En su presentación por cadena nacional del proyecto de presupuesto nacional para 2026 el presidente Javier Milei reiteró por milésima vez su mantra: el superávit fiscal es la base irrenunciable de su programa de gobierno y la única solución posible a todos los problemas de la Argentina.
En lo que sigue trataré de desentrañar sus mentiras en materia del superávit fiscal, libertad de mercado y lucha contra la corrupción.
Analizaré las causas, ventajas y desventajas del superávit y el déficit fiscal, así como el ocultamiento que encierra su discurso al exponer un único camino para lograr el superávit, las consecuencias de los dos caminos posibles para alcanzar el deseable superávit y el engaño al que sometió al conjunto de la sociedad sobre los reales destinatarios de su ajuste.
Luego expondré la traición de Milei al conjunto de los argentinos y a sus propios principios respecto de su declarada libertad de mercado. Continuaré recordando la estafa que encierra su discurso de lucha contra la corrupción que su gobierno prometió llevar adelante.
Y finalmente pondré en blanco y negro la opciones que tiene la sociedad argentina frente a estas estafas.
El superávit y el déficit fiscal
El superávit fiscal se produce cuando los ingresos del sector público son mayores que sus gastos durante un período de tiempo, por lo general un año fiscal. En otras palabras, cuando el gobierno ingresa más de lo que gasta, se genera un superávit fiscal.
Estas son las principales ventajas del superávit:
el superávit fiscal “puede” permitir al gobierno reducir su deuda pública, lo que puede mejorar la estabilidad financiera del país; un superávit fiscal “puede” dar más flexibilidad al gobierno para implementar políticas fiscales y responder a los desafíos o las dificultades económicas que puedan presentarse; el superávit fiscal “puede” aumentar la confianza en la economía del país, atrayendo más inversiones y promoviendo el crecimiento económico.
Los “puede” se explican por las desventajas que también puede generar el superávit, al límite de revertir las ventajas:
si el superávit fiscal es resultado de una política fiscal restrictiva se produce un freno al crecimiento económico, que en casos extremos puede llevar a la recesión económica; el superávit fiscal puede generar presión de la sociedad para aumentar el gasto público, lo que puede llevar a una expansión del gasto y una pérdida de disciplina fiscal.
En definitiva, los resultados dependen del uso que el gobierno dé al superávit, incluyendo:
invertir el superávit fiscal en proyectos que promuevan el crecimiento económico y el desarrollo; generar ahorro para reducir la deuda pública o para hacer frente a futuras necesidades; reducir impuestos para estimular el consumo y el desarrollo de la economía.
Respecto de las causas del déficit fiscal, que se produce cuando el gobierno gasta más de lo que ingresa en concepto de impuestos, tasas u otros conceptos, las más corrientes son:
ingresos gubernamentales insuficientes para cubrir sus gastos y/o los servicios de la deuda externa; políticas fiscales expansivas destinadas a estimular la economía que a mediano o largo plazo aumentan el gasto público en mayor medida que los ingresos generados.
Las consecuencias del déficit fiscal incluyen:
un aumento de la deuda pública que puede afectar la estabilidad financiera del país y una pérdida de la soberanía cuando ese aumento resulta excesivo; generar un aumento excesivo de la oferta monetaria con el consiguiente aumento inflacionario; un déficit fiscal persistente puede llevar a una pérdida de confianza en la economía (aumento riesgo país) afectando la inversión y el crecimiento económico.
La primera traición de Milei estriba en el ocultamiento a la opinión pública de que el superávit fiscal también puede alcanzarse mediante un aumento de los ingresos fiscales generado por un mayor nivel de actividad económica y una distribución más equitativa de los impuestos.
La segunda traición de Milei es el engaño sobre los reales destinatarios del ajuste que el gobierno está llevando adelante contra viento y marea, que no fueron los miembros de la casta, sino los jubilados, los trabajadores en general y los educadores y los médicos en especial, todos víctimas de la reducción extrema de los gastos en materia de salud, educación, la parálisis de la obra pública y la falta de transferencias a las provincias contempladas en la legislación argentina, todo acompañado por un incremento insostenible de la deuda externa y la pérdida de soberanía que impone el FMI.
