Allá por marzo del 2003, en la prehistoria del kirchnerismo, Barrionuevo era senador y compartía banca con la actual vicepresidenta. En ese entonces, CFK, como presidenta de la comisión de Asuntos Constitucionales, le inició un proceso de expulsión del Senado por considerarlo el instigador de la suspensión de las elecciones a gobernador que se habían desarrollado a principios de ese mes y en las que se denunciaba que se habían quemado las urnas. Barrionuevo terminó zafando. El peronismo lo rescató con alineamientos políticos que, vistos con el prisma de la actualidad, resultan llamativos. Acompañaron el proyecto de Cristina Kirchner, entre otros, Gerardo Morales y Vilma Ibarra, que por aquel entonces tenían un buen vínculo con ella. Votaron en contra Jorge Capitanch, Diana Conti, José Alperovich y hasta José Mayans, que hoy no se mueve sin la aprobación de Cristina. Otra Argentina.
Desde aquel entonces, Barrionuevo siempre trabajó contra Cristina Kirchner. Era el sindicalista más duro con su gobierno, al punto de que apoyó la candidatura de Sergio Massa en el 2013, cuando enfrentó al kirchnerismo, y también fue aliado de Mauricio Macri.
En el 2018 dijo que Cristina era el “demonio”. En 2019 acompañó la candidatura de Roberto Lavagna y dijo que el kirchnerismo buscaba “impunidad” y que “los que están adentro salgan y los que tienen que entrar, no vayan”, en referencia a los presos por causas de corrupción durante el gobierno de CFK. En esa misma época decía que Alberto Fernández era “un pícaro y un vivo que nunca trabajó”. Durante muchos años, jamás intentó un acercamiento con el kirchnerismo. Pero ahora algo cambió.
En el último año, el poder de Barrionuevo en la Unión de Gastronómicos se vio desafiado por su ex cuñado Dante Camaño, hermano de su ex esposa, Graciela. Dante lidera el sindicato de Barrionuevo en la Ciudad de Buenos Aires. En paralelo, ese gremio fue una de los más golpeados por la pandemia del Covid-19. Y sigue siendo una de las industrias a las que les está costando recuperar el nivel de actividad, a pesar de los impulsos y programas que lanzó el Gobierno para promocionar el turismo. Además, el gremio liderado por Barrionuevo es uno de los apuntados para una reforma laboral, en la que se buscaría flexibilizar las condiciones para la contratación y el despido en bares y restaurantes. A sus representados no les gusta esto.
Converso Este presente explica mucho la disminución de la belicosidad de Barrionuevo. Ya no es tan duro con el kirchnerismo como era antes. Ahora los elogia y les agradece por las políticas que llevaron adelante. Así se lo hizo saber al ministro del Interior, el camporista Eduardo “Wado” De Pedro, quien participó de un congreso del sindicato de Gastronómicos en Mar del Plata. El saldo de la pandemia para el sector fue de 100 mil trabajadores menos, según afirmó el propio Barrionuevo, a pesar de haber recibido ayuda del Gobierno con los ATP y el programa PreViaje.
En ese acto, los elogios fueron recíprocos y cobran especial relevancia por ser “Wado” De Pedro quien los expone, porque es uno de los funcionarios más importantes que tiene Cristina en el Gobierno (y hasta hace dos años, Barrionuevo decía que CFK tenía que estar presa).
En su discurso, De Pedro afirmó que al principio de la pandemia Barrionuevo lo llamó y le dijo: “Somos el gremio más grande del país y el más perjudicado”. En ese momento, De Pedro le dijo que contara con él y empezaron a trabajar en opciones para compensar las pérdidas que estaba provocando el coronavirus. “Creo que fuiste uno de los fundadores del ATP, ¿no?”, le preguntó “Wado” a Barrionuevo. Este, tímido, afirmó con la cabeza. Barrionuevo no quiso dar mayores detalles sobre su acercamiento al kirchnerismo, porque de inmediato surgirían todas las preguntas acerca de los últimos años de pelea y críticas. NOTICIAS intentó comunicarse con él, pero no quiso hablar con este medio.
La de Barrionuevo y “Wado” es una alianza que le conviene a ambos. Por un lado el ministro suma voluntades por fuera del kirchnerismo duro y, por el otro, el sindicalista consigue respaldo en una época de vacas flacas, tanto a nivel gremial como personal. Separado de su ex, y sin la seccional más importante de su sindicato, tendrá años difíciles por delante.