El periodismo en elecciones: expectativas y realidades

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    El poder suele referirse a “el periodismo” cuando hace sus críticas o quiere expresar su apoyo. En los primeros casos, se señala que el periodismo “falta a la verdad”, “no investiga”, “oculta”, “desinforma” o directamente “miente”. Con las críticas suelen estar las indicaciones sobre lo que debe hacer “el periodismo”. La política, en general, y los funcionarios, en particular, suelen dedicar a algún medio o a algún periodista una indicación acerca de cómo debería haberse tratado un tema. A veces, directamente, se señala si debería haber o no haberse ocupado de algo, como cuando se le señala una supuesta omisión injustificable.

    La campaña hacia las PASO no fue distinta. Solo con la novedad de que los temas más relevantes surgieron de la iniciativa ciudadana, como la revisión de las planillas de acceso a Olivos que fueron solicitadas por el tuitero @gonziver y por Poder Ciudadano. O la iniciativa de la Marcha de las piedras con que la ciudadanía quiso sanar el duelo colectivo. O los videos telefónicos que advertían de los abusos policiales durante la pandemia registrados a lo largo del país. Esos temas que molestan al poder, recuerdan que el periodismo no está solo al servicio de la agenda oficial, en la perspectiva que les gustaría a los protagonistas. Las quejas que expresa la política por ello, a su vez, recuerdan las presiones que pesan sobre el periodismo y el control de lo publicado que se hace desde las oficinas de prensa. La pregunta que puede dejar una cuestión abierta hacia las elecciones legislativas es a quién sirve el periodismo. Y, en cada caso, de qué tipo de periodismo estamos hablando.

    Aunque la generalización habla de la profesión como si fuera una y uniforme, no existe una única forma de ejercer el periodismo. La vasta investigación sobre el tema detectó varios modelos de periodismo diferentes en prácticas, fines y éticas. Una distinción la marca hacia quién está orientado el trabajo periodístico. Por ejemplo, si en la búsqueda de información se orienta al público o hacia las fuentes de poder. En el primer caso, se habla de periodismo de servicio, enfocado en la orientación de ciudadanos y consumidores, o de periodismo cívico, si el foco es la defensa y orientación en derechos ciudadanos. Entre los modelos orientados hacia el poder, los más conocidos son el periodismo de control basado en las investigación periodística y el técnicamente llamado facilitador, porque se ocupa de informar y difundir las novedades gubernamentales.

    El periodismo de servicio y el cívico tienen como objetivo central al público al que se dirigen. Hubo algunos ejemplos en la campaña de periodismo de servicio cuando se brinda al público información de interés general como las modificaciones en los lugares de votación, el protocolo Covid19 que se debe cumplir y demás precauciones al ejercer el derecho al sufragio en un contexto de pandemia. Más escaso fue la información de las candidaturas de las innúmeras boletas que se va a encontrar en el cuarto oscuro, más allá de unas pocas celebridades política. El periodismo cívico en Argentina suele hablar de las demandas y derechos ciudadanos a través de las manifestaciones sociales, a las que ahora se suma la expresión de voces de grupos sociales diversos en las redes sociales. La novedad de esta campaña es que fueron los ciudadanos quienes empujaron temas fuera de agenda electoral y plantea un desafío para el periodismo, en la medida si se limitará a copiar un tuit o construirá con las cuentas confiables una red colaborativa para la información ciudadana.

    El periodismo de control, también conocido como watchdog o perro guardián, por el contrario, se orienta hacia los actores del poder desde la investigación y la verificación de lo que dice la política. La agenda del poder también puede comentarse y difundirse tal y como es planteada desde el poder, con lo que el periodismo ejerce una función facilitadora. La campaña electoral cae una y otra vez en la perspectiva del periodismo facilitador cuando la política organiza un acto, el periodismo anuncia y comenta ese acto. La política aporta spots publicitarios polémicos, intervenciones de los políticos utilizando redes sociales, frases pronunciadas en los medios que generaron más adhesión o rechazo; y el periodismo se dedica a transcribirlas en sus espacios. Si el foco se pone en las listas, las alianzas, las declaraciones de la política, es bastante probable que caiga el desinterés de los espectadores en la medida en que las noticias están vacías de las inquietudes ciudadanas. Sin embargo, hay funcionarios que piden aun más protagonismo, más afinidad, más complacencia de los medios.

    Sabemos qué pide la política en épocas electorales. La apatía electoral muestra que la ciudadanía no sintoniza con su agenda ni con sus estilos. Un periodismo facilitador de esa agenda partidaria caería en la bolsa de indiferencia en que cayeron las candidaturas, con un efecto más lesivo para los medios que para la política. Esta se refrenda cada dos años, pero el periodismo lo hace todos los días. Nunca antes fue para el periodismo tan vital para su futuro decidir con quiénes se va a conectar. Si con los ciudadanos, donde está el público de los medios. O la política, donde tiene su fuente de información. Esa decisión no es solo conceptual, sino también es toda una toma de posición del modelo de negocios.

    * Adriana Amado y Nicolás Rotelli, investigadores en UADE

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