Es una hermosa forma de la vida humana la evolución y dentro de ella las reformas que permiten llevarla a cabo. (Juan Domingo Perón, 18 de febrero de 1948)
Cuando Juan Domingo Perón fundó el Justicialismo, hace casi 80 años, intuyó que ese dispositivo no podría permanecer estático para alcanzar sus objetivos. Debía evolucionar y adaptarse a las épocas venideras para sobrevivir. Por eso, a diferencia del radicalismo (que proponía "romperse" antes que ver "doblarse" sus ideales) y el conservadurismo (que en esencia no quería cambiar nada), Perón dotó al peronismo de una doctrina (y no de una ideología), que él mismo modificaría con el paso de los años.
"El hombre muere; sólo sus ideas pueden quedar. Los peronistas no harían nada con un viejo o con un muerto; con la doctrina lo harían todo e impulsarán la evolución del país, adecuando la doctrina al momento histórico nacional, poniendo nuevas fuerzas al servicio del bien y nuevas formas de ejecución al servicio de nuevas conciencias", decía Perón el 25 de julio de 1949.
Así, mientras al peronismo se lo acusaba de gatopardismo, cualunquismo y otras descalificaciones, Perón incorporó al peronismo la herramienta de la evolución para adaptarse a cada nueva época. El movimiento tomó entonces los conceptos de la teoría de Charles Darwin (que, no es casual, fue elaborada tras recorrer las costas del Mar Argentino) de supervivencia del más apto (y no del más fuerte, que tampoco siempre lo fue).
El peronismo como religión
El peronismo fue en los '40 la canalización criolla del Estado de Bienestar que se impuso en buena parte de Occidente para contener al comunismo (con el evitismo sería "obrerista" y a partir del 52 podría llamarse "ajustador"). En los '80, Antonio Cafiero quiso acercarlo a las socialdemocracias. Caído el muro de Berlín y sin condiciones materiales ni existenciales para una "tercera posición", Carlos Menem lo hizo neoliberal. Y ya en el nuevo milenio, Néstor Kirchner lo reformuló en el “modelo de acumulación de matriz diversificada con inclusión social” (más "progre" en las victorias, más "pejotista" en las derrotas), que se agotaría con el fin del boom de los commodities y la glorificación del déficit casi una década después.
"La evolución es para los pueblos un agente de rejuvenecimiento indispensable y permanente y si bien la estabilidad constitucional debe imponer un espíritu de prudencia ante toda reforma es menester también, a favor de la perfectibilidad constitucional, no aferrarse o excederse en el mantenimiento de prescripciones arcaicas o inconducentes, por haber sido sobrepasadas por el tiempo y por los hechos , al solo efecto de mantener un respeto y una prudencia que pueden ser perjudiciales para el pueblo y para la República". La frase es de Juan Domingo Perón ante la Asamblea Legislativa del 1 de mayo de 1948. Si bien el discurso buscaba justificar la reforma constitucional de 1949, también permitía anticipar la metamorfosis de la doctrina. Por eso es extemporánea la chicana de "Perón era milico" o recordar el antifeminismo de Evita, ideas que respondían a circunstancias de hace 70 años y no al panorama actual.
Así como el Partido Justicialista tuvo iteraciones exitosas, también generó "eslabones perdidos". Ideas, corrientes, y personas que no pudieron adaptarse a las épocas o al escenario circunstancial para "sobrevivir" políticamente. Es el caso del peronismo de Ítalo Luder y Herminio Iglesias, que no supo interpretar la Argentina de la posdictadura y sucumbió primero en las urnas ante Alfonsín y luego frente a la renovación cafierista. Otras versiones del peronismo eran inviables políticamente pero además se extinguieron por el accionar de "predadores" de la represión y la violencia política, como el vandorismo, los Montoneros y la Triple A.
Desde ya, las ventajas evolutivas que generan una ventaja ante un escenario determinado pueden no funcionar en otro. Y se puede "morir de éxito" al sobreexplotar los recursos. Es lo que hizo Cristina Kirchner, que agotó los superávits gemelos en pos de la distribución para ganar por el 54% en 2011 y generar la derrota oficialista de 2015. También los integrantes del Frente de Todos intentan golpear la misma piedra que antes daba agua sin darse cuenta de que el escenario cambió y que solo generan su propia derrota. Lo admitió este domingo el propio Daniel Menéndez: el próximo presidente será otro.
Guillermo Moreno: "Un gobierno como este, que hambrea al pueblo, no puede ser peronista"
Es cuestión de mera supervivencia que este 17 de octubre se celebre en actos múltiples, con un frente dividido y cada uno buscando mantener su nicho. El peronismo tiene como opción bucear en su propia historia evolutiva, incluso en algunos de sus "eslabones perdidos", para generar su próxima iteración que se adapte al escenario actual. Hay experiencias de superación de crisis inflacionaria y vacío de reservas del BCRA (no con los mismos remedios, esperemos). Y hay antecedentes de salidas ante gobiernos débiles o dirigentes fallidos y desprestigiados (con Duhalde y Cafiero). A un año de las próximas elecciones (y meses del cierre de listas), resta ver si el justicialismo acierta en la metamorfosis antes de que sea demasiado tarde.
De: Null