La crisis en la frontera ucraniana lleva en las portadas de prensa desde hace tres meses, cuando Ucrania advirtió del movimiento de tropas rusas y la posible invasión, pero la tensión vivida en las últimas semanas ha eclipsado cualquier otra noticia, rellenado horas de televisión y mantenido ocupadas a las principales potencias mundiales. ¿Qué conflictos se han recrudecido.mientras nadie prestaba atención? ¿Quiénes han aprovechado la cortina de humo para actuar en la sombra? A continuación, los cinco puntos calientes del mapa a los que prestar atención más allá de lo que ocurre entre Kiev y Moscú.
Corea de Norte y sus misiles
Kim Jong-un echa de menos ser el centro de atención de la política internacional, o eso parece a juzgar por la cantidad de misiles que ha lanzado desde el comienzo de 2022. Corea del Norte ha realizado hasta siete test con misiles balísticos, igualando su récord de pruebas en un mes, según la web especializada NK News. El último, un misil de alcance intermedio (el Hwasong-12, capaz de alcanzar el territorio estadounidense de Guam en el Pacífico), lanzado el domingo pasado, fue el más potente desde 2017, alcanzó una altura de 2.000 kilómetros sobre el nivel del mar y recorrió 800 kilómetros hasta caer en el mar de Japón/mar del Este. Tras el lanzamiento, la agencia de noticas norcoreana KCNA publicó unas imágenes supuestamente tomadas desde el espacio por el Hwasong-12 como prueba de su éxito.
Desde que la serie de encuentros diplomáticos entre Donald Trump y Kim Jong-un cayera en desgracia en 2019, esta es la mayor escalada de Pyongyang, que ha permanecido aún más cerrada al mundo por la pandemia. El líder norcoreano ha amenazado con reanudar los test nucleares y de misiles de largo alcance, en un nuevo órdago a la comunidad internacional en general y a Joe Biden en particular. Los test violan las prohibiciones del Consejo de Seguridad de la ONU y la Administración Biden ya ha pedido sanciones, bloqueadas por China y Rusia. En el pasado, las provocaciones de Corea del Norte han terminado en rondas de negociaciones a la postre infructuosas. "Corea del Norte debe cesar el aumento de las tensiones y la presión y aceptar las ofertas de Corea del Sur y Estados Unidos para reanudar el diálogo", ha declarado el presidente surcoreano, Moon Jae-in. El ciclo de amenazas, encuentros y distensión puede repetirse, pero existe el miedo a que Kim Jong-un consiga desarrollar y perfeccionar su arsenal nuclear en el proceso, y entonces podría ser demasiado tarde para la diplomacia.
El Estado Islámico asoma la cabeza y se queda sin líder
La madrugada del 3 de febrero, el líder del grupo terrorista Estado Islámico, Abu Ibrahim al-Hashimi al-Qurayshi, se inmolaba explotando un chaleco de explosivos mientras tropas estadounidenses lo rodeaban en la remota casa en la que se ocultaba en Idlib, el último bastión rebelde en el noreste de Siria. Un comando estadounidense formado por fuerzas terrestres y apoyado por helicópteros asaltó la casa donde se encontraba Al-Qurayshi junto a su familia. Un total de 13 personas , entre ellas seis niños y cuatro mujeres, murieron durante la mayor operación antiterrorista de EEUU en Siria desde que ya descabezara a ISIS en 2019 al acabar con el precesor de Al-Qurayshi, Abu Bakr al-Baghdadi.
La muerte del líder de ISIS llega días después de que miembros de lo que queda del Estado Islámico asaltaran la cárcel de Geweran en la localidad de Hasaka, en el noroeste de Siria, para liberar a los yihadistas que permanecían bajo custodia de las milicias kurdo árabes de las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF, por sus siglas en inglés). El motín, en el que los asaltantes utilizaron a menores como escudos humanos según las SDF, se convirtió en el escenario de la mayor batalla contra ISIS desde el fin del Califato, hasta que las fuerzas kurdo árabes recuperaron el control con ayuda de las tropas estadounidenses que permanecen en la zona. En total, fallecieron 374 yihadistas, 77 empleados de la prisión y 40 miembros de las SDF, según su propio recuento. Los combates para recuperar la prisión se prolongaron toda la semana y han alimentado el miedo a una vuelta del Estado Islámico, que Estados Unidos ha querido despejar acabando de nuevo con su liderazgo. Al mismo tiempo que se producía el motín en Geweran, otra célula yihadista asaltó un puesto del Ejército iraquí, dejando 11 muertos. Pese a que no controla territorio desde 2019, ISIS ha continuado llevando a cabo ataques en la región con regularidad y la ONU estima que todavía tiene alrededor de 10.000 miembros en la zona. Tras la derrota de ISIS en 2019, decenas de miles de yihadistas quedaron bajo supervisión de las SDF en cárceles situadas en el noroeste de Siria. Miles de ellos son ciudadanos extranjeros, incluidos europeos cuyos países de origen rechazan hacerse cargo de su vuelta y la de sus familias.
