Lewis Hamilton hubiera ganado el título en Turquía con un abandono, podría haber igualado al mito de Michael Schumacher con una actuación pobre, intrascendente.
Pero el nuevo heptacampeón estuvo a la altura de la gesta a la que se acercaba en unas condiciones terribles para el automovilismo, sobre un asfalto impracticable y con lluvia intermitente. Hamilton fue este domingo, en Estambul, el mejor piloto de su generación. El único capaz de aguantar cincuenta vueltas con el mismo neumático hecho trizas. El que aventajó en más de medio minuto a todos los demás haciendo una parada menos. Hamilton es la estrategia buena.
El británico de 35 años logró en el GP de Turquía su décima victoria del año con una exhibición que sólo está al alcance los más grandes y le acompañaron en el podio Checo Pérez y Sebastian Vettel. Fue una carrera épica, que enamora, que atraerá aficionados al campeonato para el año que viene. Un antídoto para el modo siesta que tantas veces ha infligido el siete veces campeón. Pasó de todo, y todo estuvo bien.
En la salida, bajo la lluvia, Stroll defendió su pole por delante de Checo, pero falló Verstappen. Las mejores arrancadas las firmaron Lewis, Vettel y Sainz. El alemán de Ferrari resucitó en uno de sus circuitos talismán y dio espectáculo, regresó a tiempo. Pasó a Hamilton, le contuvo detrás, pelearon con sus once coronas a cuestas durante varias vueltas. En cuanto al madrileño, del 15º en la parrilla pronto se erigió noveno tras Ricciardo. Manos de rally en una pista deslizante. Verstappen, mientras tanto, trompeó persiguiendo a Checo porque se escapaban los Racing Point e inició la cadena de despropósitos en un domingo que podía haber saldado con victoria. Cometió varios errores, aunque terminó sexto por delante de su compañero después de pelear ambos por el triunfo.
A partir de la séptima vuelta se cambiaron los neumáticos, de lluvia extrema a intermedios, con el que a la postre se podría hacer toda la carrera, pero se mantuvo cierto orden en una pista que ofrecía pocas oportunidades de adelantamiento. Hasta que no se abrió el DRS, a la mitad, las puertas estaban cerradas. Llegaron las alternativas cuando a 20 vueltas del final, Stroll y los Ferrari hicieron una segunda parada. Checo y Hamilton, dos que saben ahorrar, no.
El inglés peleo contra el mexicano, bravísimos ambos, le adelantó y se fue a por la gloria hasta aventajarle en 30 segundos. Por detrás venían como aviones los tres Ferrari, Leclerc, Vettel y Sainz (con permiso de McLaren), quienes habían superado por la calle de boxes a dos Red Bull demasiado excitados. En la última vuelta, Leclerc alcanzó a Checo y se tiró, pero acabó colado en la Curva 12 y le pasó Vettel. El alemán acabaría así tercero, de vuelta en el podio con su mejor carrera en mucho tiempo. Por poco no lo hizo también Sainz, quinto final. No hay quinto malo en esta F1.
Stroll se derrumbó hasta el noveno puesto con ese segundo cambio de neumáticos, a los que no llegó a extraer nada de rendimiento. Con todo, desde la pole no hizo una mala carrera, porque la defendió hasta el ecuador con cierto margen. Le pasó Norris al final, octavo, y cerró los puntos Ricciardo, décimo, por delante de Ocon y los Alpha Tauri.
Fue un domingo para valientes en el que destacaron dos que no lo parecieron: terrible Nicholas Latifi, otro canadiense adinerado como Stroll, pero que en este caso no aspira a salir desde la primera posición de la parrilla. Fue doblado por todos, dos veces, hasta que abandonó con unas prestaciones bochornosas. Y muy mal Valtteri Bottas con una actuación impropia de quien se está jugando el Mundial. Trompeó en la primera curva y otras tantas veces durante la carrera. Fue doblado por Lewis y acabó 14º. Humillado por el mejor piloto de la década, el heptacampeón.