¿Alguna vez has conocido a alguien que es el centro de atención adondequiera que vaya? Alguna característica misteriosa e indefinible lo distingue de todos los demás. Bueno, así fue hace dos mil años con Jesucristo. Pero no fue sólo la personalidad de Jesús que cautivó a las personas que lo oyeron. Los testigos de sus palabras y su vida nos cuentan que Jesús de Nazaret era distinto a todos los hombres.
Las únicas credenciales de Jesús fueron él mismo. Nunca escribió un libro, lideró un ejército, ocupó un cargo político ni fue dueño de ninguna propiedad. Solía viajar dentro de las cien millas alrededor de su pueblo, atrayendo a multitudes que se asombraban con sus palabras provocadoras y actos asombrosos.
Sin embargo, la grandeza de Jesús fue obvia para todos los que lo conocieron y oyeron. Y mientras que la mayoría de los grandes personajes finalmente se desvanecen en los libros de historia, Jesús sigue siendo el tema de miles de libros y de controversias mediáticas sin paralelo. Gran parte de esas controversias giran en torno a las afirmaciones radicales que hizo Jesús sobre sí mismo – afirmaciones que asombraron tanto a sus seguidores como a sus adversarios.
Fueron principalmente las afirmaciones únicas de Jesús que causaron que fuera visto como una amenaza tanto por las autoridades romanas como por la jerarquía judía. Si bien era un forastero sin credenciales ni base de poder político, en sólo tres años, Jesús cambió el mundo para los siguientes veinte siglos. Otros líderes morales y religiosos han causado un impacto – pero ninguno como ese desconocido hijo de carpintero de Nazaret.
¿Qué tenía Jesucristo que marcó la diferencia? ¿Fue meramente un gran hombre, o fue algo más?
Estas preguntas llegan al fondo de quién fue Jesús realmente. Algunos creen que él fue meramente un gran maestro moral; otros creen que simplemente fue el líder de la mayor religión del mundo. Pero muchos creen algo más grande. Los cristianos creen que Dios realmente nos ha visitado en forma humana. Y ellos creen en las pruebas que lo respalda.
Después de estudiar cuidadosamente la vida y las palabras de Jesús, un antiguo catedrático de Cambridge y escéptico, C.S. Lewis, llegó a una conclusión inesperada sobre Jesús que cambió el rumbo de su vida. Entonces, ¿quién es el verdadero Jesús? Muchos contestarán que Jesús fue un gran maestro moral. Al estudiar más profundamente a la persona más controvertida del mundo, empezamos por preguntarnos: ¿Jesús podría haber sido meramente un gran maestro moral?
¿Un gran maestro de la moral?
Incluso las personas de otras religiones reconocen que Jesús fue un gran maestro de la moral. El líder hindú Mahatma Gandhi elogiaba su vida honrada y sus palabras profundas.[1] Asimismo, el erudito judío Joseph Klausner escribió, “Es universalmente aceptado… que Cristo enseñó las más puras y sublimes éticas…lo cual arroja a la sombra a los preceptos morales y las máximas de los hombres más sabios de la antigüedad”.[2]
El sermón del monte de Jesús ha sido llamado la enseñanza más excelente de ética humana jamás pronunciada por una persona. De hecho, gran parte de lo que conocemos hoy como “igualdad de derechos” en realidad es el resultado de las enseñanzas de Jesús. El historiador no cristiano Will Durant dijo de Jesús que “él vivió y luchó incansablemente por la ‘igualdad de derechos’; en tiempos modernos él habría sido enviado a Siberia. ‘El más importante entre ustedes será siervo de los demás’ – ésta es la inversión de toda sabiduría política, de toda cordura”.[3]
Muchos, como Gandhi, han tratado de separar las enseñanzas éticas de Jesús de sus afirmaciones sobre sí mismo, creyendo que simplemente fue un gran hombre quien enseñó elevados principios morales. Ésta fue la propuesta de uno de los Padres Fundadores de los Estados Unidos de América, el Presidente Thomas Jefferson, que cortó y pegó un ejemplar del Nuevo Testamento, eliminando las secciones que él consideraba que se referían a la divinidad de Jesús, y conservando otros pasajes sobre las enseñanzas éticas y morales de Jesús.[4] Jefferson llevaba con él en todo momento su Nuevo Testamento cortado y pegado, venerando a Jesús como el que fuera quizás el mayor maestro moral de todos los tiempos.