Otro golpe de Estado en África subsahariana
Burkina Faso se ha unido a la lista de países subsaharianos que han sufrido un golpe de Estado en los últimos meses: Malí en dos ocasiones, Chad, Guinea y Sudán completan la lista. Además, Guinea-Bisáu ha sufrido un intento fallido de golpe esta semana y Níger vivió otro en marzo de 2021, que de haber sido exitoso formaría una sucesión de golpes de Estado que uniría geográficamente la costa del Atlántico en Guinea con el mar Rojo en Sudán. El Sahel vive el momento de mayor inestabilidad en los últimos años.
El presidente de Burkina Faso, Roch Marc Christian Kaboré, fue depuesto el pasado 23 de enero por un grupo de militares autodenominado Movimiento Patriótico de Salvaguardia y Restauración (MPSR). Kaboré había sido criticado por su incapacidad para derrotar a la insurgencia islamista que ha provocado el desplazamiento de más de 1,4 millones de personas en los últimos siete años y la muerte de otras 2.000 en 2021, según estimaciones de Acnur. Cuando Kaboré llegó al poder en 2015, apenas se registraron tres ataques islamistas, mientras que en la actualidad Burkina Faso sufre casi el 60% de la violencia islamista en el Sahel, según el Africa Center for Strategic Studies, del Departamento de Estado de EEUU. El pasado verano se produjo uno de los ataques más mortíferos, un asalto a un municipio en el norte del país en que perdieron la vida más de un centenar de personas, además del asesinato de los periodistas españoles David Beriaín y Roberto Fraile. El principal responsable de los ataques es el grupo Jamaat Nusrat Al Islam wa Al Muslimin —Frente de Apoyo al Islam y a los Musulmanes en español—, que opera en todo el Sahel, desde el norte de Costa de Marfil hasta Níger, Malí, Benín o Burkina Faso. El Estado Islámico del Gran Sáhara también opera en la zona y tiene uno de sus principales bastiones en el este de Burkina.
Una semana después del golpe, el 31 de enero, el nuevo hombre fuerte del país, el general Paul-Henri Sandaogo Damiba, fue nombrado presidente interino durante un periodo de transición y anunció la restauración parcial de la Constitución junto a la promulgación de una Ley Fundamental que se aplicará en lugar de la Carta Magna cuando ambas sean incompatibles. Una delegación de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (Ecowas) ha visitado al presidente depuesto Damiba, quien se encuentra bajo arresto domiciliario. El golpe de Estado pone, además, en una situación delicada a Francia, antigua potencia colonial en el Sahel, que tiene desplegadas 4.800 tropas en la región para luchar contra el yihadismo. La junta militar en el poder del vecino Malí tras los golpes de Estado de agosto de 2020 y mayo de 2021 acaba de expulsar al embajador francés y en los últimos meses se han producido protestas populares contra la presencia del Ejército francés en el propio Malí, Burkina Faso y Níger. “No a Francia” o “queremos un acuerdo con Rusia” son algunas de las proclamas de los manifestantes en Burkina Faso tras el golpe, un signo más de la falta de confianza en las misiones antiterroristas francesas y occidentales, y la ventana de oportunidad que se le abre a Rusia tras su intervención en otros países como República Centroafricana, Mozambique, Libia o Sudán.
