El fervor bélico del comienzo de la guerra en Ucrania cada vez se atenúa más en Europa. Las consecuencias de la guerra -la inflación o la crisis energética y alimentaria, entre otros- está haciendo que varios Estados miembros, entre los que se encuentran Francia y Alemania, cada vez sean más partidarios de una pronta paz, mientras que los ciudadanos europeos se muestran más hastiados por el conflicto. Sin embargo, la guerra no parece tener visos de finalizar. ¿El empeoramiento de la crisis hará que Europa presione cada vez más a favor de la paz?
Hace días, el think tank European Council on Foreign Relations publicó una encuesta en la que mostraba como la población europea cada vez se inclinaba más a favor de la paz en Ucrania. Según el sondeo, el 35% de los ciudadanos de diez países europeos apoyan la paz, favoreciendo el fin de la guerra lo antes posible. Mientras tanto, el 22% de los encuestados buscan “justicia”, castigando a Rusia por su invasión y apoyando la restauración del territorio ucraniano.
Como parte de la idiosincrasia europea, la división entre Estados miembros también se produce en esta encuesta. Países como Polonia son los que más apoyan continuar la guerra y desgastar lo máximo posible a Rusia. A Varsovia se le añaden también los países Bálticos, siendo los que más apoyan a Kiev y que históricamente se han mostrado hostiles a Moscú. Italia, Alemania y Rumanía, en cambio, son más partidarios de acabar con las hostilidades. Francia es otra de las naciones que se muestra más partidaria de la diplomacia con Rusia.
El aumento de los costes de vida, los millones de refugiados y la escalada nuclear son las principales preocupaciones de los europeos. La atención se ha desplazado de los acontecimientos en el campo de batalla hacia los impactos más generales de la guerra, como la interrupción de las cadenas de suministros, los picos en los precios de la energía y el aumento de la inflación. Según Eurostat, la inflación en la Eurozona ha alcanzado un 8% en junio, la cifra más alta documentada por la oficina de estadística europea.
Todas estas consecuencias de la guerra tienen un gran impacto en los hogares europeos, un motivo de preocupación entre los diferentes líderes que temen que surjan fuertes estallidos sociales. Ya empiezan a encenderse las alarmas por las reservas de gas y cómo se afrontará el otoño-invierno. Sumado a esto hay que destacar la crisis alimentaria en ciernes y el temor entre los gobiernos europeos a que aumente la presión migratoria en las fronteras.
Mientras, Rusia es bien consciente de este hecho, usando ese elemento en su favor para ganar ventaja estratégica en el conflicto. La cuestión es que Rusia no está aislada internacionalmente, en todo caso está aislada por Occidente. Moscú ha buscado mejorar sus vínculos con potencias como India o China, pero también con países como Pakistán. De hecho, India se está aprovechando de la situación para comprar petróleo ruso más barato, para después refinarlo y venderlo más caro a Europa. A pesar de las sanciones, Rusia ha seguido manteniendo sus opciones exportadoras y además ha conseguido aprovechar el aumento de los precios de la energía para obtener mayores ingresos, con lo que su economía no se ha visto tan perjudicada como se esperaba a causa de las sanciones.
La posición franco-alemana
Dentro de la Unión Europea, los Estados miembros más importantes son sin duda Francia y Alemania, el llamado eje franco-alemán que se establece como el motor del proyecto europeo. En ese sentido, es importante ver qué posiciones mantienen ambas capitales europeas. Francia se ha posicionado como un socio importante en la guerra de Ucrania, mostrando su apoyo a Kiev, a la vez que mantenía abierta la puerta de la diplomacia con Moscú.
El Presidente francés, Emmanuel Macron, ha dejado claro que a pesar del apoyo hacia Kiev, no se busca el enfrentamiento directo con Moscú: “[ayudaremos] a Ucrania a defenderse, pero no vamos a la guerra con Rusia, por lo que se acordó no suministrar ciertas armas, como aviones o tanques”. El mandatorio de Francia además ha dejado clara la necesidad de “no humillar a Rusia”, una declaración que ha sido muy criticada por los sectores más atlantistas pero que guarda mucho sentido: el sentir francés se expresa con el deseo de que Moscú no gane la guerra, pero remarcando la necesidad de tener en cuenta que será importante coexistir con una Rusia en el post-conflicto.
Esto concuerda con la posición francesa hacia la adhesión de Ucrania a la UE. Macron la apoyó, pero aclaró que no era la “mejor postura geopolítica”. Una Ucrania destrozada tras la guerra (quizás con mucho territorio ocupado) y con una frontera caliente con Rusia podría ser una bomba de relojería dentro del proyecto europeo. Además, París es bien consciente de que la dependencia europea con Estados Unidos aumentará, mientras que la OTAN se mantendrá como el principal bastión de la seguridad europea. Una cuestión que choca con la idea de soberanía europea que ha defendido Emmanuel Macron.
