Por un instante, la batalla feroz del PRO entró en una tregua. El ministerio de Justicia había intervenido la fundación de Patricia Bullrich por supuestas irregularidades y su rival, Horacio Rodríguez Larreta, se solidarizó. “Las campañas sucias no tienen lugar en nuestra democracia. Utilizar el Estado para perseguir opositores es inaceptable”, escribió en Twitter. La ex ministra le agradeció.
Fue apenas un oasis, porque la disputa interna continúa. Es que el mensaje es el mismo en ambos rincones: el que consiga superar el escollo de las PASO tendría muy allanado el camino hacia Balcarce 50.
A un mes de las primarias, los precandidatos entran en la recta final de una carrera que irá escalando niveles de tensión. Acordaron no debatir, para no ser los únicos expuestos, pero seguirán respondiéndose públicamente, bajo el riesgo de producir un desgaste en su electorado. Campaña despiadada, cruces en redes y guerra de encuestas con diferencias abultadas para hacer acción psicológica y crear sensación de victoria. Todo parece valer en la interna de Juntos por el Cambio.
Discurso.
La mayor diferencia está en el estilo. Y los precandidatos quieren que así sea visto. Bullrich exagera su lado “halcón” y Larreta defiende su perfil “paloma”. Eso quedó expuesto en el primer spot de la ex ministra de Seguridad, cuando se dio a conocer el lema de la campaña : “Si no es todo, es nada”, dice.
Del otro lado, la respuesta fue contundente. “El eslogan que plantea es seguir por el mismo camino que ya no funcionó”, dijo Larreta en una entrevista. Y completó: “Nunca me puse a gritar ‘yo voy a sacar a los de la droga’, no. Los saqué y punto. Yo propongo algo diferente. Salir de esta tela de araña en la que estamos paralizados. Los cambios no son a las trompadas”.
Desde el bullrichismo buscan poner en aprietos a Larreta por su discurso moderado. Aseguran que es más parecido a lo que intenta hacer Sergio Massa, el candidato oficialista, que a la esencia de Juntos por el Cambio. Dejan implícita la idea de un pacto entre ambos candidatos, a los que algunos incluso llaman “los elegidos del círculo rojo”. La asociación no es casual: la búsqueda es por dejar expuesta la amistad que ambos dirigentes conservan. “Larreta y Gerardo Morales son lo mismo que Massa”, sentenció tiempo atrás Bullrich.
De acuerdo con el sector al que se consulte, las encuestas se vuelcan hacia uno u otro candidato. Por lo bajo, coinciden en que la elección podría resultar muy pareja: “Nos da empate técnico”, confiesan. Pero en el medio aparecen trabajos que sorprenden por las diferencias abultadas. Como el de una conocida consultora que ubica a la ex ministra casi 20 puntos por encima del jefe de Gobierno porteño (25,7 por ciento a 7,5). No es el único dato que llama la atención: “¿En serio pueden creer que en una encuesta que dice que Grabois mide más que Horacio?”, dicen con tono irónico en la mesa chica de Larreta. Es que ese mismo estudio le da 9,6% al precandidato de Unión por la Patria.
Sólo las urnas dilucidarán el debate de fondo: cuántos votos se perdieron por la interna feroz. Gerardo Morales lo había calculado en 10 puntos, que se dispersaron hacia otras fuerzas. El massismo repite la misma cantidad. Bullrich va en otra dirección: “Yo no creo eso”, sostiene ante la pregunta de este cronista.
“Los argentinos estamos poco acostumbrados a las primarias. En la democracia, esta es la tercera. Estuvo la de Menem y Cafiero, la de Fernández Meijide y De La Rúa y la nuestra”, argumenta Bullrich ante NOTICIAS. Y completa: “Quizás estamos un poco sorprendidos por el debate político que estamos dando sobre cómo se construye la Argentina. Ahí si tenemos miradas distintas respecto a cómo conducir el país. Si es con el diálogo con los sectores que gobiernan, que son los que nos han llevado a esta situación, o si es poniendo un objetivo nítido de cambio, porque Argentina a medias tintas no va a salir”.
