Juliana Awada lo soltó en medio de la fiesta: “Miren que Mauricio (Macri) no va a ser candidato el año que viene”.
Si hay algo en lo que la pareja del ex presidente es experta es en las convenciones sociales del mundo en el que se mueve, entiende a la perfección las etiquetas y los códigos del círculo rojo. Por eso, dejar caer esa noticia en la mesa principal del casamiento de Jorge Lanata -en la que además de la flamante esposa y las hijas del periodista estaba también el músico “Chano” Carpentier- no fue para nada casual. Pero si alguno de los presentes creyó que la frase era una declaración a motu proprio de la otrora primera dama, estaba equivocado.
Macri, un rato después, cuando las copas ya habían empezado a correr, se llevó a un rincón a Lanata. “Jorge, es verdad lo que dijo Juliana, no voy a competir”, le aseguró. Del casamiento al cierre de esta revista no pasó ni siquiera una semana, pero no hay nadie en la oposición que no se pregunte qué tan sincero fue el fundador del PRO durante esa fiesta. Es más que una duda: el juego del líder opositor es un fantasma que hoy recorre a todo Cambiemos, que asusta a algunos y que esperanza a otros. A dos años de dejar el poder, y de dejar atrás a un país quebrado, Macri volvió al centro del ring.
Puerta giratoria Que el ex presidente tiene ambiciones no es ninguna novedad. Levantó, desde la nada, un partido, y con él gano las elecciones en el 2015. Que cualquier obispo aspira a ser Papa tampoco es nuevo dentro de la política argentina. Y también es sabido que Macri escribió sus memorias de gobierno y las tituló “Primer tiempo”, en clara referencia a que siente que aún le falta jugar el segundo.
Lo que sí es llamativo es la resurrección del ex presidente. Luego de lo que fue su gobierno, que terminó con la economía estancada y una deuda gigantesca, la mayoría del círculo rojo -entre ellos, los candidatos competitivos de Juntos por el Cambio- lo daban por enterrado, un análisis que a veces mezclaba la lectura política con los deseos personales. Pero esa realidad cambió. El círculo de Macri hasta tiene la fecha de cuando la historia comenzó a mostrar otra cara: en ese mundo rastrean el crecimiento de las acciones del fundador del PRO a la segunda mitad del 2021, luego del mazazo electoral del oficialismo. Y en las últimas semanas esa idea tomó fuerza.
Hay varios, de hecho, que están convencidos de que Macri no sólo podría ser un candidato competitivo, sino que tiene que serlo. Que tiene que ser su apellido el que esté en la lista de Juntos por el Cambio del 2023. Miguél Ángel Pichetto, que supo ser compañero de fórmula, se lo dijo sin vueltas y en la cara.
Fue en un encuentro que mantuvieron en las oficinas de Macri en Vicente López, a pocas cuadras de la Quinta presidencial a la que el ex senador aspira a mandarlo a vivir. El auditor general de la Nación fue hasta allá con Ramón Puerta, ex embajador de España y viejo conocido de ambos, con una sola idea en la cabeza: convencerlo de que se lance como candidato a la Presidencia. Macri estaba a días de viajar a Estados Unidos y tenía la agenda apretada, pero a pesar de eso el encuentro duró un largo rato. Se habló de las ventajas y desventajas de esa idea, y hasta se peloteó una lista reducida de posibles acompañantes: repetir la fórmula 2019 (“yo hago lo que diga el jefe”, fue la conveniente respuesta de Pichetto, que todavía conserva las ganas de llegar al segundo puesto del Ejecutivo) o, como recomendaría Jaime Durán Barba, apostar por una vicepresidenta mujer y joven. Ahí picó en punta la senadora Carolina Losada, una de las revelaciones de las elecciones del año pasado, en lo que además sería un guiño al radicalismo, el partido de la ex periodista. Aunque fue una charla informal, de las tantas que ocurren día a día dentro del círculo rojo y que muchas veces no terminan en nada, Pichetto y Puerta se fueron con una idea firme: Macri tiene ganas -y muchas- de ser candidato.
