En el mes de abril, falleció Felipe de Edimburgo, el marido de la reina Isabel II, a los 99 años de edad. Al conocerse la triste noticia, las especulaciones sobre su patrimonio comenzaron a ser el interés de los medios; entre ellos su herencia de Duque, uno de los títulos nobiliarios más importantes que otorga la Casa Real británica, que está en riesgo de extinguirse. Por una decisión judicial, su testamento permanecerá sellado y en secreto hasta el año 2111.
“He considerado que, debido a la posición constitucional de la soberana, resulta apropiado disponer de una práctica especial con relación a los testamentos reales. Es necesario mejorar la protección de los aspectos verdaderamente privados de las vidas de este grupo limitado de personas con el objetivo de preservar la dignidad de la soberana y de sus familiares más cercanos” explicó el juez Sir Andrew McFarlane, presidente de la División de Derecho de Familia del Tribunal Supremo de Reino Unido; quien además informó que las vistas preliminares fueron celebradas a puertas cerradas para evitar atención mediática.
El nuevo fallo de McFarlane fijó que los testamentos podrán abrirse luego de transcurridos 90 años, en vez de permanecer sellados de manera indefinida. De esta manera se procederá a examinarlos mediante el abogado de la monarca, el fiscal general y el guardián de los archivos reales.
Los testamentos reales de los monarcas anteriores a 1910, solían estar disponibles para el público; como fue el caso del rey Eduardo VII. Desde esa fecha los miembros de la familia real tienen la costumbre de solicitar que sus testamentos permanezcan sellados. El juez Sir Andrew mantiene bajo custodia los testamentos de más de 30 miembros de la familia real británica, entre ellos el de la Reina Madre y el de la princesa Margarita.
El que no está en su poder es el testamento de Lady Di, que fue publicado luego de su muerte en 1997, y se conoció que dejó la mayor parte de su patrimonio en un fideicomiso para sus hijos, el príncipe Guillermo y el príncipe Harry.
El abogado de la reina Isabel II alegó que los testamentos permanezcan sellados por 125 años, pero el juez de la causa consideró oportuno y suficiente mantenerlo solo por 90 años.
Tras la muerte de Felipe de Edimburgo, uno de sus títulos nobiliarios está en riesgo de extinguirse. Este titulo fue creado en 1726 por el rey Jorge I para dárselo a su nieto Federico, y desde entonces solo lo han llevado cinco personas, todos familiares directos del monarca. El príncipe Felipe es el primer hombre que lo lleva por su matrimonio con un miembro de los Windsor, ya que el padre de la entonces princesa Isabel, Jorge VI, se lo concibió 1947 cuando se casó con la entonces Princesa Isabel.
Para conservarlo, en 1999 se decidió que se lo pasaría a otro miembro. El elegido fue el príncipe Eduardo, el menor de los cuatro hijos de la Reina y el rey consorte. De esta manera, el conde de Wessex, sería la única opción para recibir el ducado de Edimburgo. Casado con Sophie , mantiene un perfil bajo centrado en la institución y en su familia.
Además, Eduardo recibirá los títulos subsidiarios asociados al ducado de Edimburgo como conde de Merioneth y barón Greenwich.
Se presume que una vez que Carlos llegue al trono, habrá una reducción de la miembros de la realeza. Tanto las asesores del príncipe Carlos como los de William encontraron un punto en común para reducir los miembros de la Corona británica. El motivo: consideran que la única manera de que la Casa Windsor sobreviva al siglo XXI es manteniendo solo a la descendencia directa.