En el otro lado tenemos a Alemania. Cabe destacar las palabras del principal asesor del canciller Olaf Scholz para entender la postura de Berlín. Al igual que sugirieron los franceses, en Berlín dejan claro que Europa no debe olvidarse de sus relaciones a largo plazo con Moscú. Merece la pena recordar que antes de ganar las elecciones, Olaf Scholz declaró que buscaba tener una nueva Ostpolitik con Rusia, es decir, un mayor entendimiento. También hay que destacar la dependencia energética alemana, así como los vínculos entre el SPD y Rusia -como por ejemplo el puesto de directivo del excanciller Schroeder en la empresa rusa Rosneft-.
Aparte de ello, el asesor de Scholz ha afirmado que Ucrania no debería ser un miembro de la UE solo porque haya sufrido un ataque ruso, remarcando la necesidad de cumplir los estándares democráticos y económicos que exige el proyecto europeo. En ese sentido, el asesor alemán ha destacado que sería un “error” hacer que China y Rusia se acerquen cada vez más. Sobre esta cuestión, advierte que los intentos de desacoplamiento económico con China resultarían en el mayor desarrollo del eje Pekín- Moscú.
No es extraña esta posición, Alemania desde hace décadas ha basado su política exterior en el desarrollo de lazos económico-comerciales, siendo Rusia y China dos socios muy importantes para el país. Parecía que, tras la guerra, Berlín iba a dar un giro más geopolítico y de confrontación con Moscú, pero los intereses económicos siguen teniendo mucho peso en la capital alemana. A esto se suma el hecho de que Alemania aún no ha entregado armamento pesado a Ucrania a pesar de las promesas. El medio germano Der Spiegel afirma incluso que la cancillería ha tomado como referente un informe de los servicios de inteligencia que asegura que la resistencia ucraniana podría colapsar en cuestión de semanas. El diario acusa a Scholz de intentar “ganar tiempo”.
En Occidente se empieza a hablar de derrota de Ucrania
El relato sobre la guerra en Ucrania ha dado un giro importante desde que acabó la fase 1 y las operaciones militares se centraron en el Donbás. El ejército ucraniano está siendo duramente castigado por las fuerzas rusas y pro-rusas. La estrategia de Moscú ha cambiado, centrándose en hacer valer su superioridad clara en artillería, causando un elevado número de bajas en las posiciones ucranianas. Múltiples fuentes hablan de unas 1.000 bajas ucranianas diarias, una cifra ciertamente muy alta. Mientras, desde Kiev surgen cada vez más con más intensidad las peticiones de envío de armamento pesado para contrarrestar la artillería rusa.
Debido a la situación en el campo de batalla, cada vez surgen más opiniones acerca de la imposibilidad de que Kiev consiga la victoria y recupere su territorio. La cuestión es que cuanto más dure la guerra, mayores serán las muertes y la destrucción, más graves las perturbaciones en la economía global y el suministro de alimentos, y mayor será el riesgo de escalar a una guerra a gran escala entre Rusia y la OTAN. Esto último inquieta a la administración Biden.
A pesar de los llamamientos a la diplomacia desde algunos medios de comunicación y el deseo de Estados miembros europeos de que acabe pronto la guerra, lo cierto es que no tiene visos de terminar a corto plazo. Para empezar, para Kiev y Moscú este conflicto es una cuestión de supervivencia. Ucrania se está jugando su supervivencia como Estado. Ya ha perdido territorio y puede que aún pierda más. Es probable que la Ucrania que salga de esta guerra ya no sea la misma (un país destrozado y partido). Por su parte, Rusia está jugándose su papel como gran potencia. Para Moscú el asunto ucraniano es una cuestión primordial de seguridad. Es improbable que además se contenten solo con el Donbás (si ganan esa batalla finalmente). El Kremlin se lo está jugando todo a la carta ucraniana, no pueden permitirse fracasar. Es probable que la guerra dure más meses o años.
En ese contexto nos encontramos con un posible nuevo escenario de Guerra Fría, con un occidente cada vez más hostil a Rusia, mientras que Moscú busca acercarse cada vez más a potencias como China o India. Ambos países no solo no han condenado la invasión, sino que ven una ventana de oportunidad para ganar más influencia en el sistema internacional. El futuro de la guerra marcará sin duda el nuevo orden mundial.
De: Pablo del Almo