En las negociaciones con Argentina, el Fondo Monetario Internacional plantea que el plan económico debe tener como eje el crecimiento pero traccionado desde el sector privado, lo que implica fijar un horizonte de reducción del peso del Estado en la economía, en particular en las provincias donde más de la mitad del empleo depende del sector público.
En medio de una ronda de negociaciones, esta vez de forma presencial en Washington la semana que viene, el ministro de Economía, Martín Guzmán, busca tranquilizar a los inversiones en Nueva York después de la caída de algunos títulos argentinos a los niveles de u$s 30 cada 100 que tenían previo al canje de deuda privada en dólares, pero también hubo una conferencia con fondos de inversión soberanos y de riesgo para poner a la Argentina en el mapa de los desembolsos para la economía real.
"Queremos trabajar con la Argentina para generar condiciones de crecimiento que estén impulsadas por el sector privado", declaró Gerry Rice, el vocero del FMI, en la última conferencia. Es algo que vienen marcando los funcionarios del organismo para permitir un recorte del gasto del Estado y también para generar los dólares necesarios para asegurar los repagos de deuda y el funcionamiento de la economía.
El año pasado, la inversión mostró una caída de 16,5%. En la medición en dólares, acumuló a lo largo del año u$s 50.396 millones y se ubicó en 14,9% del PBI según los datos de la consultora de Orlando J. Ferreres, mientras que la economía local requiere niveles de inversión del 25% del PBI para crecer y evitar cuellos de botella, según el consenso de los economistas.
En el último año hubo anuncios de inversión que para los privados que trabajan en el día a día con las empresas que operan o buscan radicarse en el país fueron "puntuales", como los de las automotrices ya instaladas en el país Ford y General Motors o vinculados al extractivismo, en el caso de los proyectos para el litio o la inversión de Pan American Silver por u$s 1.200 millones que espera el visto bueno de la legislatura de Chubut para avanzar.
Esta semana, Alberto Fernández y Guzmán mantuvieron un llamado con 18 fondos de inversión, en su mayoría asiáticos y de países árabes, con la excepción de Bridgewater, de Ray Dalio, donde también participó la Cassa Depositi e Prestiti de Italia y el BTG Pactual Asset Management de Brasil, como más cercanos, donde el Gobierno mostró la posibilidad de crecer un 7% este año.
Las inversiones del exterior, además de traer dólares, pueden generar nuevos mercados de exportación ante una economía cada vez más presionada por la restricción interna. Según Marcelo Elizondo, de la consultora DNI, "la principal razón para los malos resultados de Argentina no ha sido la pandemia sino que -además del problema sanitario internacional- Argentina ha exhibido serias dificultades domésticas que impiden al competitividad externa".
Si bien Economía mejoró la perspectiva de crecimiento, el límite lo marca la falta de dólares. El 80% de las importaciones son insumos, materia prima y máquinas para la industria. Pero el problema de caída de inversión extranjera directa es general a toda la región. Según estimó CEPAL, habrá una baja de la IED que será de entre el 45% y el 55% por la pandemia.
"No se ven nuevas inversiones, excepto en los sectores con ventajas competitivas", remarcó uno de los empresarios que trabaja en el sector y que coincidió en que se necesita duplicar el nivel de desembolsos. Otro representante del sector privado consideró que hay que ampliar el mercado y marcó que, por el aumento de la pobreza, en torno al 45%, el interno es cada vez más chico. Mejorar ingresos es una demanda de los mismos empresarios.
El empresariado nacional, que el Gobierno marcó como el sector que tenía que "mover primero" mientras el Estado no cierre el capítulo de deuda que es fundamental para los inversores extranjeros, se muestra más agobiado por las medidas internas y se vuelca a los reclamos como el del Foro de Convergencia semanas atrás, donde aseguraron que necesitan "condiciones al menos similares a las de los competidores en América Latina" y le apuntaron a la "inflación nueve veces más alta; una presión impositiva dos veces más elevada y costo de capital cuatro veces más caro".