De hecho, las palabras memorables de Jefferson en la Declaración de la Independencia tienen sus raíces en las enseñanzas de Jesús de que cada persona es de inmensa e igual importancia para Dios, sin tener en cuenta el sexo, la raza o el estatus social. El famoso documento establece, “Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables…”
Pero una pregunta que Jefferson nunca contestó fue: ¿cómo podría Jesús ser un gran líder moral si afirmó ser Dios en falso? ¿Pero Jesús en realidad afirmó su divinidad? Antes de analizar qué sostuvo Jesús, debemos estudiar la posibilidad de que simplemente fue un gran líder religioso.
¿Un gran líder religioso?
Sorprendentemente, Jesús nunca afirmó ser un líder religioso. Él nunca se metió en la política religiosa ni impulsó una agenda ambiciosa, y él se desempeñó casi totalmente fuera del marco religioso establecido.
Cuando uno compara a Jesús con los otros grandes líderes religiosos, surge una notable distinción. Ravi Zacarias ha estudiado las religiones del mundo y ha observado una distinción fundamental entre Jesucristo y los fundadores de otras grandes religiones. Todas las religiones proporcionan instrucciones sobre una manera de vivir. Pero solo Jesús ofrece la liberación, el perdón de los pecados y la transformación. “Jesús no solo enseñaba o exponía su mensaje. Él era idéntico a su mensaje”.[5]
La certeza de la observación de Zacarias es subrayada por la cantidad de veces en los evangelios que el mensaje de las enseñanzas de Jesús fue sencillamente “Ven a mí” o “Sígueme” o “Obedéceme”. Además, Jesús dejó claro que su misión principal era perdonar los pecados, que era algo que sólo Dios podía hacer.
En The World´s Great Religions (Las grandes religiones del mundo), Huston Smith observó que entre todos los líderes religiosos, solo Jesús afirmó ser divino.[6]
Y eso nos lleva a la pregunta de qué afirmó realmente Jesús acerca de sí mismo; específicamente, ¿Jesús afirmó ser Dios?
¿Jesús afirmaba ser Dios? Entonces, ¿qué ha convencido a tantos estudiosos de que Jesús afirmó que era Dios? El autor John Piper explica que Jesús afirmó tener poderes que pertenecían exclusivamente a Dios.
“…los amigos y enemigos de Jesús se desconcertaban una y otra vez por lo que él hacía y decía. Él podía estar andando por un camino, al parecer como cualquier otra persona, y entonces daba la vuelta de pronto y decía cosas como, ‘Antes de que Abraham naciera, ¡yo soy!’. O, ‘Quien me ve a mí está viendo al Padre’. O, muy tranquilamente, después de ser acusado de blasfemia, él decía, ‘Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados’. A los muertos él podía simplemente decirles, ‘Sal fuera’ o ‘Levántate’. Y ellos obedecían. A las tormentas en el mar les decía, ‘Quieto’. Y a la hogaza de pan le decía, ‘Conviértete en mil porciones’. Y se realizaba inmediatamente”.[7]
¿Pero cuál era realmente el significado de dichas afirmaciones? Es posible que Jesús fuera sólo un profeta como Moisés, Elías o Daniel? Incluso una lectura superficial de los evangelios revela que Jesús afirmaba ser más que un profeta. Ningún otro profeta había afirmado algo similar sobre sí mismo; de hecho, ningún otro profeta se ha colocado en el lugar de Dios.
Algunas personas sostienen que Jesús nunca dijo expresamente, “Yo soy Dios”. Es verdad que nunca dijo las palabras exactas, “Yo soy Dios”. Sin embargo, Jesús tampoco dijo de manera explícita, “Yo soy un hombre” ni “Yo soy un profeta”. Pero Jesús sin duda fue humano, y sus seguidores lo consideraron un profeta como Moisés y Elías. Por ello, no podemos descartar que Jesús es divino sólo porque él no dijo esas palabras exactas, así como tampoco podemos decir que no fue un profeta.
