justicia– justo después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 y bajo la amenaza del terrorismo de Al-Qaeda.
Posteriormente, en 2015, pasó a ser director del Servicio de Inteligencia de Dinamarca (FE), cuyo cometido es vigilar, prevenir y combatir amenazas exteriores y se encuadra en Defensa. Fue relevado de este puesto de forma abrupta y sin que trascendieran los motivos en agosto de 2020.
La prensa ha descrito a Lars Findsen como el hombre que ha guardado los mayores secretos de Dinamarca durante los últimos 20 años. Por este motivo, desde que transcendió su detención en el aeropuerto de Copenhague, no han parado las especulaciones sobre las razones de su detención. Medios de comunicación han apuntado a que las presuntas filtraciones de las que se acusa a Findsen y a Frederiksen no fueron a otro Estado, sino a los propios medios daneses.
La colaboración secreta con EEUU
Según la cadena pública DR, el caso se remonta a agosto de 2020. Entonces, un informe del órgano independiente de supervisión y control de los servicios secretos daneses concluyó, entre otras cosas, que el FE había recabado y compartido “una cantidad importante” de información sobre los ciudadanos daneses. El informe se habría redactado con fuentes de una investigación interna del FE en 2015 que se mantuvieron en secreto unos años. Las conclusiones de la auditoría llegaron a manos de la ministra de Defensa, Trine Bramsen, que relegó de inmediato a Lars Findsen sin dar más explicaciones sobre el caso.
Unas semanas más tarde del informe, el periódico Berlingske publicaba un extenso reportaje de seis páginas en que se revelaba lo que resultó ser una colaboración secreta de espionaje entre los servicios de inteligencia daneses y la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) estadounidense.
El reportaje detalló cómo la NSA había aprovechado los cables de Internet submarinos que pasan por aguas danesas para realizar escuchas ilegales a ciudadanos. Un año más tarde, a raíz de otra investigación periodística de la cadena DR, se supo que el uso de estos cables había servido a los estadounidenses para espiar entre 2012 y 2014 a políticos de Noruega, Suecia, Francia y Alemania, entre ellos a la entonces canciller Angela Merkel.
El escándalo, que traspasó las fronteras del país, provocó la creación de una comisión de investigación interna para averiguar de dónde se habían filtrado las informaciones.
En los últimos años, los servicios secretos daneses se han visto involucrados en varios escándalos. Entre ellos, se filtró el polémico caso de la detención de un ciudadano danés acusado de unirse al ISIS en Siria, y que posteriormente aseguró trabajar para los servicios de inteligencia.
Un caso incómodo Lars Findsen afirmó a la salida de los tribunales en Copenhague que no era culpable y que las acusaciones de traición sobre él eran “completamente irracionales”. En una entrevista, el exdirector del Servicio de Seguridad e Inteligencia Danés, Hans Jorgen Bonnichsen, aseguró que las autoridades gubernamentales habrían “sobrerreaccionado en el caso, comprometiendo el futuro de la cooperación danesa con los servicios de inteligencia internacionales”.
El ya entonces exministro de Defensa, Claus Hjort Frederiksen, sorprendió en septiembre de 2020 al afirmar públicamente en una entrevista que “en una cooperación delicada” a veces “existe el riesgo de que los ciudadanos daneses se queden atrapados en el sistema”.
A la espera del juicio por las acusaciones contra Findsen que empezará el próximo 3 de febrero, el caso está resultando incómodo para el Gobierno de Mette Frederiksen. La oposición en bloque y parte de la prensa le critica que su Ejecutivo esté más centrado en tapar el escándalo que en investigar a fondo dentro de los servicios secretos.
Los analistas apuntan que tanto si Findsen es declarado inocente como si no, la sentencia puede perjudicar a la credibilidad del Gobierno. Si es declarado inocente, los daneses se preguntarán por qué tanto alboroto para nada. Si es declarado culpable, se podrán preguntar por qué se le designó para un cargo tan importante a la hora de guardar los secretos del país.