Otra del refranero español. Por supuesto, no se trata de una advertencia literal para los que se dedican a la crianza de cuervos, hay metáfora. ¡A pesar de que esta sentencia nació de un cuervo real eh, cero metafórico!...
Cuenta la leyenda, que una tarde de 1445, don Álvaro de Luna, Conde de Castilla, salió de cacería con amigos. Se toparon con un pobre hambriento que en lugar de ojos tenía dos cicatrices que desfiguraban por completo su rostro...
Impresionado, el Conde le preguntó por el origen de esas heridas. Y el mendigo le contó: “Tres años crié un cuervo que había recogido pequeñito en el monte, lo traté con mucho cariño; poco a poco fue haciéndose grande...Un día que le daba de comer saltó a mis ojos, y por muy pronto que me quise defender fue inútil: quedé ciego”...
Inspirado por semejante anécdota, Don Álvaro dijo a sus amigos. “Veis, criad cuervos para que luego os saquen los ojos”...
Casi seis siglos después, la frase sigue utilizándose para señalar la ingratitud de aquellos que, no sólo no retribuyen los favores sino que dañan a quienes los ayudaron. La característica carroñera del cuervo está en que se alimenta de animales muertos... ¡Pero el mendigo estaba vivo! Imaginemos qué habría hecho aquel cuervo sobre él si se hubiera olvidado de darle de comer... ¿O será que los cuervos nos toman por muertos a todos cuando tienen hambre?... ¡Y siempre tienen hambre!...
Sólo nos gustan los cuervos cuando los cría Carlos Saura en una película, o cuando los hace aletear Edgar Allan Poe en un poema...
El 2 de junio de 1453, Don Álvaro de Luna, fue de-ca-pi-ta-do en Valladolid por orden del rey Juan II de Trastámara... Así, el pobre Conde cayó víctima de “dos cuervos”: el hacha y el rey...