Casi tres meses después de haberse desatado una caída de entre 60 y 70 por ciento en los nuevos negocios y una baja del 30 por ciento en los precios, parecía que el mercado de importación de carne vacuna de China comenzaba a estabilizarse. Pero apareció un nuevo cisne negro: la crisis del coronavirus.
Como se había mencionado, la suerte del mercado de la carne estaba jugada al éxito de las ventas para los festejos del Año Nuevo lunar chino (25 de enero), que moviliza a cientos de millones de personas en toda Asia, quienes festejan y comen durante un período que va de cinco a 10 días. Por eso, se acumularon para estas fiestas cientos de miles de toneladas de carne de cerdo y vacuna.
Igual que en las crisis sanitarias anteriores (sars, por ejemplo) se descuenta que la aparición del coronavirus afectará la economía china, cuyo crecimiento venía desacelerándose, y que empezaba a mostrar los daños infligidos por la guerra comercial con Estados Unidos.
Es probable una caída en la demanda china por materias primas y alimentos (petróleo, minerales, carnes, granos), además del fuerte impacto que tiene sobre el nivel de actividad económica el hecho que millones de personas no puedan o no quieran trasladarse, viajar, trabajar o consumir.
La gente, por miedo y por los consejos de las autoridades, sale lo menos posible a la calle, deja de concurrir a lugares públicos, deja de viajar –en algunos lugares es ilegal hacerlo– y deja de reunirse para festejar el Año Nuevo. Si no hay prolongados festejos y comidas con parientes a los que se ve sólo una vez al año, si se reducen al mínimo las salidas, ¿cómo se podrían vender y reducir así los enormes volúmenes de carne acumulados para este evento?
Sin embarques:
En estos últimos días de enero, al combinarse la crisis del coronavirus con las vacaciones de la mayoría de los importadores, las nuevas operaciones se han reducido casi a cero.
Se estima que, una vez pasada la crisis sanitaria –al igual que cuando sucedió el problema de la gripe aviar o el sars– la demanda por carne reaparecerá. Además, hay que tener en cuenta que los consumidores chinos hace años que tienen de la carne importada una imagen (seguridad, calidad, inocuidad) mucho mejor que de la carne local.
Entre los proveedores, la caída de la demanda china no pega de la misma manera en los países que tienen un fuerte mercado interno, como Brasil o Argentina, que en los países como Uruguay o Australia, donde el 70 por ciento de la producción de carne se vende al exterior.
Si se esperaba que para fines de febrero o marzo se iba a poder tener una perspectiva más clara sobre el futuro de las compras chinas, tanto en volumen como en valores, ahora con esta nueva crisis se estima que habrá que aguardar un buen tiempo más.
Las ventas para el festejo del Año Nuevo lunar se descuenta serán inferiores a lo esperado, y hasta que la economía china no termine de asimilar las consecuencias de la crisis del coronavirus, el mercado no se estabilizará y las importaciones no se recuperarán.
Pese a que el 2020 recién comienza, es difícil que China repita este año las importaciones de carne vacuna del 2019, que llegaron a los 7.500 millones de dólares.
Por:Ignacio Iriarte