De hecho, las afirmaciones de Jesús sobre sí mismo se contradicen con la idea de que él simplemente fue un gran hombre o un profeta. En más de una ocasión, Jesús se refirió a sí mismo como el Hijo de Dios. Cuando se le preguntó a Bono, el cantante de U2, si él pensaba que era inverosímil que Jesús fuera el Hijo de Dios, él contestó:
“No, para mí no es algo increíble. La respuesta secular al relato de Jesucristo siempre es así: Él fue un gran profeta, obviamente era un tipo muy interesante, tenía muchas cosas que decir, como los demás grandes profetas,… Pero en realidad, Jesús no te permite eso. Él no te deja librarte tan fácilmente del tema. Jesús dice, “No. No estoy diciendo que soy un maestro, no me digan maestro. No estoy diciendo que soy un profeta….estoy diciendo que soy Dios encarnado”. Y la gente dice: No, no, por favor, se un profeta nomás. Podemos lidiar con un profeta”.[8]
Antes de analizar las afirmaciones de Jesús, es importante entender que él las hizo dentro del contexto de la creencia judía en un solo Dios (monoteísmo). Ningún judío creyente creería alguna vez en más de un Dios. Y Jesús creía en el único Dios, rezándole a su Padre como, “el único Dios verdadero”.[9]
Pero en esa misma oración, Jesús habló de haber existido siempre con su Padre. Y cuando Felipe le pidió a Jesús que les muestre al Padre, Jesús dijo, “Tanto tiempo como llevo con vosotros y ¿no has llegado a conocerme, Felipe? Quien me ve a mí está viendo al Padre”.[10] Entonces, la pregunta es: ¿Jesús estaba afirmando ser el Dios hebreo que creó el universo?
¿Jesús afirmó ser el Dios de Abraham y Moisés?
Jesús se refería a sí mismo de maneras que desconcertaban a sus seguidores. Tal como señala Piper, Jesús hizo la afirmación audaz de que, “antes de que Abraham naciera, ¡yo SOY!”[11] Le dijo a Marta y las personas a su alrededor, “Yo SOY la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera”.[12] Asimismo, Jesús decía cosas como, “Yo SOY la luz del mundo”[13], “Nadie llega al Padre sino por mí”[14] o, “Yo SOY la verdad” [15]. Éstas y otras afirmaciones suyas fueron precedidas por las palabras sagradas para nombrar a Dios: “Yo SOY” (ego eimi).[16] ¿Qué quiso decir Jesús con estas afirmaciones? ¿Y qué significado tiene el término “Yo SOY”?
Una vez más, debemos analizar el contexto. En las Sagradas Escrituras Hebreas, cuando Moisés preguntó a Dios su nombre en la zarza ardiente, Dios respondió, “Yo SOY”. Él le estaba revelando a Moisés que Él es el único Dios, que trasciende al tiempo y siempre ha existido. Increíblemente, Jesús usaba estas palabras sagradas para describirse a sí mismo. La pregunta es ¿por qué?
Desde el tiempo de Moisés, ningún judío practicante se referiría nunca a sí mismo ni a ningún otro hombre como “Yo Soy”. Por ello, las afirmaciones de “Yo SOY” de Jesús enfurecieron a los líderes judíos. Una vez, por ejemplo, algunos líderes le explicaron a Jesús por qué trataban de matarlo: “Porque tú, siendo hombre, te haces pasar por Dios” .[17]
El uso por Jesús del nombre de Dios enfureció a los líderes religiosos. Pero lo importante es que éstos estudiosos del Antiguo Testamento sabían exactamente lo que él estaba diciendo – él estaba afirmando ser Dios, el Creador del universo. Sólo esta afirmación habría conllevado la acusación de blasfemia. Entender a partir de estos textos que Jesús afirmó ser Dios claramente se justifica, no simplemente por sus palabras, pero también por la reacción a estas palabras.
C. S. Lewis inicialmente consideró que Jesús era un mito. Pero este genio literario que conocía los mitos muy bien concluyó que Jesús tiene que haber sido una persona real. Más aún, a medida que Lewis estudió las pruebas de la existencia de Jesús, se convenció de que Jesús no sólo fue real, sino de que fue diferente a cualquier otro hombre que haya vivido. Lewis escribió,
“Y allí está la verdadera sorpresa’ dice Lewis: ‘Entre estos judíos de pronto aparece un hombre que habla como si fuera Dios. Dice que puede perdonar los pecados. Dice que siempre ha existido. Dice que vendrá para juzgar al mundo al fin del tiempo”.[18]
Lewis pensaba que las afirmaciones de Jesús eran simplemente demasiado radicales y profundas para haber sido hechas por un maestro o líder religioso común. (Para ver un análisis más exhaustivo de la afirmación de Jesús de su divinidad, ver “¿Jesús afirmaba ser Dios?” http://y-jesus.org/spanish/more/jcg-jesus-afirmo-ser-dios/).