Como no puede ser de otra manera, esas medidas extremas de ajuste provocan bajas en el consumo de los alimentos y demás bienes que componen la canasta básica, cierre de empresas, desempleo, reducción de la capacidad de consumo de los sectores populares y medios que conducen a una baja de los ingresos fiscales, reducción de las inversiones, incluyendo la salida del país de empresas multinacionales, aumento del riesgo país y fuga de divisas, todo lo cual obliga a un mayor endeudamiento con el FMI, completando así un ciclo recesivo que se realimenta sin fin a la vista. Toda esta cuesta abajo es acompañada por mayores beneficios a la renta financiera con el consecuente aumento del consumo de bienes suntuarios, de las importaciones y de la salida de divisas por la fuga de divisas y un aumento explosivo del turismo al exterior.
Todo parece indicar que este camino –ya ensayado con pésimos resultados por los gobiernos de la dictadura cívico-militar, de Carlos Menem, Fernando de la Rúa y Mauricio Macri–, sin posibilidad de marcha atrás, conduce hacia una crisis económica y social que pondrá fin al gobierno de Milei, tal como ya ocurrió en los casos anteriores. A iguales recetas debemos esperar iguales resultados.
La salida de este infierno estriba en lograr un superávit fiscal basado en un crecimiento sostenible de la actividad económica que impulse una mejora del consumo, el incremento de la producción y del empleo; todo ello acompañado por una mejor y más justa distribución de los ingresos, así como por una reforma impositiva razonable y un combate a fondo de la fuga de divisas, que hoy se van por la canaleta en vez de contribuir con el desarrollo nacional.
Al grito de “viva la libertad, carajo” Milei ganó las elecciones con la promesa de que la libertad de mercado solucionaría todos los problemas del país y lo conduciría al paraíso.
La realidad demuestra que la libertad de mercado impulsada por Milei solo benefició a unos pocos, cada vez más escasos, en detrimento de las grandes mayoría, cada vez más numerosas.
Los resultados quedan a la vista con el cierre de empresas, el aumento del desempleo y la reducción de la capacidad adquisitiva que aqueja a la mayoría de la población en favor de un número muy reducido de personas y fondos de inversión que no solo se benefician de la renta financiera o del ejercicio monopólico de sus empresas, sino que además fugan al exterior las divisas obtenidas.
Pero la traición de Milei no solo comprende los resultados de una libertad de mercado descontrolada, sino que ahora y ante los catastróficos resultados de su gestión, el Presidente no viene dudando en coartar esa libertad, entre otras medidas mediante el control del tipo de cambio, el manejo arbitrario de las tasas de interés y el otorgamiento de trato preferencial a los gobernadores con peluca.
A este respecto Milei traicionó a todos los argentinos, y también a sí mismo.
La lucha contra la corrupción
Junto a la libertad de mercado Milei se presentó ante el electorado como un abanderado de la lucha contra la corrupción, que con la complicidad de la mayoría de los medios de comunicación masiva, siempre fue adjudicada a los K.
Primero fue la estafa del caso $Libra, promocionada por el propio Milei como fuente de financiamiento de las pymes y que resultó en miles de damnificados, tanto de nuestro país como del exterior, caso que se encuentra bajo análisis de la Justicia argentina y la de Estados Unidos.
Ahora venimos a enterarnos de la corrupción cruelmente basada en la compra de medicamentos para personas discapacitadas a las que, por otra parte, se les niega la debida atención. Las grabaciones en que se fundamenta la denuncia no fueron denunciadas como falsas, como así tampoco fue denunciado ante la Justicia el funcionario que fue grabado.
También venimos a enterarnos de la venta de candidaturas de LLA para las elecciones de medio término.
Atónita la sociedad no descarta la aparición de otras maniobras de corrupción en un gobierno que se vendía a sí mismo como incorruptible.
Las opciones por delante
Una opción es continuar con las políticas que viene implementando Milei sobre la base de un ajuste fiscal ilimitado y a cualquier costo, que solo sería posible mediante una creciente represión a los jubilados, maestros y personal sanitario y a la mayoría de los trabajadores, acompañado de un mayor endeudamiento y del sometimiento de la soberanía al FMI y al gobierno de los EE.UU.
La segunda opción es la construcción de un consenso social y político para llevar adelante políticas económicas y sociales sostenibles en el largo plazo que procuren un incremento sostenido de la economía con una más justa y mejor distribución social de los resultados.
En síntesis, los argentinos tendremos que optar entre el modelo de la motosierra, la represión y el endeudamiento o el modelo sustentado en el trabajo, la producción y la soberanía.
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De: Caras y Caretas