¿Qué es, entonces, lo que cambió en los últimos tiempos? Que el ex presidente piensa que tiene chances, idea que también sostiene con que los números en las encuestas lo están castigando menos que en otros tiempos y que el gobierno que lo sucedió no da pie con bola. Y esto le infla el pecho y le da seguridad a la hora de moverse, a la hora de hablar en público, a la hora de reivindicar a Menem o de posar para una foto con Donald Trump -en la que sorprendió mostrándose junto a un vaso de cerveza con naranja, a él que nunca le gustó mucho el alcohol-, a la hora de hacer política dentro de Juntos por el Cambio. Es una cuestión de actitud, aunque no se queda ahí.
Es que, o al menos esto juran los que hablan a diario con Macri, no es sólo Pichetto el que hace la peregrinación hasta Vicente López para pedirle que se candidatee. “Muchos del círculo rojo lo están yendo a ver, no sé si desilusionados con Larreta o preocupados por Milei, pero los mismos tipos que lo limaron durante su gobierno y lo jubilaban hace un año ahora le dicen que se tiene que presentar”, cuenta alguien de su riñón. Según dicen ahí, no son sólo promesas al viento: hablan de que varios empresarios, popes del mundo privado, le están ofreciendo financiamiento para su futura campaña. “No hay nada concreto, salvo el hecho de que a Mauricio le encanta haber recuperado la centralidad y la expectativa, está contento”, admiten en su círculo.
Gato encerrado
En el entorno de Macri le bajan los humos a las afirmaciones que monopolizaron la semana política, desde que el periodista Carlos Pagni aseguró en su programa en La Nación+ que el protagonista de esta tapa ya tenía decidido competir y que hasta se lo había comunicado a su familia. “En política no existen los imposibles, pero Mauricio hoy no tiene la cabeza en candidaturas, está muy contento con su rol de contribuir a la unidad y con lo de plantear ideas de fondo, como hizo con Aerolíneas”, dicen cerca suyo, donde cuentan que el ex presidente está más focalizado en lo que podría llamarse un plan. “El para qué volvemos”, es la idea que repite, donde desglosa estas medidas más de largo plazo.
De hecho, en el círculo macrista se tejen especulaciones sobre los rumores que atravesaron al círculo rojo. “No sé quiénes lo hacen correr pero a él no le interesa adelantar la discusión, no hay nada para ganar y mucho para perder. Si en marzo del 2023 su techo sube, podría ser, pero ¿por qué definir ahora? Sólo sirve para molestar a los aliados”, dicen muy cerca suyo, y recuerdan que Macri eligió no presentarse en el 2011, cuando arrasó una recién enviudada Cristina Kirchner, y que también le huyó a la alianza con Sergio Massa en el 2015. “Es un tiempista, y declararse ahora candidato es exactamente lo contrario a eso, no tiene sentido. Son los demás los que lo hacen candidato”, juran.
Más allá de que las intenciones personales de cualquiera -y esto incluye a presidentes y antiguos mandatarios- están sujetas al paso del tiempo y al contexto, y que para las elecciones falta una vida, todo el episodio dejó algunas conclusiones claras.
En Juntos por el Cambio provocó un tsunami, especialmente dentro del PRO. Los que conocen a Patricia Bullrich cuentan que hace rato ella viene perdiendo la paciencia para con Macri. “Estaba convencida de que Mauricio la iba a impulsar, y en el 2021 le soltó la mano y ahora aparece con esto”, cuentan en esos pasillos. Dan, además, una anécdota de tinte personal: un par de días después de que la presidenta del PRO anunciara un marketinero viaje a Estados Unidos, Macri se fotografió junto a Trump y esa imagen, que se volvió viral, “tapó” la otra noticia. Los que hablaron con la ex ministra de Seguridad cuentan que estaba más que enfurecida con la situación, y que incluso llegó a sospechar que fue adrede. “Mauricio conoce a Trump desde los 20 años y estaban ambos, de casualidad, en la misma ciudad. Tienen confianza al nivel de que arreglaron el encuentro por Whatsapp. No hubo ningún plan maquiavélico”, aseguran cerca del ex presidente.
