"La razón por la que he adquirido Twitter es porque es importante para el futuro de la civilización tener una plaza pública digital, donde un rango variado de creencias pueda ser debatido de manera saludable, sin resultar en violencia", publicó el nuevo CEO de la red social del pajarito, Elon Musk, el pasado 27 de octubre.
Tras meses de idas y vueltas, el magnate sudafricano -que rara vez no consigue lo que quiere- logró quedarse con Twitter. Su desembarco en la red social nacida en 2006 en Silicon Valley provocó reacciones acaloradas tanto en celebridades y personajes de la música y el cine como en políticos, activistas y periodistas, y las razones de la compra son objeto de especulaciones en la prensa y el debate público.
Es sabido que el dueño de Tesla tiene grandes ambiciones para su red social preferida, en la que siempre expresó que debía garantizarse la libertad de expresión, de la que se asume como un fundamentalista. Sin embargo, parece difícil imaginar que el hombre más rico del mundo no busque sacar un rédito económico o, más aún, político de esta adquisición.
En ese marco, Musk es un activo opinólogo de la política norteamericana y mundial. Si bien no se define ni de izquierda ni de derecha y se ha manifestado tibiamente en contra de Donald Trump, el sudafricano se muestra preocupado por la calidad del debate democrático y expresó varias veces su deseo de cambiar la política de Twitter, sanear la red social de bots y transparentar la plataforma. Pero, ¿es esa una razón suficiente para gastar 44 mil millones de dólares en una compañía que no parece estar en su mejor momento?
Así lo explica el periodista especializado en tecnología Esteban Magnani: "Las perspectivas económicas de Twitter, pese a que está muy instalado, no son buenas. De alguna manera está siendo superado, al igual que Facebook, por otras redes sociales más del gusto de los jóvenes, como TikTok. Todo indica que no es un gran negocio y que su tiempo para serlo se acaba”, describe en un artículo publicado en Página/12. Y agrega: “Luego de su último reporte de ganancias, los inversores demostraron su descontento con los resultados y las acciones cayeron un 2%”.
Por su parte, la activista digital Beatriz Busaniche vislumbra un problema de financiamiento en el futuro cercano del fundador de Tesla. Para la presidenta de la Fundación Vía Libre, los recientes despidos en la compañía (el viernes 4 de noviembre anunció la reducción del staff a la mitad) pueden “tener resultados” en términos de ajustar costos financieros, pero impactarán en lo que a moderación de contenidos se refiere. “Una de las cuestiones sobre las que más fuerte entró Musk en su arribo a Twitter fue la de desmantelar todos los equipos que trabajaban en moderación de contenidos, monitoreo y áreas de ética en machine learning. Y cuando digo ‘desmantelar’ quiero decir que despidió equipos completos. De tener a 10, 15, 20 o 100 personas trabajando a nadie”, explica Busaniche.
Y advierte: “Sabemos que la cifra de 44 mil millones de dólares es una cifra exorbitante y que Twitter venía teniendo problemas financieros, pero esta política de habilitar cualquier cosa en la plataforma puede significar un boicot de anunciantes, de los que depende”.
En la búsqueda de datos
En un artículo reciente publicado en el medio estadounidense Vox, la periodista Sara Morrison se pregunta qué tan en riesgo están los datos personales de los usuarios con la llegada del empresario sudafricano a Twitter.
“Los usuarios tal vez no deberían preocuparse por la filtración de sus datos a Musk, sino por la filtración de sus datos a todos. El historial de Twitter en lo que respecta a la seguridad ya no es excelente, y Musk podría estar despidiendo a empleados que son esenciales para mantener las protecciones que tiene y que realmente funcionan”, escribe Morrison.
En la misma línea se expresa Busaniche: “El tema de datos personales es un problema serio porque Estados Unidos no tiene una legislación a nivel federal que regule la protección de datos personales como sí tiene, por ejemplo, la Unión Europea, con el Reglamento General para la Protección de Datos, que consagra ciertos derechos para la ciudadanía europea”, detalla.
