En su búsqueda por diversificar la economía y dejar la dependencia del petróleo, el príncipe heredero Mohammed bin Salman de Arabia Saudita ordenó construir The Mirror Line (Línea de Espejos), un edificio lineal de 170 km de largo en el noroeste del país, donde podrían vivir cinco millones de personas y que estará recubierto de vidrios espejados.
Según reveló The Wall Street Journal, la construcción implicará el desembolso de un billón de dólares por parte del gobierno saudí y será diseñado "en torno a las personas, en lugar de los automóviles", según la propaganda oficial. El proyecto deberá rivalizar con las pirámides de Egipto, ordenó el príncipe.
De acuerdo a la información, una vez terminada esta "ciudad lineal" se recorrerá en 20 minutos con un tren de alta velocidad que pasará por debajo de los edificios, tendrá un estadio de fútbol a más de 300 metros de altura; y además, contendrá jardines y granjas verticales para que sus residentes puedan sembrar, cultivar y cosechar los alimentos de estación todo el año. Finalmente, también tiene previsto un puerto para yates.
Una ciudad faraónica
La "Línea de Espejos" fue diseñada por el estudio estadounidense Morphosis Architects, cuyo fundador -Thom Mayne- tiene un Premio Pritzker de Arquitectura. Y será construido por etapas, con estructuras de 790 metros de largo que se irán conectando.
La iniciativa consta de la construcción de un "rascacielos horizontal" y espejado de 487 metros de altura -más alto que el Empire State Building-, dividido en dos bloques paralelos que estarán conectados a través de pasarelas, calles y una vía de tren, de acuerdo a la página oficial del proyecto.
Entre ambos bloques habrá una distancia de 200 metros, y en total, todo el proyecto estará resuelto en una superficie de 34 kilómetros cuadrados, que podría llegar a albergar hasta nueve millones de personas. La construcción será sobre un terreno costero, desértico y montañoso; unirá al golfo de Aqaba con el desierto, y según los planos, se levantará una aerotrópolis, un suburbio en torno a un aeropuerto que unirá a la nueva ciudad con el resto del mundo.
Desafíos financieros y ambientales
La propuesta requiere inversión extranjera con una previsión de crear 380 mil puestos de trabajo hasta 2030, plazo para terminarlo impuesto por el príncipe Mohammed. Aunque una evaluación-de enero de 2021- señaló que el proyecto podría tardar mucho más: unos 50 años.
Como sea, lo cierto es que el faraónico proyecto del príncipe saudí no habría entusiasmado a los inversores, entre otros motivos, porque países y empresas occidentales evitan realizar negocios con el reino y en particular, con el príncipe, el gobernante de facto, por cuestionamientos sobre derechos humanos tras el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en 2018.
De todos modos, la visita de Joe Biden al reino la semana pasada, su reunión -y foto- con el príncipe Mohammed tuvo un alto perfil que le puede servir para salir de ese aislamiento occidental y allanaría el camino para que lleguen las inversiones al reino.
Así todo, levantar esta estructura urbanística no será una tarea fácil para los ingenieros, planificadores, y obreros. El primero reto al que se enfrenta este proyecto es el plazo de finalización que se impuso a través del plan de transformación nacional del príncipe. Además, se deben resolver otros problemas como la gestión de la migración de millones de aves a través de los corredores que cruzará la estructura.
En tanto, los empleados de NEOM plantearon la posible resistencia de las personas a habitar en un edificio de esas características tras la pandemia, al tiempo que cuestionaron que el gran tamaño de la estructura podría alterar la dinámica del flujo de aguas subterráneas en las ramblas del desierto y restringir el movimiento de las aves y otros animales.