Desde que Francisco asumió al frente de Iglesia Católica, insistió sobre una premisa que considera fundamental. El Sumo Pontífice expresó en más de una oportunidad su deseo de que le “gustaría una iglesia pobre y para los pobres”. Sin embargo, en su propio país no parecen hacerle caso. Un eclesiástico nacido en España pero que oficia en la Argentina desde hace más de cuarenta años es, sin dudas, el cura más rico del país. Se llama Tomás Llorente Martínez y tiene un patrimonio llamativo, que incluye cuentas en el exterior -incluso una no declarada en Suiza- y también dinero obtenido mediante herencias, algo que su congregación le prohíbe. No solo eso: el sacerdote, que tenía plata en negro, ingresó al blanqueo de capitales lanzado durante el gobierno de Mauricio Macri. Y se podría decir que es empresario además de cura, porque integra el directorio de una importante inmobiliaria, Bordelongue y Cía SRL.
Llorente Martínez, de 79 años, es desde 1982 el párroco de Manuel Alberti, localidad del partido de Pilar, y en 1992 asumió al frente de la Capilla Nuestra Señora de Luján, que funciona dentro del exclusivo Tortugas Country Club, uno de los barrios privados más onerosos del país. Sin embargo, lejos de ceñirse al estereotipo de un funcionario eclesiástico y su voto de pobreza, las cuentas de Lorente Martínez muestran un patrimonio que no se condice con el de un sacerdote.
Dinero
“Si uno mira el dinero que maneja se da cuenta que es excesivo para un cura”, explica a NOTICIAS una fuente que conoce sobre los movimientos financieros de Llorente Martínez. De acuerdo a los documentos que constan en la AFIP consultados por este medio, en su declaración jurada el sacerdote declaró poseer más de 28 millones de pesos en cuentas en el exterior, repartidos en diferentes bancos españoles, y otros 3 millones en el país. Además, siempre de acuerdo a sus propios registros, el párroco declaró también la posesión de más de 35 mil dólares en efectivo.
Pero eso no es todo, ya que, de acuerdo a una notificación que le envío la misma Adminsitración Federal de Ingresos Públicos, Llorente Martínez omitió declarar una cuenta que también posee en Suiza. Según esta intimación, el eclesiástico declaró en el 2018 que la cuenta estaba vacía, pero la AFIP cruzó información con el país alpino y descubrió que, por el contrario, sí estaba activa. De acuerdo a la intimación que le envió el ente fiscal, las tenencias financieras ascendían a 49.900.615 pesos al cambio de ese momento, un monto que en el marco de la actual situación económica ascendería a una cifra mucho mayor.
“No sabemos qué es peor, si saber que tiene ese patrimonio siendo un cura, o el hecho de que no lo tenía declarado, en negro”, dice, mitad en broma y mitad en serio otra de las fuentes consultadas por este medio. Aprovechando la coyuntura nacional, Llorente Martínez ingresó al blanqueo de capitales que se lanzó en la gestión macrista. “Me atrevo a decir que es el único cura que vamos a conocer que formó parte del blanqueo. No hay ningún otro que tenga cuentas secretas en el exterior y mucho menos con tanta plata”, explican a NOTICIAS fuentes cercanas a la Iglesia.
Llorente Martínez pertenece a la congregación de los Misioneros de la Sagrada Familia. Ellos no sólo realizan un voto de pobreza, sino que también, al igual que otras congregaciones que forman parte de la Iglesia católica, tienen vedado el tener cuentas en el exterior. Otro de los apartados en los que quedan excluidos es el de recibir herencias para usufructo personal. Sin embargo, Llorente Martínez fue el beneficiario de una herencia de una persona que había fallecido sin descendencia y le habría dejado todos sus bienes a él. “Él no administraba los bienes, lo hacía otra persona, pero ahí había un negocio y eso no se condice con lo que debería ser la vida de un sacerdote”, confían a NOTICIAS quienes vieron de cerca ese expediente. Incluso, Llorente Martínez vendió hace sólo unos meses el último terreno que había heredado y también por una cuantiosa cifra en dólares.
Los vínculos con la compra y venta de inmuebles no acaban ahí, ya que además, lejos de la austeridad que su congregación lleva como seña, el sacerdote integra el directorio de una importante inmobiliaria. Sí, es empresario. En el 2019 fue designado como gerente de Bordelongue y Cía SRL, junto al ex polista Francisco Emilio Dorignac, fallecido en el 2021, quien a su vez fue el presidente del Club Tortugas desde 1980. Dorignac es señalado en la zona como una de las personas más influyentes de la región y no sólo comandaba los destinos del exlusivo country, entre otros negocios, sino que además dirigió la Asociación Argentina de Polo en tres oportunidades y fue consejero del Comité Olímpico Argentino.