“Habrá que ver si efectivamente, como se ha esbozado, Musk está detrás de los datos personales para usarlos en sus otros emprendimientos, no es una posibilidad remota ni descabellada. Es muy plausible porque al final del día estos sujetos que parecen pintorescos y llamativos, que se hacen amar y odiar indistintamente, al final del día son empresarios que buscan el lucro, y los datos personales son un elemento central en la economía del conocimiento y en la economía de plataformas”, agrega.
Sin embargo, en el mismo artículo de Vox, Morrison sostiene que por ahora existen numerosos protocolos que impedirían el uso irrestricto de información personal. Pero la razón más contundente que expone la periodista para desestimar un uso irregular de los datos es, otra vez, la necesidad de Musk de construir a Twitter como una plataforma confiable para que el dinero de los anunciantes -que financian mayoritariamente a la red social, al menos hasta hoy- no se esfume. Cabe destacar que en los últimos días el nuevo dueño de la red social anunció que, mediante un modelo de suscripción, pretende dejar de depender del financiamiento publicitario. Final abierto.
La red social para todo
Días atrás, el empresario tuiteó que su intención es transformar a Twitter en una everything app, un proyecto que tiene su versión más acabada en China, con WeChat. Allí se pueden intercambiar mensajes, llamadas y realizar pagos.
Podría decirse que el dueño de Meta, Mark Zuckerberg, va en la misma dirección. El programador norteamericano de 38 años —que esta semana anunció el despido de 11 mil empleados, el mayor recorte en la historia de la empresa— también tiene la intención de colonizar la mayor cantidad de actividades de la vida cotidiana y trasladarlas al idilio de la realidad virtual. En el metaverso ya funcionan recitales y real estate, entre otras experiencias que ofrece el emporio creado por el egresado de Harvard.
Por otra parte, en sus primeros pasos como empresario, Musk ya había invertido en un proyecto del universo fintech, y recientemente tuiteó sobre su posible regreso. Una de las primeras compañías que levantó el fundador de Tesla a comienzos de los 2000 fue Paypal, una reconocida empresa que permite realizar transferencias sin la intermediación de entidades oficiales. Un negocio a la Mercadopago que, en Estados Unidos, está en disputa con los bancos.
Para la revista especializada Fortune, esta es la motivación principal del hombre más rico del mundo: “Si querés mas evidencias de que Musk compró Twitter como una jugada para meterse en las fintech, alcanza con ver a quiénes llevó para ayudarlo: el fundador de Binance, Changpeng Zhao; David Sacks, otro fundador de PayPal que además está envuelto en las crypto y también Sriram Krishnan, inversor de a16z Crypto y que tiene una dirección Ethereum en su biografía de Twitter”.
La jugada política
Consultada por las motivaciones políticas del magnate sudafricano, Busaniche concluye: "Lo que tengo claro es que Musk quiere usar Twitter para posicionarse en el debate del discurso público y para reposicionar una postura -que viene con mucho poder, muchos medios de comunicación lo comparten, por ejemplo Fox- en el debate sobre la libertad de expresión, la extrema derecha y las políticas progresistas, en el cual claramente tiene un interés”.
“Veremos qué pasa con la cuenta de Donald Trump, que habían dicho que iba a volver, pero aún no lo hizo”, plantea la autora de Propiedad Intelectual y Derechos Humanos (2016).
Por último, en su newsletter "Burofax", del medio Cenital, Jimena Valdéz escribe: “A contramano de un crecimiento más vinculado a minorías y revueltas (el uso de la red social fue clave, por ejemplo, en la Primavera Árabe), hoy Twitter es un lugar donde hablan los poderosos. Que el dueño sea el hombre con más plata del planeta no parece un paso en la dirección de más democracia”.
De: P12