Polémica por una tecnología de reconocimiento facial que estaría a punto de recibir una patente

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    El Gobierno estadounidense dio luz verde a la empresa Clearview AI para avanzar con los derechos de autor sobre una tecnología de reconocimiento facial que puso a los congresistas y a los activistas por la protección de datos personales en llamas. Es que la búsqueda de rostros opera cruzando información disponible en Internet para encontrar coincidencias, servicio que la empresa le facilita a las autoridades judiciales para la prevención del crimen.

    Concretamente, la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos le dio el aval a la empresa fundada por Hoan Ton-That para explotar la tecnología a través de un “aviso de concesión”, es decir, un permiso preliminar para comercializar Clearview AI y asegurarse el lucro de un mecanismo que ahora estaría a disponibilidad de cualquier empresa que venda bienes y servicios. Concretados los trámites burocráticos, la empresa podría comenzar a vender su producto amparado por los derechos de Propiedad Intelectual.

    Se trata de un caso que pone de manifiesto varios debates actuales en materia de privacidad. Clearview AI es una plataforma estadounidense especializada en el desarrollo de tecnologías de reconocimiento facial que utiliza las redes sociales para procesar información y proveerla a las bases de datos gubernamentales.

    Pero en lo que muchos autores especializados en el tema llaman “era de la personalización“, los volúmenes de información personal alojados en Internet van más allá de los nombres, números de teléfono, dirección de correo electrónico, o imágenes que brindemos explícitamente. En ese contexto, la preocupación de los activistas por los derechos a la privacidad crece sobremanera, en tanto sostienen que tanto el sector público como el privado hacen uso de aquellos datos generalmente sin el consentimiento o incluso conocimiento de los usuarios.

    Por otro lado, según recopila el medio internacional Político, los defensores de los derechos civiles como la ONG Amnistía Internacional, argumentan que el uso de este tipo de tecnologías, comandadas en definitiva por humanos, presentan un sesgo cultural y son propensas al error porque tienden a identificar a mujeres y minorías en mayor proporción que a hombres blancos, lo cual se evidencia en una gran cantidad de arrestos equivocados.

    La preocupación también reside en el hecho de que el sector privado podría aprovechar esta concesión antes de que los entes reguladores y los legisladores puedan haber contemplado y discutido el alcance de los riesgos de una creciente vigilancia a partir del uso de datos biométricos.

    Desde Clearview, sin embargo, argumentan que la implementación de la tecnología se produciría con otros fines: “podría ser útil para un individuo que quiera saber más sobre una persona que está por conocer, ya sea por trabajo, una cita u otra relación”.

    Mientras tanto, Australia y el Reino Unido son dos de los países que ya acusaron a la empresa de quebrantar sus leyes de privacidad y protección de datos.

    Pero el otro actor fundamental en cuestión son las grandes corporaciones como LinkedIn, Twitter, Google, YouTube, entre otras, que le solicitaron a la desarrolladora de software que cese el uso de datos relevados de sus plataformas. Facebook se pronunció en el mismo sentido, pero porque se convertiría en la competencia de Clearview, ya que planea lanzar su propio sistema de identificación facial.

     

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