Antecedentes
Llorente Martínez vive en una residencia en un terreno aledaño a la Parroquia de Manuel Alberti, localidad en la que se afincó en 1982. Sin embargo, su destino pudo haber sido otro. Tras ordenarse sacerdote, su deseo era misionar en América, pero no en Argentina, sino en Chile. Sin embargo, luego del fallecimiento del parróco de la Iglesia Nuestra Señora de Fátima en Tortuguitas, fue encomendado con la misión de ser su reemplazo, en principio por un término de tres años. Pero si bien el sacerdote describe su llegada al país como algo casi fortuito, lo cierto es que no fue azaroso. “Él pertenece a una congregación, no al clero diocesano. Su llegada al país se produce a través de la OCHSA (Obra para la Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana) y no vino solo sino que lo hizo con otros dos sacerdortes”, explican.
La OCHSA es una institución creada por la jerarquía católica de España para colaborar con la Iglesia católica en Latinoamérica, por lo cual es normal que misioneros de aquel país lleguen a la Argentina. A principios de la década del 80 fue que Martínez Llorente vino junto con otros dos curas. Uno era José Ramón Villa, quien antes de fallecer llegó a ser vicario general de Pilar. Estuvo detenido, acusado de haber encubierto al cura abusador Napoleón Sasso. El otro religioso en arribar al país fue el sacerdote Justo Rodríguez Gallego, hoy obispo auxiliar de la Diócesis Zárate-Campana y al que algunos señalan como quien se encargaría de tapar cualquier desaguisado de su compatriota. “Claramente, desde los roles y lugares que fueron ocupando, fueron tejiendo contactos con personas con poder e influencia y ellos también fueron ganándolo”, explican quienes conocen el funcionamiento de la diócesis y cómo estos tres sacerdotes fueron forjando su lugar dentro de ella.
“El rol de Llorente Martínez fue, durante la época en que el obispo era monseñor Rafael Rey, el de hacerse cargo de todo lo referente a la administración de los colegios católicos. Era el vicario plenipotenciario para todos las escuelas, un lugar clave en el que su figura creció mucho dentro de la comunidad”, detallan. En el 2009, el cura fue removido luego de que se descubriera que había maniobras poco claras con el manejo de fondos que estaban bajo su órbita, y la adminsitración fue puesta en manos de un cuerpo de laicos por decisión del entonces obispo Oscar Sarlinga.
Tras ser exonerado de su cargo oficial en la educación religiosa, Llorente Martínez montó una estructura no perteneciente al obispado pero con la función de servir a la comunidad. Así nació en el 2011 la fundación “Ayudar a soñar”. “Estas actividades extracurriculares no quedan sujetas a los aportes del Estado o la Iglesia. Y esto es un diferencia clave porque fundaciones como la que él creó no pertenecen a una persona jurídica como puede ser el obispado y, al escapar de la órbita de la Iglesia, es muy difícil controlar su funcionamiento”, dicen a NOTICIAS. La fundación tiene como fin ulterior la ayuda a la infancia. Cuenta con un apoyo escolar, un centro cultural donde también se da catecismo y un hogar de ancianos. Y desde Pilar afirman que, aunque podría funcionar mejor, sí brinda asistencia social.
Pero precisamente la existencia de esta fundación es la excusa que utiliza el cura cuando es cuestionado por sus cuentas en el extranjero. “Él explicó que toda la plata en sus cuentas era de donaciones a la fundación, pero nunca llegó. De hecho, 'Ayudar a soñar' realiza colectas constantemente para subsistir y con el dinero que tiene en el exterior le sobraría para solventarse muchísimo tiempo”, comentan desde Pilar.
Dueño de una personalidad carismática e imponente, Llorente Martínez logró que muchos de sus fieles feligreses destinaran donaciones a su fundación y siguió tejiendo vínculos con ellos. Así su poder fue creciendo. “Además de haber estado a cargo de la iglesia del Tortugas, es director espiritual del Colegio Moorlands, que es el colegio más rico de Pilar”, agregan. Llorente Martínez es más que un simple sacerdote. Blanquea plata, tiene cuentas en el exterior e integra el directorio de una inmobiliaria. Es el cura empresario.
De Noticias