Un reciente fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación rechazó el planteo de una ciudadana que pidió ejercer el denominado "derecho al olvido", privilegiando el derecho a la libertad de expresión y de información. El alto tribunal, en cambio, no se expidió sobre dos cuestiones que son centrales en las actuales sociedades de la información: la identidad en el mundo digital y la transparencia de los algoritmos que emplean los gigantes de Internet para mostrar los resultados de sus búsquedas.
Se trata del pronunciamiento del máximo tribunal relacionado con el caso de la productora de TV Natalia Denegri, actualmente radicada en EEUU, que reclamaba el llamado "derecho al olvido" para que la empresa Google introduzca modificaciones en su algoritmo de modo tal que su nombre y apellido no aparezcan en los resultados que arroja el motor de búsqueda con fotos, videos o textos que hacen referencia a los hechos ocurridos hace más de 20 años, que la tuvieron como protagonista, conocidos popularmente como caso Coppola.
El fallo fue celebrado por organizaciones y entidades que promueven la defensa de la libertad de expresión y de información en todo el país, las que coincidieron en señalar que, salvo casos muy puntuales, cualquier restricción a esos principios puede resultar inconstitucional.
Pero, al mismo tiempo, hubo voces que observaron que el pronunciamiento de la Corte no fijó posición respecto de cuestiones tan complejas como actuales como lo son, por un lado, los criterios con los que los algoritmos de los buscadores priorizan la información; y por otro, la versión que esos mismos buscadores arrojan de lo que hoy se podría llamar la identidad digital de una persona.
La defensa de los principios de la libertad de expresión y de prensa, afortunadamente, no está en duda ni en la sociedad argentina ni en nuestro sistema jurídico. Dicho esto, se puede avanzar en el debate de las cuestiones mencionadas, es decir, sobre la imagen que las personas construyen de nosotros en función de los datos disponibles en Internet (noticias, fotos, videos, posteos, preferencias, amistades, lugar de residencia, etc) y de la transparencia de los algoritmos que operan sobre esa información personal. ¿Sabe la ciudadanía qué criterios aplican los algoritmos de Google o Facebook para arrojar un resultado u otro? La respuesta es no. Y esto es así porque esos criterios son mantenidos en estricto secreto por esas y otras compañías que trabajan con cientos de miles de millones de datos que recopilan día y noche en Internet. Hay un gran vacío legal en estas cuestiones.
En un escrito que elevó al presentarse como amicus curiae ante la Corte Suprema de Justicia en la causa "Denegri, Natalia Ruth c/ Google Inc s/ Derechos personalísimos: Acciones relacionadas", la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas planteó claramente la defensa de libertad de expresión y de prensa, al entender que "la supresión y el ocultamiento de la información que conlleva el derecho al olvido son formas de limitar el debate público". Al mismo tiempo, puso la lupa sobre el papel que desempeñan los algoritmos en la distribución de contenidos informativos. Para Adepa, "la publicación de información en Internet y su posterior reproducción por los motores de búsqueda distorsionan la idea de tiempo y, de ese modo, pueden deformar la identidad de las personas.
Los algoritmos reproducen la información en forma instantánea y actual sin considerar –o haciéndolo de modo deficiente– el devenir histórico de las personas a las que se vincula con cierta información". La entidad señala que "los buscadores pueden ocultar o dar poca relevancia a hechos más nuevos, quizás porque tienen una menor cantidad de visitas o por otros motivos que se desconocen, a raíz de la opacidad con la que funcionan los grandes motores de búsqueda".
Para Adepa, la solución a los defectos derivados del "deficiente funcionamiento de los algoritmos’’ debe buscarse en su corrección, la cual impone una mayor transparencia de los criterios de selección y ordenamiento de los resultados, mas no la eliminación o desindexación de información pública. Los algoritmos son el resultado de la inteligencia humana, de quienes los desarrollan y programan; sobre ellos recae el deber de corregir su funcionamiento".
En tiempos en los que los algoritmos ya están colaborando en la selección de mujeres y hombres que buscan trabajo, es necesario transparentar la forma en la que se configura esa secuencia de pasos lógicos que permiten arrojar resultados sobre el pasado y el presente de las personas.