¿Qué clase de Dios?
Algunos sostienen que Jesús solamente estaba afirmando ser parte de Dios. Sin embargo, la idea de que todos somos parte de Dios, y que dentro de nosotros esta la semilla de la divinidad, simplemente no es un posible significado de las palabras y acciones de Jesús. Tales pensamientos son revisionistas, son ajenos a sus enseñanzas, ajenos a las creencias que expresó, y ajenos a cómo entendieron sus enseñanzas los discípulos.
Jesús enseñó que él es Dios de la manera que los judíos entendían a Dios y la manera que las Escrituras Hebreas describían a Dios, no de la manera en que el movimiento de la Nueva Era entiende a Dios. Ni Jesús ni su público habían sido criados viendo la Guerra de las Galaxias, por lo cual, cuando ellos hablaban de Dios, no estaban hablando de fuerzas cósmicas. Redefinir lo que Jesús quiso decir con el concepto de Dios es simplemente un mal enfoque histórico.
Lewis explica que: “Dejemos esto en claro. Entre los panteístas, como los hindúes, cualquiera podría decir que él es parte de Dios, o que es uno con Dios…Pero este hombre, dado que era un judío, no podría referirse a esa clase de Dios. Dios, en su idioma, significaba el Ser que está fuera del mundo, que lo había creado y era infinitamente distinto a cualquier otra cosa. Y cuando uno haya entendido eso, podrá ver que lo que dijo este hombre fue simplemente lo más escandaloso que alguna vez ha pronunciado un humano”.[19]
Por cierto, hay personas que aceptan a Jesús como un gran maestro, pero no están dispuestos a llamarlo Dios. Como deísta, hemos visto que Thomas Jefferson no tenía ningún problema con aceptar las enseñanzas de Jesús sobre la moral y la ética, a la vez que negaba su divinidad.[20] Pero como hemos señalado, y examinaremos en mayor profundidad, si Jesús no era quien afirmaba ser, entonces debemos analizar algunas otras alternativas, ninguna de las cuales harían de él un gran maestro moral. Lewis argumentó, “Lo que estoy tratando de impedir es que alguien diga esa cosa realmente absurda que la gente a menudo dice de Él: ‘Estoy listo para aceptar a Jesús como un gran maestro moral, pero no acepto su afirmación de ser Dios’. Esa es la única cosa que no debemos decir”.[21]
En su búsqueda de la verdad, Lewis sabía que respecto de la identidad de Jesús sólo podía ser la una o la otra. O Jesús era quien afirmaba ser – Dios encarnado – o sus afirmaciones eran falsas. Y si éstas eran falsas, Jesús no podría ser un gran maestro moral. Él estaría mintiendo intencionalmente o sería un demente con un complejo de Dios.
¿Es posible que Jesús estaba mintiendo?
Aún los críticos más severos de Jesús rara vez han dicho que era un mentiroso. Sin duda, esa etiqueta no concuerda con las elevadas enseñanzas morales y éticas de Jesús. Pero si Jesús no es quien afirmaba ser, debemos considerar la opción de que él engañaba a todos intencionalmente.
Uno de los trabajos políticos más conocidos y más influyentes de todos los tiempos fue escrito por Nicolás Maquiavelo en 1532. En su obra clásica, El Príncipe, Maquiavelo exalta el poder, el éxito, la imagen y la eficiencia por encima de la lealtad, la fe y la honestidad. Según Maquiavelo, mentir está bien si logra un fin político.
¿Podría Jesucristo haber construido toda su vida pastoral a partir de una mentira sólo para obtener el poder, la fama o el éxito? De hecho, los opositores judíos de Jesús trataron constantemente de exponerlo como un fraude y un mentiroso. Ellos lo inundaban con preguntas a fin de tenderle una trampa para que se contradijera. Sin embargo, Jesús respondía con una notable coherencia.