Para Bullrich, tras las PASO se abre una instancia diferente, sin rencores: “Es un debate y hay un compromiso: estamos aceptando las reglas del juego de las primarias. El día después hay que aceptar los resultados”.
Factor M.
Luego de mostrarse cerca de Bullrich e ignorar el pacto inicial de ecuanimidad que había hecho con ambos candidatos del PRO, Mauricio Macri se despegó de la interna. Escuchó todo tipo de consejos, entre ellos que ninguno de los dos dirigentes le iba a respetar el lugar que él pretendía.
Por los contantes cortocircuitos del último tiempo, si Larreta sale victorioso, Macri sabe que no tendrá un rol protagónico en el gobierno de Juntos. Pero otros analistas advierten que tampoco le será fácil conservar el lugar que pretende ante una eventual gestión de Bullrich. Por eso el ex presidente no se aventuró a un apoyo más explícito hacia ella.
En sus últimas intervenciones, Macri decidió no interferir en la interna y se dedicó a discutir hacia afuera, con el kircherismo. El lunes 10 el cruce fue directamente con Cristina, por datos del gasoducto y de las políticas energéticas. En el medio quedó una tapa de NOTICIAS del 2019, en la que la madre del ex presidente, Alicia Blanco Villegas, confesaba “le he llegado a pegar por mentir”. “Ahora entiendo por qué su madre lo castigaba por mentir”, le escribió la vice.
En medio de la campaña, el ex presidente tiene otras preocupaciones. Además de sus obligaciones como funcionario de la FIFA, se prepara para participar del mundial de Bridge, que inicia días después de las PASO en Marruecos.
Otros rounds.
La disputa interna de Bullrich y Larreta empezó demasiado temprano. “Si no hubiesen estado discutiendo estos últimos dos años, estaríamos más cerca de ganar las elecciones”, plantea un armador radical.
Los dirigentes del PRO fueron dividendo las aguas y provocando que todos en la coalición opositora se debieran definir por uno u otro candidato. “Nos hicieron jugar a todos la interna de ellos”, protesta el mismo consultor. Es que incluso la UCR y la Coalición Cívica quedaron subsumidas en la disputa.
Dentro de Juntos también fue criticada la tardanza de Macri en anunciar que no sería candidato. El ex presidente esperó hasta finales de marzo para comunicar fehacientemente su decisión, a pesar de que ya daba indicios en ese sentido. Eso sumo incertidumbre y complicado a los precandidatos en la recta final de la campaña.
Después de las elecciones de medio término, la grieta entre Bullrich y Larreta no hizo más que ensancharse. Llegó a su punto más violento en noviembre del 2022, cuando la ex ministra de Seguridad se encontró a Felipe Miguel, mano derecha de Larreta, en la presentación del libro de Macri. Él la había criticado en televisión, pero al verla personalmente fue a saludarla. “No me cruces más porque la próxima te rompo la cara, te aviso”, lo amenazó. El intercambio quedó grabado. “Te lo digo, conmigo no se jode”, completó. Las imágenes no tardaron en viralizarse.
Ahora, la interna del PRO se extendió a los precandidatos a vices radicales. Morales, compañero de Larreta, y Luis Petri, de Bullrich, se cruzaron por redes. El mendocino reprochó “la tibieza” contra los piquetes. El jujeño le devolvió con la falta de experiencia: “Nunca te tocó gestionar o gobernar”. Otra vez, una discusión de halcones y palomas.
Según los protagonistas, desde adentro la grieta no se ve tan impactante. Por eso Bullrich la describe como “diferentes miradas” que se aunarán el 14 de agosto, tras las PASO. Larreta tiene una idea similar. “Mis diferencias con Patricia, si son bien manejadas, nos enriquecen”, repetía cuando le preguntaban por la convivencia entre ellos. Lejos de romper la coalición, en ambos rincones creen que la disputa genera un atractivo para los electores. Que están fortaleciendo el espacio, en vez de debilitarlo. Sólo las urnas tendrán la respuesta.
De: Carlos Claa