Existen miles de leyendas sobre Nzinga Mbandi, también llamada Ana de Sousa. Reconocida figura en Angola, su nombre se encuentra en estatuas, calles y hasta en las monedas de 20 kwanzas del país. Fue una de las figuras clave de la resistencia de África contra al colonialismo en el siglo XVII y se caracterizó por su inteligencia, así como por fortaleza ante un mundo gobernado por hombres.
Hija del rey Ngola Mbandi Kiloanje, Nzinga nació a fines del siglo XVI en la capital del Reino de Ndongo, hoy Angola. Fue educada en el arte de la guerra y con los años llegó a ser aplaudida por su destreza militar. Se creía que nadie podía usar el hacha como ella en las batallas.
Elegante y poderosa, se rumoreaba que practicó el sacrificio humano y durante su reinado gobernó con mano dura. Su vida estuvo marcada por su habilidad diplomática, su olfato político y su vehemencia.
Mitos y leyendas sobre Nzinga:
Se escribieron cientos de relatos sobre ella. Basado en los dichos del misionero italiano Giovanni Cavazzi, el Marqués de Sade llegó a contar que la reina "inmolaba a sus amantes" después de tener relaciones con ella.
En rigor, una de las tantas leyendas cuenta que vivía con un harén de hombres. Todos ellos debían vestir como mujeres y participar en un torneo organizado cada vez que la reina buscaba placer sexual. Entonces, algunos debían llevar a cabo un combate a muerte.
Aunque no hay datos certeros, se cree que el ganador tenía asegurada una noche con la monarca, en la que podía tener sexo con ella. A la mañana siguiente, el sujeto era condenado y moría de forma violenta.
Nzinga se planta ante los portugueses:
La información que existe sobre Nzinga es difusa. Diferentes autores afirman que tras la muerte de su padre, cuando ella tenía 39 años, su hermano, Ngola Mbandi, reclamó el trono y se aseguró de que nadie pudiera detentar ese cargo. Para ello, mató a su madre y al hijo de Nzinga, y también esterilizó a sus otras tres hermanas.
La primera aparición de la prominente reina en fuentes bibliográficas históricas data de 1622 y la retrata por completo. Su hermano, la envió para encabezar un tratado de paz en Loanda, donde se hallaba instalado el entonces gobernador portugués, João Correia de Sousa.
El funcionario la recibió sentado en un sillón y, creyendo que era una figura menor, le señaló un almohadón sobre la alfombra para que se sentara. Sin inmutarse y para mostrar estar a la misma altura, Nzinga ordenó a una de sus siervas que se agachara y se apoyara sobre sus cuatro extremidades.
Tras esto, se sentó sobre la espalda de la joven y, ante el asombro de los portugueses, continuó la conversación. Nzinga negoció con habilidad un tratado de paz para acabar con las guerras que se habían suscitado con la transferencia del fuerte de Hango a Mbaka, y acordaron la retirada de las tropas portuguesas de Ndongo.
Mientras permaneció en Loanda, y para demostrar que era confiable ante los portugueses, fue bautizada en la fe cristiana con el nombre de Ana de Sousa. Durante años, se discutió su conversión y muchos se la atribuyeron a intereses políticos, pues ella alternaba períodos de devoción con sus prácticas locales.
Con los años, su prestigio político se consolidó, así como también su codicia por el trono. Hay relatos contradictorios sobre cómo ascendió al poder. Una de las tantas líneas de análisis muestra que después de sus negociaciones con los portugueses, encarceló a su hermano, se declaró reina y emitió sus primeras órdenes.
Una de las tantas estatuas construidas para recordar a Nzinga.Una de las tantas estatuas construidas para recordar a Nzinga. Otra de las hipótesis señala que en 1624, Nzinga sucedió en el trono después de que su hermano muriera en circunstancias sospechosas. Según una reseña publicada en la Biblioteca Miguel de Cervantes, también vengó la muerte de su hijo al envenenar a su sobrino y luego comer su corazón.
Al tomar posesión del trono transgredió la ley consuetudinaria que le prohibía un cargo por ser mujer. Eso no fue todo. Vistió los trajes de ceremonia de su padre, convocó a los mejores guerreros y hasta eligió concubinos de sexo masculino, con los que conformó un harén.
A pesar de su inteligencia, su legitimidad era cuestionada de forma constante por ser mujer. Fuera de la línea de sucesión y sin apoyo, su situación se volvió precaria cuando los portugueses rompieron su alianza y decidieron armar a uno de sus contrincantes.
Canibalismo, sacrificios humanos;
Fue entonces cuando se unió a los Imbangala, feroces guerreros nómadas que se eran utilizados como mercenarios. Nzinga los incorporó a su reino y se convirtió ella misma en Imbangala. Hasta llegó a adoptar sus títulos y costumbres, que incluían canibalismo, sacrificios humanos e infanticidio.
Tiempo después, los Imbangala desertaron debido a su falta de ascendencia en la tribu. Así, en 1629, Nzinga se quedó sin aliados. La mujer huyó a Matamba, un lugar devastado por las constantes redadas.
Desde allí, la reina bloqueó el acceso de los portugueses a las rutas de comercio de esclavos. Años más tarde, en 1641, el ejército de Nzinga se unió a los holandeses para atacar y dominar a los portugueses con relativo éxito.
El final de Nzinga:
Finalmente, en 1654 Nzinga celebró un nuevo tratado de paz con Portugal que fue definitivo. Uno de los puntos de la negociación fue la práctica de la religión católica en sus dominios. Tras esto, debió abandonar sus rituales antropofágicos, la poliandria, y casarse por la iglesia. Tenía setenta y cinco años y contrajo matrimonio con un hombre menor que ella.
Este nuevo acuerdo fortaleció su posición política ante los portugueses y le dio la posibilidad a su hermana el derecho de sucederla. Nzinga gobernó por cuarenta años y controló el poder colonial portugués a través de una política de diplomacia y guerra.