Más allá de los cruces, hay un análisis político que es claro para todos los actores: el crecimiento de Macri necesariamente va sobre la figura de Bullrich. Podrán imitar al halcón mayor pero igualarlo jamás, sería la lógica. Es una realidad dura de aceptar para la ex ministra, que ya se había puesto el traje de candidata presidencial. Quizá por eso, admiten desde ambos lados, está ocurriendo un acercamiento entre ella y Larreta, que por ahora no pasa de los formalismos pero que en un futuro podría ser una novedad. Hay que ir al molino en el que haya agua.
El jefe de Gobierno porteño también sigue de cerca la situación. El miércoles 27, en pleno auge del tema de la semana, recibió a Macri en una reunión de Gabinete en la sede gubernamental. El ex presidente escuchó durante más de una hora las propuestas ejecutivas del larretismo para lo que queda de esa gestión, y sobre el final habló unos minutos. “La gente está buscando cosas nuevas y nosotros ya no somos tan nuevos, pero sí somos distintos. Hay que tratar de seguir mostrándonos distintos para que no nos confundan con aquello que representa lo viejo”, dijo. El tema de fondo, sin embargo, era sobre los rumores de esta semana. Cerca de Larreta no dudan: “Horacio no se baja ni loco. Si Mauricio se quiere presentar está en todo su derecho, pero va a tener que ir a una interna y no lo veo contando voto por voto en todo el país”.
Esa posible PASO, ya sea contra Larreta o contra otro de Juntos por el Cambio, es hoy el gran cuco dentro de la oposición. Emilio Monzó, que está convencido de que Macri va a ser candidato, asegura que dentro de la interna el ex mandatario ganaría sin dudas -sacaría arriba del 30 por ciento, dice-, tan seguro como que en las generales perdería fácil. En el larretismo ponen un ejemplo de su poder de fuego: en el 2021 los candidatos que apoyó en Córdoba y Santa Fe perdieron por bastante. Y recuerdan que también se había mostrado en contra de la PASO en Buenos Aires y en Capital, y que al final esta terminó dando sus frutos. “Hay mucho humo mediático en esto de instalarlo, y también en eso de que ya le andan financiando la campaña. En Argentina hay 10 o 15 empresarios con esa billetera y ninguno ahora, a un año y medio, va a ponerle plata a alguien que no tiene territorio”, cuentan por ahí. Durán Barba, arquitecto de la presidencia macrista, no está tan seguro. “Está muy competitivo”, dice.
Modo avión
Los que hablan con Macri dicen que, más allá de las encuestas y el palabrerío, es él y sólo él quien va a decidir sobre su futuro. “A lo sumo opinará Juliana”, cuentan. Ponen un ejemplo. “Mauricio no dice nada, pero le molesta mucho cuando le dicen que tiene que ser él el candidato, y también le molesta mucho cuando lo quieren jubilar. Lo enerva. Pero la verdad es que hoy no se siente candidato, pasó por esa silla y sabe que es una trituradora”, cuenta un hombre de diálogo diario con el ex presidente.
Pero falta mucho y cualquier cosa puede suceder, aunque la posibilidad de una alianza con Javier Milei, con quien Macri coqueteaba, hoy parece casi imposible. Mientras, el fundador del PRO está por sacar un nuevo libro sobre la historia de sus antepasados, y planea un año lleno de cursos y viajes por el mundo. Dice un ex funcionario que está hoy en su círculo íntimo: “Esto es un partido largo, pero es como decíamos en las marchas del ‘sí se puede’: hay gato para rato”.