Lula le habla al mercado y a los evangélicos, Bolsonaro a los pobres. El rol de Minas Gerais y el temor de un sector del PT por el giro al centro.
Lula y Bolsonaro protagonizarán tres semanas de alto voltaje. El 30 de octubre será la segunda vuelta y el escenario está abierto. El que piensa que el partido se resolverá a favor de Lula porque su adversario es autoritario, machista y todos los etcéteras que puedan sumarse está equivocado y puede que se lleve otra decepción.
Bolsonaro es un líder popular conservador que conduce un movimiento masivo cada vez más compacto. Construyó una identidad y una forma de comunicarse con la población, consolidó su hegemonía en la derecha, tiene carisma, épica y narrativa. Hasta en el PT lo reconocen pero en el universo progresista no paran de subestimarlo.
Eso es lo que le permite llegar con chances de ser reelecto a pesar de los más de 700 mil brasileños que murieron por su gestión catastrófica de la pandemia y un manejo de la economía que quedó a medio camino para su pata liberal. El país crece menos en relación al resto de la región, la inflación está en los peores niveles en veinte años y más de 30 millones de brasileños pasan hambre.
En frente, claro, está Lula. Otro peso pesado y el mayor líder de masas de la historia reciente del país. Lula entendió todo, mucho antes que sus militantes en Brasil y sus zonas aledañas que aún se preguntan porqué pasan las cosas que pasan. No perdió tiempo, ya está en campaña, motivó a los propios, y ahora sale a buscar los ajenos. Sabe cómo, puede y debe hacerlo. Es el Lula de todos los balotajes pero es sólo eso. ¿Alcanza?
Es que la cosa no pasa por la matemática. Podemos caer en que si los votos del tercero y el cuarto van a Lula, la cosa se resuelve. No, es más profundo y a varias bandas. Una es la negociación y los acuerdos que puedan darse por arriba. Si Lula es presidente, el Congreso será una picadora de carne, un paredón donde si no se arremanga y negocia, ganar puede no significar nada ante un escenario dominado por la ultraderecha y el Centrao, ese colectivo que opera en las entrañas del sistema y vende gobernabilidad a cambio de recursos.
Si Lula es presidente, el Congreso será una picadora de carne, un paredón donde si no se arremanga y negocia, ganar puede no significar nada ante un Congreso dominado por la ultraderecha y el Centrao, ese colectivo que opera en las entrañas del sistema y vende gobernabilidad a cambio de recursos
Lula los viene atacando por sus acuerdos con Bolsonaro y el toma y daca que alguna vez tuvieron con él, pero ahora necesita convencerlos o, al menos, dividirlos. ¿Podrá? Ya comenzó pero es una carrera contrarreloj donde no puede mostrar debilidad ni desesperación. Si la política es el arte de lo posible, el Congreso brasileño es eso multiplicado por mil. El apoyo de Simone Tebet puede ser un paso para sumar a unos esos grupos, el MDB de Michel Temer.
El ex presidente también abrió un diálogo con Luciano Bivar, de Unión Brasil, quien discute internamente hacer público el apoyo. Su vice, Antonio Rueda, por tanto, ya estuvo reunido con Bolsonaro en Planalto. Un dato que vuelve interesante la política brasileña es que UB es la alianza de Demócratas y Partido Social Liberal que llevó a Bolsonaro a la presidencia en 2018 y tendrá entre sus filas del Senado a Sergio Moro. Paradojas.
Por si parte, l PSDB de Fernando Henrique Cardoso también podría acompañar, los "tucanos" pasan el peor momento de su historia, pidieron San Pablo, sus votantes nacionales prefieren a Bolsonaro y los halcones internos presionan para una alianza con Bolsonaro. "No tienen línea, el partido quedará neutro porque no tiene ascendencia sobre nadie", confesó un tucano decepcionado. En ese sentido, el gobernador de San Pablo Rodrigo García expresó su apoyo a Jair Bolsonaro y Tarcisio Gomez Da Freitas, candidato paulista del bolsonarismo. Acto seguido, el secretario de Hacienda de García anunció apoyo para Lula.
