Un artículo del corresponsal de UOL en Europa de diciembre de 2022, poco antes del regreso de Lula da Silva al poder en Brasil, contó que Itamaraty tendió una red diplomática “clandestina” —es un eufemismo— para contener las posiciones y desbordes del entonces presidente Jair Bolsonaro en terrenos como la Agenda 2030 y el cambio climático, el escenario en Oriente medio, la situación de los derechos humanos en el mundo y la guerra en Ucrania.
Algo de eso se presumía podía ocurrir en el Palacio San Martín, la Cancillería argentina, con la llegada al poder de Javier Milei. Nada más lejos, sin embargo.
La muy sofisticada cancillería brasileña, con todo, no pudo impedir que el Brasil de Bolsonaro se pronunciara en 2019 por primera vez en la ONU en favor del embargo impuesto por Estados Unidos a Cuba. Algo que, al parecer, escapó hoy del control de Milei.
La Argentina respetó hoy una tradición de 32 años en la organización en contra de esa sanción, que involucra el intercambio entre Washington y La Habana. La posición en favor de Cuba recogió el apoyo de 187 países de 190 presentes. ¿Recibió instrucciones la misión en la ONU sobre cómo pronunciarse? Las versiones que surgen de la Casa Rosada y el Palacio San Martín son contradictorias. En la Cancillería circula la versión de que sí hubo instrucciones en el sentido de conservar el voto histórico. "Naciones unidas vota como se le indica. Siempre", dijo una fuente del ministerio. ¿Sabía entonces Milei?
El episodio detonó el despido de Diana Mondino. No sorprende: la economista, una mujer que cultivaba la incorrección aún antes de la aparición de Milei en el escenario de la política, tenía sus días contados en la Cancillería. Era apenas cuestión de tiempo e ingenio.
El ministerio fue virtualmente intervenido desde mediados de año por la secretaría general, que conduce Karina Milei, y el principal asesor de la Presidencia, Santiago Caputo. Dos funcionarios de la Cancillería responden de manera directa a la Casa Rosada: la asesora Ursula Basset y el secretario de Culto Nahuel Sotelo, según la versión más extendida en el edificio de la calle Esmeralda.
Mondino toleró ese estado de cosas. ¿Necesita la Cancillería una administración paralela, ya no “clandestina”, sino que responda a la Presidencia? La respuesta es obvia: la política exterior es prerrogativa del Poder Ejecutivo. Con movimientos pendulares según quien gobierne, aunque en general respondiendo a intereses permanentes, es el presidente de la Nación quien imprime su rumbo en materia exterior. En situaciones normales, las decisiones que toma el Ejecutivo son resultado de consultas con los especialistas de la Cancillería y los técnicos del partido de gobierno. Gente formada. Pero todo lo que vivimos no parece normal.
Mondino arrastraba una sucesión de gaffes propios de alguien poco apta para sus funciones. ¿Menores? Es posible. La más recordada de sus boutades es su sentencia de que los chinos “son todos iguales”, dejada caer a oídos de una periodista a su regreso de un viaje a Beijing, donde se fue a pedir la renovación del swap de monedas con el viejo Imperio del Centro.
En orden de importancia, se sabe también que Milei se molestó particularmente con Mondino cuando supo que un representante de la autoridad palestina participaba de una reunión de diplomáticos del mundo árabe en la mezquita de la avenida Intendente Bullrich a la que el Presidente se estaba dirigiendo. Al parecer, fue el punto de inflexión de la relación con su canciller.
Algo aún más serio ha sido la reciente denominación de las Malvinas como Falklands en un documento oficial conjunto de la Cancillería y el Ministerio de Defensa. Desde el ministerio surge la versión de que aquel episodio y el del voto en la ONU estuvieron destinados a demoler a Mondino y hacer insostenible su continuidad.
Todo se enrarece más si se recuerda el mensaje que dio Milei en septiembre frente a inversores en la bolsa de Nueva York. “Quisiera destacar —dijo el Presidente— la enorme labor llevada adelante por usted, señora. Ministro de Relaciones Exteriores, Comercio, Internacional y Culto y su equipo durante estos meses en los que han sido encomendados con la titánica tarea de liderar un proceso de profundo cambio en la Cancillería argentina (...) En ese sentido, en el día de ayer, mi grandiosa canciller, la doctora Diana Mondino —que está acá— dio una verdadera clase de por qué Naciones Unidas no debe alejarse de su objetivo original de mantener la paz y debería dejar de abrazar toda la agenda socialista, que lo único que conduce es al empobrecimiento”. "Del orgullo a la defenestración", apuntó un observador lúcido,
Se trata de una historia clásica de intrigas palaciegas, que conduce por obligación a preguntarse quién es el beneficiado. Gerardo Werthein, de estrecha relación con el Presidente, abandonará en las próximas horas la embajada en Washington para jurar como nuevo canciller. En las vísperas de las elecciones en los Estados Unidos, se ha escuchado que será el mismo Werthein quien elija a su sucesor.
Nada de esto es importante si se repara en cambio en los comunicados que con diferencia de días hizo pública la Oficina del Presidente, así la llaman, sobre los fundamentos de la política exterior libertaria.
El 19 de octubre, Milei recomendó al cuerpo diplomático que “deberán dar un paso al costado” aquellos que “no estén en condiciones de asumir los desafíos que depara el rumbo adoptado” por el Presidente. Milei fundamentó así la decisión de la Argentina de oponerse a la Agenda 2045, conocida también como Pacto del Futuro, extensión de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas. Hoja de ruta para afrontar desafíos crecientes como el desarrollo sostenible, el cambio climático y la cooperación digital, entre otros. El Pacto de Futuro fue aprobado por 143 países, entre ellos Estados Unidos e Israel, a los que Milei está alineado.
Esa nota, de características inusuales, generó un enorme desconcierto. Como se dijo, es el Ejecutivo el que determina el rumbo de la política exterior. El comunicado conocido este miércoles podría ser recordado como el inicio de una era de oscuridad en la diplomacia argentina.
"El país atraviesa un período de cambios profundos y esta nueva etapa exige que nuestro cuerpo diplomático refleje en cada decisión los valores de libertad, soberanía y derechos individuales que caracterizan a las democracias occidentales", dice el texto de apenas tres párrafos. “Nuestro país se opone categóricamente a la dictadura cubana y se mantendrá firme en la promoción de una política exterior que condene a todos los regímenes que perpetren la violación a los derechos humanos. El Poder Ejecutivo iniciará una auditoría del personal de carrera de la Cancillería, con el objetivo de identificar a impulsores de las agendas enemigas de la libertad". Nadie sabía anoche qué significación tendrá en los hechos este inquietante anuncio.
En su mejor momento, bendecido por los mercados, Milei avanza. Su pretendido liderazgo del mundo libre encuentra contradicciones como su último acercamiento a China. Pero al horizonte utópico libertario se llega con pragmatismo y batalla cultural. Lo dice Murray Rotbard.
De Perfil