Cuando todavía falta poco más de un mes para el fin del invierno, lo que implica una fuerte erogación para pagar las compras de gas importado, las reservas del Banco Central entran en etapa crítica. Si se quiere forzar una mirada hacia el “vaso medio lleno”, diremos que en las últimas tres jornadas hábiles la entidad que preside Miguel Pesce logró entrar en senda compradora: US$ 15 millones el miércoles, US$ 3 millones el jueves y US$ 1 millón el último viernes. Pero la realidad es que el vaso parece estar más vació que lleno. La última cuenta a pagar por energía marcaba unos US$ 50 millones. Y para peor, en los primeros 10 días del mes de agosto la pérdida neta de reservas por ventas que se hicieron para contener la demanda y frenar una suba en el tipo de cambio superó los US$ 1.200 millones.
Así, volvieron los cálculos sobre cuánto falta hasta llegar al fondo de la olla. También, las especulaciones y versiones sumamente delicadas sobre las alternativas que analiza la autoridad monetaria ante la delgadez en las reservas. Todo muy 2001. Y en consecuencia, las advertencias por las fuertes distorsiones que en numerosos mercados ocasiona la falta de divisas.
“No estamos como en las semanas de la salida de Guzmán, donde no había ninguna posibilidad de concretar operaciones importantes o incluso minoristas porque no había precios de referencia y el costo de reposición era una incógnita. Pero el nivel de incertidumbre sigue muy alto y sigue habiendo muchas dificultades para conseguir insumos básicos para producir. Es complicado ingresar maquinaria en la que se invirtió mucho. Bajó la efervescencia, pero hay muchos sectores que no logran reactivar”, marca un referente de la industria del interior de Córdoba.
Y si bien señala que no hubo líneas paradas –el freno de Renault de esta semana tuvo que ver con la escasez de micro conductores, un fenómeno global- sí se advierte que el clima se mantiene enrarecido y se está lejos de desmontar el laberinto burocrático o sortear los obstáculos para acceder al mercado libre de cambios para ingresar mercadería o insumos.
Falta claridad. En los círculos industriales de Córdoba siguen reconociendo que la dirección que le imprimió Massa a la gestión de la economía es la correcta, los anuncios están en línea, aunque faltan medidas de fondo y sobretodo, concretas. El blef que generó la cuasi designación de Gabriel Rubinstein como vice ministro tampoco ayudó.
“El comentario entre los colegas es que se sobregiró Massa. Generó más expectativas de lo que en realidad logró. No se vieron todavía medidas concretas. Y en esto no hay magia, las medidas que se tienen que tomar van a ser duras”, dicen.
Analizando el punto crítico, las reservas, un industrial con vínculo con el sector primario señaló: “Los US$ 5000 millones que prometió Massa son relativos porque todo lo que adelantas, es algo que después te va a faltar. El único instrumento que haría que el productor pueda definir ventas es que por 30 días, 45 días hagan una baja de las retenciones. Eso se reflejaría en el precio de forma directa y eso puede activar ventas. Los otros esquemas que se lanzaron no tocan a los productores”.
La lectura que hacen los industriales redondea un par de ideas fuerza: que el problema de fondo sigue siendo la tensión política y que la solución llegará cuando se defina desatar ese nudo: “Eso se ve cuando analizas que lo que quiere hacer Massa no es muy distinto de lo que quiso hacer Guzmán. Dicho esto hay que remarcar algo, estamos en una situación complicada pero no es el 2001, hay atraso cambiario, pero no es el del 2001. Los precios de los commodities no tienen relación a lo que eran, hoy el sistema bancario está bien y el endeudamiento del sector privado en dólares era muy distinto al que tenemos hoy. Entonces acá hay un problema de confianza. Acá lo que hay que generar es un shock de confianza para los distintos actores económicos. En ese sentido el gobierno está muy condicionado para eso, porque tiene muchas complicaciones políticas”, apuntó un dirigente con silla en la UIC.
Misma dinámica. Un paper de Consultation Financial Services marca que la aceleración inflacionaria vista semana es el mejor termómetro de la velocidad del deterioro macro. Y advierte que las medidas implementadas hasta ahora por el nuevo ministro (postergación de vencimientos en pesos y fuerte suba de tasas de interés) no implican, por ahora, un cambio de la dinámica sino una postergación aumentada de sus impactos.
“En el plano cambiario es donde el tiempo corre más rápido: el gobierno ya casi no cuenta con reservas netas. La inacción dada por la falta de medidas responde a una limitación macro (una devaluación del TC oficial no es viable en este contexto) y a otras políticas: avanzar en un esquema de desdoblamiento cambiario requiere de un aval del FMI, que recién esta semana comenzó a discutirse”, remarcan.
Shock antiinflacionario. Por su parte Víctor Beker, director del Centro de Estudios de la Nueva Economía de la Universidad de Belgrano, analizó el escenario inflacionario, ratificado por el 7,4% que alcanzó el alza de los precios minoristas de julio.
Según su análisis, el 7,4% mensual verificado el mes pasado equivale a una inflación del 135% anual. Y asegura que si no se adopta un plan antiinflacionario, las perspectivas para el año pasan por un incremento de precios en el orden del 100%.
“Este es el mayor desafío que enfrenta la flamante conducción económica: poner en marcha un plan coordinado y consistente de medidas fiscales, monetarias, cambiarias y de ingresos que asegure una drástica baja de la inflación. La clave reside en tomar este grupo de medidas conjuntamente. Difícilmente el gradualismo sea una opción. El desborde inflacionario impone un tratamiento de shock si se quiere evitar recaer en la hiperinflación", completó.
Errores sistémicos. La delicada situación de las reservas y la escasez de dólares disponibles para los sectores productivos también fue motivo de análisis por parte del economista Marcelo Elizondo. El director de la consultora DIN afirma que la tan mentada escases de dólares tiene, principalmente cuatro causas en el ambiente público: debilidad institucional que no garantiza derechos subjetivos (propiedad privada, plena vigencia de contratos autónomos, resolución de controversias con garantía de objetividad legal); desorden macroeconómico (fiscal, monetario, cambiario) que desincentiva proyectos empresarios de mediano y largo plazo; un sistema regulativo rigidizado incompatible con una economía mundial innovativa (el índice internacional de calidad regulativa apenas nos pone una calificación de 3 en un rango de 0 a 10); y la inexistencia de una arquitectura vincular internacional, especialmente por escasez de alianzas económicas con otros mercados (60% del comercio internacional planetario se genera entre países que han celebrado acuerdos de apertura reciproca, mientras solo 15% de nuestras exportaciones ingresan en mercados con esas preferencias).
A eso hay que agregar causas privadas. Como consecuencia, padecemos una bajísima tasa de inversión que nos desacopla de la evolución tecnológica, apenas contamos con 6 de las 100 mayores multinacionales latinoamericanas y nuestra competitividad sistémica cae año a año. Y el sistema se retroalimenta: las autoridades, ante los malos efectos de la exacerbación intervencionista, reaccionan con más intervencionismo. Las empresas difieren decisiones y omiten proyectos, los agentes económicos tratan de protegerse y actúan fuera o en el margen del sistema. Nuestras contrapartes extranjeras desconfían. Y los argentinos padecemos los efectos de esta tensión: somos el país de la región con menor porcentaje de empleo generado en el sector exportador”, concluye.