La segunda misión es aún más antipática para los ideologizados que esperan salida insurreccionales inviables en tiempos de apremiantes en donde se negocia o se pierde. Lula ya empezó a enviar señales al mercado con un ministro del palo, como reveló en exclusivo LPO.
"No hay margen para hacer otra cosa. Hay que dialogar con el agronegocio y la FIES y convencerlos de que no van a perder y no somos comunistas", dicen fuentes cercanas a Lula consultadas por LPO. La extrema polarización de la primera vuelta pone al sector privado en una posición de expectativa, saben lo que Bolsonaro pueda dar y utilizan eso para presionar y negociar. El temor en algunos sectores del PT es que Lula termine como el segundo gobierno de Dilma, sin apoyo legislativo, con la economía estancada y el Congreso loteado y sin margen para nada. Pero Lula no es Dilma.
No hay margen para hacer otra cosa. Hay que dialogar con el agronegocio y la FIES y convencerlos de que no van a perder plata y que no somos comunistas
El tercer desafío de Lula es construir una comunicación directa con el electorado evangélico y decidió realizar propuestas vinculadas al credo y aumenta la narrativa religiosa. "Lula es cristiano, no va a decir nada que no piense. Las iniciativas de género pueden esperar", reconocen a LPO.
En las filas del PT paulista reprochan que Lula y Alckmin no fueron al interior de San Pablo y eso pudo haber sido una de las razones de la derrota de Fernando Haddad contra el bolsonaristas. Como sea, Lula anticipó que se vienen más viajes. El problema es que el PT ya no es el que era en materia de movilización.
Lula tiene listo el giro al centro y deja en claro a todos sus interlocutores el concepto que viene creciendo en varios sectores aliados al ex presidente: "Hay que construir un gobierno no-petista".
El Centrao y Bolsonaro dominarán el Congreso y reducen a Lula
Pero mientras Lula gira al centro, Bolsonaro apunta a los sectores de baja renta, los que cobran hasta dos salarios mínimos que votaron en masa a Lula. El Presidente corre con ventaja al tener la maquinaria del Estado para una reedición del "plan platita" que puso en práctica el Frente de Todos para recuperar votos en la elección legislativa de 2021. De esa manera, anunció que el Auxilio Brasil se terminará de cobrar ante del balotaje y un aguinaldo para mujeres que se empezará a cobrar en 2023. Con eso, espera reducir ventaja en el nordeste donde perdió por paliza.
El otro desafío de Bolsonaro es remontar en Minas Gerais donde prima la máxima "el que gana en Minas, gana elección". Lula ganó 48 a 43 en ese Estado, un resultado calcado al nacional. Por eso, el apoyo del gobernador mineiro, Romeu Zema, a Bolsonaro pude ser decisivos para revertir al tendencia. Zema es del partido Novo y logró la reelección en primera vuelta con el 56 por ciento de los votos y su gestión es muy valorada.
Por el contrario, el Presidente no le importa recibir los apoyos de Simon Tebet y Ciro Gomes, de alguna forma, está convencido que su pelea contra los partidos que apoyan a Lula, el poder judicial y los medios de comunicación le da a épica que necesita ganar. Él ya tienen todo el voto anti-petista, los estratos más altos de la sociedad y los agronegocios. Por eso, va directo a lo urgente: votos de los pobres. "¿Vos pensas que un apoyo de Tebet a Lula lo va a acercar a los agronegocios? No hay forma que dejen de votar a Bolsonaro", dijo una fuente del Centrao a LPO.
La moderación de Lula y el populismo de Bolsonaro formarán parte de un escenario cargado de tensiones donde la maquinaria estatal y digital de Bolsonaro se enfrentará con todas las armas disponibles contra un Lula con ganas de pelear.
De:LPO
Por:Augusto Taglioni