La presidenta del PRO amenazó a un funcionario de Rodríguez Larreta con pegarle si volvía a criticarla. La escena fue registrada en un video filtrado a los medios que expuso una lógica política fuera de tiempo, que admite la violencia ante el disenso
A propios y extraños les pareció una escena fuera de tiempo y espacio. Más allá de conjeturas sobre a quién perjudica y beneficia, el video viralizado que muestra a Patricia Bullrich diciéndole a un funcionario de Horacio Rodríguez Larreta, su rival en la carrera presidencial, “la próxima te rompo la cara”, expuso de manera descarnada el rumbo que está tomando la interna en Juntos por el Cambio.
Se trata de una escena que con cuidada improvisación fue captada el día en que Mauricio Macri presentó “Para qué”, el libro del líder del PRO que es a la vez testimonio, autobiografía y borrador de un plan de gobierno. Son imágenes que habían estado celosamente custodiadas hasta que se filtraron, llegaron a los medios y de ahí a todos lados.
Es importante notar que todo surge de un teléfono que grabó el video captado por otro teléfono. Y que circuló sin dejar rastros de origen. En esto no hubo improvisados.
Pero lo más importante es que esa escena mostró que la competencia en el seno de la oposición se puso entre áspera y violenta. “No me crucés más por la tele porque la próxima te rompo la cara. Conmigo no se jode, te lo aviso”, es la frase que le dijo Patricia Bullrich a un Felipe Miguel que primero creyó que era un chiste y después se dio cuenta de que era en serio. Muy serio.
Tan shockeante resulta esa imagen captada el martes 25 de octubre en La Rural como la ratificación y la negativa a pedir disculpas de la ex ministra de Seguridad. “Soy así”, dijo y al ser consultada en una entrevista por Alejandro Fantino redobló la apuesta: “Ni en pedo retiro lo dicho. (Felipe Miguel) no merece que lo retire porque él no fue capaz de bancar lo que dijo, ni llamarme para pedirme disculpas por lo que dijo en la televisión”.
La frase rompió un consenso que en Juntos por el Cambio se mantuvo desde que era Cambiemos y que el PRO -que no desconoce las internas, algunas permanentes e irreconciliables- intentó resaltar como una diferenciación en su ADN: las disputas se resuelven sin violencia.
Como antecedente vale recordar, un “te rompo la cara” que no fue una amenaza, sino un acto concreto, que terminó en la Justicia y con condena. Fue el piquetero Luis D’Elía quien, efectivamente, le rompió la cara a un chacarero que protestaba en el inicio del conflicto de campo, allá por 2008, cuando Cristina Kirchner era presidenta y el peronismo enfrentaba una de sus tantas crisis terminales.
Arqueología de un enojo
Para entender este incidente hay que ir al origen de la furia bullrichista. Como pasa últimamente en Argentina, dos meses equivalen en política a dos vidas. Hay que remontarse a los últimos días de agosto, cuando la “banda de los copitos” simulaba que vendía esa inocente golosina infantil a los militantes que se juntaban en la puerta de la casa de Cristina Kirchner.
Eran los días en que Rodríguez Larreta y su gobierno lidiaban con los militantes que apoyaban a la vicepresidente que enfrentaba el inicio del juicio por corrupción en la causa Vialidad. Había batucadas y cantitos que, en simultáneo, atormentaban a los vecinos de Juncal y Uruguay.
Las quejas vecinales derivaron en la instalación de un vallado -el sábado 27 de agosto- que provocó la rebelión de la militancia kirchnerista: hubo un mini 17 de octubre, incidentes con la Policía y una negociación que terminó con el levantamiento de esa protección. Horas después, el “copito” Fernando Sabag Montiel iba a gatillarle a la vicepresidenta un arma cargada a centímetros de su cara.
La decisión de desactivar el vallado fue muy criticada por Patricia Bullrich, al punto que decidió faltar a una conferencia de prensa que había convocado Rodríguez Larreta para defenderse de la embestida K.
La presidenta del PRO en ese momento cruzó con mucha dureza a un Larreta que estaba enfrentando a todo el kirchnerismo unido detrás de CFK: “Si tomás una decisión, la tenés que mantener. El problema no es la valla, es simbólico. No podés entregar el orden, cuando vos ya tomás una decisión de cercar la casa de la vicepresidenta para cuidar a la vicepresidenta y a los vecinos, la tenés que mantener”, lo zamarreó Bullrich públicamente al jefe de gobierno.
Esas declaraciones televisivas generaron una réplica generalizada del gabinete en pleno y de otros dirigentes del PRO. Todos bajaron el mismo mensaje: criticar a Rodríguez Larreta en ese momento de debilidad era “ser funcionales al kirchnerismo”. Palabras más o menos, lo dijeron, además de Felipe Miguel, el ministro de Seguridad porteño, Marcelo D’Alessandro, y la de Educación, Soledad Acuña, para nombrar apenas dos de tantos.
