‘Ripper’, el pato almizclero australiano que aprendió a decir “maldito idiota”

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    La voz, entendida como la capacidad de la palabra, es producida en exclusiva por los seres humanos, pero algunos animales copian sonidos que suenan como si hablasen. De todas las especies de aves catalogadas, los científicos señalan a tres con dicha habilidad mimética: loro, colibrí y el pájaro cantor. Sin embargo, un pato almizclero macho, originario de Australia y criado en cautividad, habló, en lugar de graznar: hay una grabación de 1987 donde se le oye algo muy parecido a “You bloody fool” (maldito idiota). Llamado Ripper, la cinta de casete que lo recoge había pasado desapercibida, y ha sido recuperada por Carel ten Cate, experto en comportamiento animal de la Universidad holandesa de Leiden. El pato australiano imitaba también el ruido de un portazo y algo parecido a un murmullo, y hay datos de otros ejemplares de su clase, criados también en granjas, que hacían otro tanto con la tos de su cuidador o el resoplido de un poni que vivía al lado. Un hallazgo gozoso para los científicos, porque se trata de una especie de ave -fuera del trío conocido- capaz de reproducir sonidos.

    Este pájaro usa fonemas como los humanos para comunicarse

    Ten Cate preparaba una compilación sobre el aprendizaje vocal de los pájaros cuando leyó en un escrito una indicación sobre un pato almizclero macho de Australia (Biziura lobata, también llamado malvasía de papada), que imitaba la voz humana. “Era algo muy especial, así que traté de encontrar a la persona que lo grabó. Se llama Peter J. Fullagar y es ornitólogo”, dice el investigador, al teléfono. Fullagar le dijo que Ripper había sido atendido por personas desde que salió del huevo, y como las crías del pato almizclero dependen de su madre hasta que son casi adultos, “es posible que estuviera muy apegado a su cuidador humano y aprendiera a copiar su voz como una forma de comportamiento”. En la grabación, la palabra fool, en inglés, suena también foo o food, y se captó a menos de un metro de distancia. El pato almizclero debe su nombre al intenso olor que despiden los machos durante la temporada de apareamiento. Ellos tienen un lóbulo negro debajo del pico y son difíciles de estudiar por su agresividad y vigorosa defensa de su territorio. De unos 70 centímetros, el macho es mayor que las hembras y pueden pesar hasta 3 kilos (la hembra, cerca de 2 kilos).

    Fullagar grabó a otro ejemplar similar en el año 2000, y este imitaba el golpe de una puerta y después un silbido. Ambos estudiosos recibieron información de otras “vocalizaciones poco usuales por parte de ejemplares criados en el Reino Unido, pero no hay grabaciones”. La tos del cuidador, el resoplido de un poni vecino, “y una especie de hello (hola)” son los sonidos que se escuchan. Para sus análisis, ambos estudiosos crearon sonogramas con las distintas vocalizaciones de Ripper y el otro pato australiano, que resultaron ser muy similares a “You bloody fool” dicho por una voz humana. Después de estar en un corral provisional con una zona seca y otra con agua, Ripper pasó a un pequeño estanque con otras aves sacadas asimismo adelante en cautividad. Una de las hipótesis barajadas es que hubiera memorizado siendo muy pequeño un modelo vocal que solo reprodujo siendo adulto. Ten Cate explica: “Le grabaron cuando tenía 4 años y era sexualmente maduro, que es cuando emiten sonidos distintivos. Sabemos que las aves salvajes desarrollan su voz de forma progresiva, y los machos jóvenes contemplan los movimientos y oyen los juegos vocales de los adultos”. También le parece plausible que la imitación de la voz humana y del portazo por parte de Ripper no derivase de una frase completa, o bien del ruido del golpe mismo, sino de varias secuencias de sonido memorizadas a través de varias fuentes y luego emitidas juntas. “Se trata de un caso de evolución independiente del grupo en libertad y en su hábitat natural”, señalan los expertos en el trabajo. Una vez analizada a fondo la cinta, Ten Cate firmó, junto con Fullagar, el estudio correspondiente publicado en la revista británica Philosophical Transactions B, de la Royal Society.

    La producción vocal del pato Ripper se parece a los sonidos reproducidos por algunos mamíferos cautivos. Como una foca llamada Hoover, que sonaba a ratos a su cuidador. O bien Koshik, un elefante asiático que imitaba al humano más cercano a su rutina diaria. Ambos ejemplos figuran en el artículo de Ten Cate y Fullagar, y el holandés recuerda que los primates no cuentan con una estructura cerebral adecuada para un aprendizaje que les permita copiar la voz humana, a pesar de su proximidad a nosotros. “Cetáceos como los delfines y las ballenas producen sonidos distintivos. Lo que no sabemos aún es si esta capacidad tiene ventajas”, dice. Para averiguarlo, propone seguir investigando los mecanismos neuronales y vocales que permiten emitir sonidos, para entender por qué algunas aves aprenden a imitarlos y otras no.

     

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