Pocas veces en la historia reciente chilena unas jornadas electorales han sido tan infartantes. Voto a voto, con 34 grados de calor y con múltiples problemas de transporte públicos, el conteo de votos comenzó a darle ventaja al representante de la nueva izquierda Gabriel Boric por sobre el ultraderechista, José Antonio Kast. Con casi 30% de mesas escrutadas, el joven candidato se impone por 54% de votos, y ya se empiezan a escuchar gritos y aplausos en el centro de Santiago.
Esto significa la vuelta de la izquierda al poder en Chile tras cuatro años de José Piñera, representante de una derecha levemente inclinada al centro, pero que no dudó en beneficiar a la clase empresarial durante la pandemia y a reprimir enérgicamente durante el Estallido Social de 2019.
Una izquierda representada por el conglomerado Apruebo Dignidad, conformado por el Frente Amplio, surgido del gran movimiento estudiantil de 2011 del que Boric fue uno de sus principales dirigentes junto al Partido Comunista que en Chile, además de ser un partido democrático ya gobernó durante el segundo gobierno de Michelle Bachelet (2014-2018). Y aunque en un principio fueron críticos del rol de la Concertación que gobernó a Chile desde el retorno a la democracia en 1989, lograron sumar apoyo de figuras como la misma Bachelet y el expresidente Ricardo Lagos, además de partidos que conformaron esa etapa como la Democracia Cristiana, el PPD, el Partido Socialista y el Partido Radical. Una alianza que, sin duda, modificará el mapa político chileno.
El programa de Boric aboga por un nuevo modelo de desarrollo, centrado en las energías renovables, los impuestos a las grandes fortunas y el fomento a la ciencia y tecnología; además de fortalecer los derechos de la mujer y las minorías sexuales, la salud (incluyendo la mental), el medio ambiente y la cultura.
Una propuesta que es casi todo lo contrario a Kast, quien proponía achicar al Estado, beneficiar a los grandes empresarios, cerrar el Ministerio de la Mujer (medida de la que luego se arrepintió), establecer zanjas para impedir la migración y dejar en libertad a los militares condenados por violaciones de DD.HH. en Dictadura, debido a su avanzada edad.
Por otro lado Boric, diputado desde 2014, representado siempre a su Magallanes natal, ha ido tomando decisiones arriesgadas para su sector como impulsar el acuerdo de la paz tras un mes de Estallido Social en 2019 que pavimentó el camino al plebiscito por la Nueva Constitución que logró imponerse en un plebiscito un año después, con un 80% de aprobación, para reemplazar la Constitución de Pinochet de 1980. El costo, que él asumió fue “salvar” de alguna forma el gobierno de Piñera.
Kast, por otro lado, es un admirador de Pinochet y su legado, incluso ha defendido en el pasado a criminales de la Dictadura, estando incluso involucrada familia —cuyo padre fue soldado de Hitler, aunque según él no fue nazi— tanto como colaboradores de matanzas en Paine, donde vivían y su hermano Miguel, ministro de Pinochet e ideólogo del régimen.
Aunque ganó la primera vuelta con 27,91% dejando a Boric en segundo lugar con 25,83%, Kast viajó a EE.UU. a reunirse con políticos republicanos, dueños de las AFP (administradoras de pensiones) que en el particular modelo chileno invierten internacionalmente el dinero que los ciudadanos imponen mensualmente para la vejez sin que estos participen de las ganancias y de paso, corrió el rumor que se reunió con la tecera mayoría —y sorpresa de las elecciones— el economista Franco Parisi (12,80%) quien hizo campaña sin moverse de Alabama, donde se radicó debido a una orden de arraigo en Chile por el no pago de pensiones alimenticias.
Boric en cambio, redefinió su discurso, potenciando temas como la seguridad, migraciones y la mirada al futuro, sumando a Izkia Siches, presidenta del colegio Médico como vocera, una de las líderes más carismáticas y queridas durante la pandemia. También logró eludir las provocaciones de la gente de Kast que tanto en debates televisivos como en redes sociales fueron pródigos en fake news y rumores, incliuyendo desde montajes fotográficos hasta acusarlo indirectamente consumo de drogas (que Boric desmintió en pleno debate mostrando en vivo un test anti drogas), una estrategia que nunca antes en Chile había llegado a ese nivel de profesionalismo político.
Además de ser el presidente más joven de la historia del país, a sus 35 años Boric logró otro hito: es la primera vez que un candidato que no ganó la primera vuelta logra imponerse en la segunda. Pero el gran hito será ser el presidente que estará acompañando el proceso de la Nueva Constitución que debería votarse en un plebiscito de salida durante el primer semestre de 2022, sellando un nuevo ciclo en la historia de Chile donde ya el fantasma de Pinochet, terminará por extinguirse.
En plena ola de calor —en un país donde al aire acondicionado es un lujo desconocido en los gimnasios y colegios convertidos en locales de votación— el gran problema fue la falta de locomoción pública. Imágenes de micros (colectivos) estacionados, a pesar que el gobierno de Sebastián Piñera aseguró que iba a implementar un plan especial de transporte público sólo potenciaron las sospechas de intervencionismo electoral, ya que justamente las comunas populares, donde el voto es tradicionalmente de izquierda, fueron las principales afectadas.
Por eso, a pesar de que lo rápido del trámite, lo difícil era llegar a los locales de votación lo que generó, nuevamente grandes filas. A las 18:30, todavía había gente haciendo fila para poder entrar, cuando en general en otros procesos el cierre había sido treinta minutos antes.