Razones y sinrazón Lo cierto es que Patricia Bullrich explicó que su bronca y la reacción tenía que ver con que Felipe Miguel había ido a saludarla y abrazarla de una manera afectuosa que, a su juicio, contrastaba con las críticas que, hace más de dos meses, le había hecho -del mismo modo que ella al jefe de Gobierno- en televisión.
“Me estuvo chuzando en varias entrevistas por orden de su jefe y me vino a saludar cariñosamente como si nada pasara y eso conmigo no va; entonces, lo mandé a cagar”, explicó ante su círculo íntimo, según publicó Infobae.
En diversas radios, Patricia Bullrich al rechazar pedir disculpas, manifestó: “Mucho más violento es que a la presidenta del PRO y a una persona que ha sido claramente antikirchnerista le digan que es funcional al kirchnerismo; esa es la peor violencia política existente. Cuando alguien dice algo, que después se banque las consecuencias”.
En cambio, el jefe de Gabinete porteño le respondió: “Esto que vemos ahí no es un nivel de violencia del espacio. A mí la verdad que me sorprendió mucho, es una actitud de puntual de una persona. Creo que las amenazas y la violencia son siempre inaceptables. Amenazar a alguien que si opina diferente le va a romper la cara ¿Y adonde llegamos así?”.
Felipe Miguel agregó: “Es una actitud que no corresponde, la violencia es inaceptable y más si son el resultado de tener una diferente opinión sobre un tema. Se cruza un límite que puede ser peligroso. No tengo recuerdo de una situación de esta característica”.
Declaraciones Una de las voces más importantes que habló del video fue el propio Mauricio Macri, que muestra en los últimos días más sintonía con Patricia Bullrich y María Eugenia Vidal que con Horacio Rodríguez Larreta.
“No lo he visto (el video), fue un día muy intenso y estoy ocupándome de lo que hay que ocuparse: para qué vamos a volver al poder. El cambio tiene que ser muy profundo. Hay que fortalecer las ideas y los proyectos, en eso tenemos que trabajar, y van a desaparecer estos conflictos que son lógicos de los seres humanos”.
Otra voz de peso dentro de la coalición opositora fue la de Elisa Carrió. “Patricia debe parar en función del conjunto. Ella es buena persona pero no sabe parar, no puede parar y tiene formas más masculinas. Yo soy una mujer fuerte, pero soy femenina; a ella se le escapó esto porque es muy dura”, dijo la líder de la Coalición Cívica.
Por su parte, la diputada nacional Silvia Lospennato advirtió que “si frente a un desacuerdo respondemos con una amenaza, no creo que merezcamos representar a los argentinos” y le planteó a Bullrich que pida disculpas. “Ameritaría una disculpa pública porque en el PRO no tenemos esos modos. Somos un partido democrático y republicano que soporta las disidencias”, remarcó al ser entrevistada por María Laura Santillán en CNN Radio.
Consecuencias Independientemente de las declaraciones y de las causas de la violenta reacción expuesta en el video furtivo, en Juntos por el Cambio mandan las internas cruzadas, que se expresan en dos planos: el ámbito nacional, con las candidaturas presidenciales, y el porteño, con la sucesión del PRO.
Fuentes bien informadas aclararon que, hasta anoche, Macri no se había involucrado ni comunicado con ninguno de los involucrados en la polémica del video, como tampoco estaba previsto en el corto plazo una reunión para tratar de encauzar la discusión interna. Antes de estos dichos, por ejemplo, el gobernador de Jujuy, que es presidente de la UCR, había dicho que en una interna al propio Macri le iba a dar “una paliza”, mientras que Facundo Manes -el otro anotado en la carrera presidencial- viene tirando munición gruesa al líder del PRO.
Tanto Macri -que mantiene un estratégico silencio sobre si será o no candidato- como Larreta, Bullrich, Vidal, Morales y Manes tienen cuentas pendientes, recelos y cuestionamientos. Salvo el ex presidente, que trata de ubicarse por encima de las aspiraciones, sotto voce los precandidatos admiten deslealtades y traiciones y exigen de sus rivales juego limpio.
La sucesión porteña es una carrera autónoma, pero no independiente de la disputa nacional. De hecho, el antecedente de la bronca de Bullrich con Felipe Miguel es la misma reacción contenida ante la aparición de Jorge Macri, ministro de Gobierno y anotado para la sucesión porteña, junto a la presidenta del PRO en una foto. En el macrismo hay equivalente desazón con los coqueteos larretista con Martín Lousteau, el candidato a jefe de Gobierno que es radical y que, si gana, desplazaría la cuna política del partido que fundó el ex presidente de la Nación.
Con ese contexto de todos contra todos, las segundas líneas de los cuatro partidos mayoritarios que integran Juntos por el Cambio empezaron a presionar para que la Mesa Nacional, que hace meses que no se reúne, vuelva a convocarse para discutir la estrategia electoral, cuando aún faltan más de nueve meses para que se hagan las PASO (si el kirchnerismo no logra eliminarlas).
De: Infobae