La pregunta que debemos analizar es, ¿qué podría motivar a Jesús a vivir su vida entera como una mentira? El enseñó que Dios se oponía a la mentira y a la hipocresía, por lo cual, él no lo estaría haciendo para complacer a su Padre. Él claramente no mintió para beneficio de sus seguidores, dado que todos menos uno fueron martirizados por no renegar de su Divinidad (ver “¿Los apóstoles creían que Jesús es Dios?” Y entonces, nos quedamos con sólo dos explicaciones razonables, cada una de las cuales es problemática.
Beneficio.
Mucha gente ha mentido por ganancia personal. De hecho, la motivación de la mayoría de las mentiras es algún beneficio percibido para uno mismo. ¿Qué podría haber esperado ganar Jesús al mentir sobre su identidad? El poder sería la respuesta más obvia. Si la gente creía que él era Dios, él tendría un enorme poder. (Es por eso que muchos líderes antiguos, tales como los Césares, afirmaban su origen divino.)
El problema con esta explicación es que Jesús rechazó todos los intentos de posicionarlo para el poder establecido, y más bien criticó duramente a aquellos que abusaron de dicho poder y vivieron sus vidas persiguiéndolo. Además, él optó por acercarse a los marginados (las prostitutas y los leprosos), aquellos que no tenían poder, creando una red de gente cuya influencia era menos que cero. De una manera que sólo puede ser descrita como extraña, todo lo que Jesús hizo y dijo iba en dirección diametralmente opuesta al poder.
Parecería que, si el poder fue la motivación de Jesús, él habría evitado la cruz a toda costa. Sin embargo, en varias ocasiones, él les dijo a sus discípulos que la cruz era su destino y misión. ¿Cómo podría morir en una cruz romana traerle a uno poder?
La muerte, por supuesto, pone todo en perspectiva. Y mientras que muchos mártires han muerto por una causa en la que ellos creían, pocos han estado dispuestos a morir por una mentira conocida. Sin duda, toda esperanza para la propia ganancia personal de Jesús habría terminado en la cruz. Sin embargo, hasta su último suspiro, él se negó a renunciar a su afirmación de ser el único Hijo de Dios. El estudioso del Nuevo Testamento J.I. Packer señala que este título es una afirmación de la divinidad personal de Jesús.[22]
Un Legado.
Por lo tanto, si Jesús estaba por encima de mentir para su propio beneficio, quizás sus afirmaciones radicales fueron falseadas con el propósito de dejar un legado. Pero la posibilidad de recibir una tremenda paliza y ser clavado a una cruz enfriaría rápidamente el entusiasmo de la mayoría de las superestrellas en potencia.
Y hay otro hecho fascinante. Si Jesús simplemente hubiera renunciado a su afirmación de ser el Hijo de Dios, él nunca habría sido condenado. Fue su afirmación de ser Dios y no estar dispuesto a retractarse de ello que lo llevó a la crucifixión.
Si aumentar su credibilidad y reputación histórica fue lo que motivó a Jesús a mentir, hay que explicar cómo un hijo de carpintero de un pueblo pobre de Judea pudo prever los eventos que catapultarían su nombre a la prominencia mundial. ¿Cómo sabría que su mensaje sobreviviría? Los discípulos de Jesús habían huido y Pedro lo había negado. No es precisamente la fórmula para dar inicio a un legado religioso.
¿Los historiadores creen que Jesús mintió? Los estudiosos han analizado en detalle las palabras y vida de Jesús para ver si hay alguna evidencia de un defecto en su carácter moral. De hecho, incluso los más ardientes escépticos están sorprendidos por la pureza moral y ética de Jesús. Según el historiador Philip Schaff, no hay evidencia, ni en la historia de la iglesia ni la historia secular, de que Jesús haya mentido acerca de algo. Schaff argumentó,“¿Cómo, en nombre de la lógica, el sentido común y la experiencia, podría un hombre mentiroso, egoísta y depravado haber inventado, y continuamente mantenido desde el principio hasta el fin, el más puro y noble carácter conocido en la historia con el más perfecto aire de verdad y realidad?”[23]
La opción de mentiroso parece nadar contra corriente ante todo lo que Jesús enseñó, vivió, y por lo que murió. Para la mayoría de los estudiosos, simplemente no tiene sentido. Sin embargo, para negar las afirmaciones de Jesús, uno debe ofrecer alguna explicación. Y si las afirmaciones de Jesús no son verdaderas, y él no estaba mintiendo, la única opción que queda es que él debió haberse engañado a sí mismo.