EEUU e Irán avanzan en la negociación nuclear
Tras meses sin avances en las negociaciones para salvar el Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA) firmado por Estados Unidos, sus aliados europeos, Rusia y China con Irán para limitar su arsenal nuclear en 2015, las últimas semanas han dejado señales positivas por parte de ambos lados que dan pie a la esperanza. No obstante y hasta que cristalice un nuevo pacto, Irán continúa expandiendo su programa nuclear y se mantienen en pie las sanciones que impuso la Administración Trump cuando abandonó el acuerdo en 2018. A la sombra de las tensiones en Ucrania, Irán se ha mostrado abierto a negociar cara a cara con Estados Unidos, algo que no ha ocurrido en ninguna de las ocho rondas de reuniones con el resto de signatarios del pacto que se han producido en Viena desde abril del año pasado. A finales de enero, el ayatolá Ali Jameneí afirmó en un discurso: “Las conversaciones y negociaciones con el enemigo en ciertos momentos no significa rendirse”. Las palabras del líder supremo fueron acompañadas de un mensaje aún más claro del ministro de Exteriores iraní, Hosein Amir Abdolahian: “Si llegamos a un punto en el proceso de negociaciones en el que para lograr un buen acuerdo sea necesario dialogar con Estados Unidos, no lo ignoraremos”.
La partida de ajedrez que juegan Teherán y Washington para obtener las mejores condiciones posibles de un posible nuevo acuerdo continuó con la rápida respuesta estadounidense en boca del portavoz del Departamento de Estado, Ned Price: "Estamos preparados para vernos directamente [con Irán]". Las posiciones de partida están claras: EEUU quiere que Irán vuelva a cumplir el pacto firmado en 2015 íntegramente, mientras que Irán exige que se levanten todas las sanciones, a lo que se niegan, 'a priori', los estadounidenses. No obstante, y de acuerdo con un alto funcionario de Departamento de Estado, el trabajo de campo de los negociadores ha surtido efecto y hay una vía posible para volver al acuerdo, según publica esta semana el diario 'The New York Times'. Desde el mismo departamento, insisten en que el ritmo de expansión del programa nuclear iraní solo deja "unas semanas" de margen para salvar el acuerdo, ya que Irán podría acumular suficiente combustible nuclear para una bomba en bastante menos de un año aunque se renueve el JCPOA, según reconocen al WSJ. La UE, mientras tanto, ha pedido que se tomen "decisiones políticas" a través de su enviado, el español Enrique Mora. Los negociadores vuelven a Viena este fin de semana, a la espera de que Irán y EEUU decidan sentarse a la misma mesa. La pelota está en manos de los líderes de ambos países, Joe Biden de un lado y Jameiní del otro.
La guerra en Yemen escala y alcanza a los Emiratos Árabes
La interminable guerra de Yemen, librada entre los rebeldes hutíes apoyados por Irán y una coalición liderada por Arabia Saudí con el apoyo de Emiratos Árabes desde 2015, vive una nueva escalada de violencia que ha alcanzado por primera vez Abu Dabi tras un ataque con drones hutíes. En respuesta, la coalición saudí ha desatado uno de los bombardeos más mortíferos en el territorio controlado por los rebeldes en Yemen mientras los hutíes amenazan la Exposición Universal de Dubái.
El 24 de enero, drones hutíes causaron la muerte de tres personas e hirieron a otras seis en el puerto de la capital emiratí y una zona industrial en los aledaños. Emiratos Árabes retiró a la mayoría de sus tropas de Yemen en 2019 tras cuatro años de guerra y es la primera vez que sufre un ataque en su territorio. En respuesta, la coalición saudí ha llevado a cabo una serie de bombardeos, incluido el de una prisión en Saada que dejó al menos 91 muertos y cuya autoría ha sido confirmada por la ONU después de que los saudíes negaran tener algo que ver en primera instancia. La semana pasada, durante la visita a Abu Dabi del presidente de Israel, los rebeldes hutíes lanzaron un misil balístico interceptado por los sistemas de defensa emiratíes y continúan vertiendo amenazas sobre los Emiratos. Pese a haber anunciado el final del apoyo estadounidense a los “esfuerzos ofensivos” de la coalición saudí, el presidente estadounidense, Joe Biden, ha prometido defender a Emiratos de los ataques hutíes y podría verse envuelto en la escalada. El conflicto de Yemen deja una de las mayores catástrofes humanitarias recientes, con 100.000 muertos desde su inicio y más de cuatro millones de personas desplazadas a campos cada vez más saturados y en condiciones insalubres (menos de uno de cada 10 desplazados tiene acceso a un baño, según cálculos de Unicef). Además, se trata de una guerra de gran importancia estratégica y geopolítica, dado que Yemen es la puerta de entrada al mar Rojo desde el golfo de Adén, una de las rutas comerciales de petróleo más importantes del mundo.