Los críticos del presidente Donald Trump han alertado durante meses que en la elección del martes en Estados Unidos hay algo especial en juego: la propia república.
Se trata de alarmas que quizás hayamos escuchado en elecciones de otros países, pero que resultan extraordinarias para EE.UU., la nación más poderosa del mundo.
El candidato presidencial demócrata, Joe Biden, ha dicho en distintas ocasiones que en el voto irá la democracia o la personalidad del país.
"Esta es la elección más importante en mucho, mucho tiempo", dijo Biden este mes.
"Espero que (la historia) lo recuerde como un presidente de un mandato que no sumió al país de manera irremediable en una espiral descendente que no podamos recordar. Podemos superar un mandato", indicó Bolton en junio a la cadena ABC News. "Dos mandatos, me preocupan más".
La cuestión, por lo tanto, es cuán diferente serían otros cuatro años de gobierno de Trump y por qué la posibilidad de su reelección inquieta a muchos.
¿Qué agenda?
El presidente ha evitado presentar un plan concreto de gobierno para un segundo mandato.
Esto no sólo va a contramano de lo que suele ocurrir en las campañas electorales de EE.UU., sino que es llamativo en un país enfrentado a una pandemia de coronavirus que ya ha matado a más de 228.000 personas y causó su peor colapso económico en décadas.
Lo que Trump plantea en grandes términos es lograr una vacuna para frenar el avance descontrolado del covid-19 en el país y volver a la senda de crecimiento previa a la crisis, cuando el desempleo estaba en mínimos históricos.
"Tenemos que hacer que nuestro país sea totalmente exitoso, como lo era antes de que llegara la plaga de China", dijo el mandatario en su último debate con Biden este mes. "El éxito nos unirá; estamos en el camino del éxito".
Trump también ha advertido que un triunfo de Biden sería demoledor para EE.UU. porque hundiría la economía con regulaciones e impuestos de "izquierda radical", y ha lanzado fuertes ataques contra sus críticos (de Bolton dijo que es "un idiota" que "todo lo que quería hacer era lanzar bombas a todos").
Pero la falta de propuestas nuevas de parte de Trump contrasta incluso con su campaña de 2016, cuando entró a la política como empresario de bienes raíces y presentador de reality TVcon promesas concretas y polémicas como renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) o retirar a EE.UU. del acuerdo climático de París, cosas que hizo, o construir un muro a lo largo de toda la frontera con México, lo cual sigue sin cumplir.
Lo que parece claro es que esta elección en EE.UU., más que una disyuntiva entre dos programas, se ha vuelto un voto a favor o en contra del presidente y su estilo de gobierno.
Y esto es lo que desvela a muchos: la idea de que Trump, si es reelecto, se sienta legitimado para dar rienda suelta a sus impulsos, sin tener que someterse otra vez a las urnas personalmente.
"La preocupación que tengo, hablando como republicano conservador, es que una vez que terminen las elecciones, si el presidente gana, desaparezca la restricción política", dijo Bolton. "Y como no tiene una base filosófica, no se sabe qué pasará en un segundo mandato".
Julian Zelizer, un historiador presidencial en la Universidad de Princeton, señala que en EE.UU. "no hay mucha evidencia de presidentes que hagan lo que quieran" en en sus segundos mandatos y, en cambio, sí hubo varios que trabajaron más cerca con el Congreso y la oposición.
Pero, ¿será ese el caso de Trump?
Zelizer no está seguro y observa que el presidente ha mostrado poca disposición a adaptar su agenda para alcanzar acuerdos amplios.
"Creo que la gran diferencia sería realmente su falta de voluntad para cambiar de rumbo como hicieron otros presidentes, y que él tan solo redoblaría lo que sería un período bastante disfuncional de cuatro años, sin mucho progreso en la legislación", dice Zelizer a BBC Mundo.
¿Qué límites? Aunque las encuestas señalan que Biden aventaja al presidente a nivel nacional, la elección se definirá en varios estados "péndulo" y la simple perspectiva de una repetición del gobierno de Trump es una pesadilla para una parte de EE.UU.
La oposición demócrata centra su campaña en la respuesta del mandatario a la crisis del coronavirus, y sus reiterados intentos de relativizar la gravedad de la pandemia, contradecir a expertos o sugerir soluciones sin base científica.
Pero al mandatario le reprochan muchas otras cosas, como avivar tensiones políticas y raciales, rodearse de asesores que acabaron procesados por diferentes delitos, o promover investigaciones contra sus rivales políticos.
También fue fustigado, incluso por militares, por haberse ido a sacar una foto en una iglesia cercana a la Casa Blanca después que la policía dispersara a la fuerza una protesta pacífica en la zona.
Y distintos activistas se inquietan por la posibilidad de que un nuevo gobierno de Trump acentúe las desregulaciones ambientales y políticas migratorias como la separación de familias inmigrantes en la frontera con México o las restricciones a quienes buscan asilo en EE.UU.
"Las señales claras del presidente Trump en esta campaña por un segundo mandato dejan ver que no sólo va a seguir imponiendo políticas para menoscabar los derechos", dice Erika Guevara-Rosas, directora para América de Amnistía Internacional, a BBC Mundo.
"Además busca transformar totalmente el aparato legal y de política pública sobre temas de migración y asilo en EE.UU.", agrega. "Eso sí es sumamente preocupante".
Por otro lado, Trump encontró durante su primer mandato límites derivados del equilibrio de poderes en EE.UU.
La Corte Suprema de Justicia emitió algunos fallos recientes contrarios a la voluntad del presidente en temas como la inmigración o el acceso de fiscales a sus declaraciones de impuestos.
Y el Congreso sometió a Trump a un impeachment por abuso de poder y otros cargos de los que fue absuelto en febrero por la mayoría republicana que controla el Senado.
Pero Trump ya nombró a tres jueces de la Corte Suprema y muchos temen que, si es reelecto, la nueva supermayoría conservadora que ha consolidado en el máximo tribunal sintonice mejor con la agenda del presidente.
Otros prevén que el riesgo de un conflicto institucional aumentaría en un segundo mandato de Trump si el Congreso fuera controlado totalmente por la oposición demócrata.
Eric Posner, un profesor de derecho en la Universidad de Chicago, sostiene que "hay buenas razones para preocuparse por un segundo mandato de Trump" y menciona la degradación de la independencia política que solían tener departamentos de gobierno como los de Justicia y Seguridad Interior, o el Servicio Exterior de EE.UU.
Pero este académico, autor del libro "El manual del demagogo: la batalla por la democracia estadounidense desde los fundadores hasta Trump", señala también que el presidente nunca se rehusó a obedecer las órdenes judiciales ni buscó obtener poderes extra del Congreso, como hizo el líder ultranacionalista húngaro Viktor Orbán durante la pandemia.
"Soy escéptico de que él vaya a crear una dictadura. No creo que Trump tenga tanto poder, que tenga suficiente apoyo popular o que las otras instituciones del gobierno cedan ante una destrucción real de la democracia", dice Posner a BBC Mundo.
"Trump tiene mucho más interés en sí mismo, hambre de poder y una cierta ignorancia sobre nuestras tradiciones constitucionales que presidentes anteriores", observa. "Pero aún pienso que estará limitado por nuestras instituciones".
Sin embargo, tan sólo la idea de poner esas instituciones a nuevas pruebas también causa escalofríos a los críticos del presidente.