La monja que describió el orgasmo femenino en 1151 y se convirtió en ícono de la liberación sexual

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    Hildegarda de Bingen fue entregada a la Iglesia por sus padres a la edad de 8 años. Fue una de las mujeres más sabias de la Edad Media.

    A Hildegarda de Bingen también se le conocía como “La sibila del Rin” por sus habilidades adivinatorias. También podríamos decir que fue algo así como una especie “Da Vinci de la Edad Media”: se desempeñó como médico, poetisa, sexóloga, compositora, física, consejera política y mucho más. Esta es su fascinante y misteriosa historia.

    Entregada a la Iglesia por su familia

    Hildegard von Bingen nació en una familia noble alemana en 1098. Fue la décima de sus hermanos y pasó enferma la mayor parte de su infancia. Sus padres eran fieles creyentes e hicieron algo que hoy sería impensable: la entregaron a la Iglesia como un diezmo (por ser la menor de los hijos) cuando ella tenía ocho años.

    Años después llegaría a decir que estaba agradecida a su familia por haberlo hecho, pues su vocación religiosa era muy fuerte.

    Es bien conocida por haber tenido visiones celestiales. La primera ocurrió cuando tenía apenas tres años. En 1141, cuando tenía 42 años, experimentó una visión que recibió como una instrucción directa de Dios: le instaba a “escribir todo cuanto viera y oyera”.

    Se sabe que padecía de fuertes dolores de cabeza que algunos historiadores han relacionado con sus supuestas visiones.

    Así es como se entregó de lleno al estudio, la escritura y el conocimiento en diversas áreas. Parte de su obra se le toma como una serie de visiones otorgadas por un poder divino.

    Desde temprana edad mostró una curiosidad natural por el mundo. También fue capaz de comunicarse e influir en los papas Eugenio III y Anastasio IV, hombres de estado, emperadores alemanes como Federico I y otras figuras notables como san Bernardo de Claraval.

    Este personaje fue fundamental en su vida, ya que gracias a su intervención evitó que fuera acusada de herejía por el papa. En cambio, logró que fuera reconocida por sus visiones divinas.

    El sexo, según las visiones de Hildegarda de Bingen

    Para ser monja, las ideas de la abadesa eran realmente revolucionarias para la época. Aunque defendía la castidad, no por ello negaba la realidad de biología humana (finalmente en ella también destacaba un pensamiento científico). Concebía el sexo como algo natural, no como fruto del pecado, y no negaba que el placer sexual era cosa de dos personas.

    Así describía el acto sexual, el orgasmo femenino y la eyaculación en su texto científico “Cause et cure”:

    “Tan pronto como la tormenta de la pasión se levanta con un hombre, es arrojado en ella como un molino”.

    “Sus órganos sexuales son entonces, por así decirlo, la fragua a la que la médula entrega su fuego. Esa fragua luego transmite el fuego a los genitales masculinos y los hace arder poderosamente”.

    “Cuando la mujer se une al varón, el calor del cerebro de ésta, que tiene en sí el placer, le hace saborear a aquél el placer en la unión y eyacular su semen”.

    “Y cuando el semen ha caído en su lugar, ese fortísimo calor del cerebro lo atrae y lo retiene consigo, e inmediatamente se contrae la riñonada de la mujer, y se cierran todos los miembros que durante la menstruación están listos para abrirse, del mismo modo que un hombre fuerte sostiene una cosa dentro de la mano”.

    Según los escasos datos que existen sobre su vida, falleció el 17 de septiembre de 1179, a los 81 años. Durante los siglos XIII y XIV varios papas, como Gregorio IX e Inocencio IV, ordenaron un proceso de canonización sin éxito.

    Su excelente reputación, extendida especialmente por toda Alemania, hizo que las diócesis alemanas aprobaran su culto (el cual se remontaba ya al siglo XIII, según diversas fuentes).

    Su vida se resume en nueve libros, setenta poemas, setenta y dos canciones y una obra de teatro. Sus libros se continúan imprimiendo y su música se interpreta ampliamente en la actualidad.

    Godofredo de Disibodenberg fue uno de sus biógrafos oficiales. También existe una novela que en tono de ficción narra los hechos sobre su vida: Hildegarda, escrita por Anne Lise Marstrand-Jørgensen.

     

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