Bienvenidos a Vacunoslavia, el país que regala vacunas contra el covid a los turistas

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    Mientras en España se vacunaba a ancianos de 80 años, el pasado fin de semana miles de personas de todas las edades cruzaban las fronteras de Serbia para conseguir una dosis gratuita. Familias enteras de bosnios, kosovares o normacedonios se acercaban a Belgrado para inmunizarse contra el covid en un país que supera de forma tan clara a sus vecinos en la carrera por la vacunación que se puede permitir el lujo de regalar inmunizaciones a los turistas. En total, más de 23.000 extranjeros se acercaron el pasado sábado y domingo a la capital serbia para recibir su dosis, según datos de las autoridades locales. De estas, más de 8.500 vacunas se destinaron a empresarios de Bosnia-Herzegovina, Montenegro, Macedonia del Norte, Kosovo y Albania para “estrechar lazos comerciales”, tal y como ha defendido Marko Cadez, líder de la Cámara de Comercio. En la frontera entre Bosnia y Serbia, largas filas de coches esperaban para cruzar durante el fin de semana.

    “Hoy por hoy, cualquier ciudadano extranjero puede recibir una vacuna en Serbia, pero nuestros vecinos han sido los que más se han beneficiado de la decisión de Belgrado de permitir que se vacunen a los extranjeros”, explica Vuk Vuksanovic, doctorando en Relaciones Internacionales en la London School of Economics y diplomático durante dos años del Estado eslavo. Serbia, un país de casi siete millones de habitantes, ya ha administrado 34 dosis por cada 100 habitantes, una cifra muy superior a la de países más avanzados económicamente como Alemania, Francia o España, que rozan apenas las 16 dosis. Esta ventaja se da tras años de cortejos geopolíticos a Belgrado por parte de Rusia, China y la UE, lo que ha permitido a Serbia contar ya con cargamentos de vacunas rusas, chinas y varios modelos occidentales, y presumir ante el mundo de colas kilométricas de turistas que vienen a por su dosis contra el coronavirus. “Teníamos un lote de 25.000 dosis de AstraZeneca que iban a caducar en abril y, para no tirarlas, quisimos ser solidarios y compartirlas con nuestros vecinos de la región”, explica por teléfono Katarina Lalic Smajevic, embajadora de Serbia en España. Lalic Smajevic, que cita el ejemplo de la Cámara de Comercio de su país como otro caso de “solidaridad”, asegura que tienen la intención de seguir compartiendo vacunas con sus vecinos.

    Sin embargo, detrás de las colas de turistas para conseguir una vacuna hay otros factores que van más allá de la camaradería serbia. Desde hace meses, el Gobierno de Aleksandar Vučić juega sus cartas de esa 'diplomacia' de vacunas a pequeña escala para reorganizar su imagen y alianzas en la turbulenta región de los Balcanes occidentales. “Ellos lo venden como un acto de benevolencia, pero quieren recuperar la imagen de país respetable y esconder la deriva antidemocrática de este Gobierno”, sostiene Srjdan Cvijic, experto en la región, a este periódico. Y lo han conseguido. Según los distintos analistas consultados, la estrategia “casi de 'marketing” ha sido todo un éxito. “[La imagen general es que] las únicas vacunas que están entrando en la región son donaciones del presidente Aleksandar Vučić”, sostiene Florian Bieber, investigador especializado en los Balcanes, en un encuentro organizado por el Instituto Austriaco para Asuntos Internacionales. “Es la primera vez que los países de la región miran a Serbia como un modelo a seguir en mucho tiempo”, afirma por su parte Vukanovic, para quien este movimiento buscaba elevar las credenciales de su país de ‘soft power’ y afirmar el liderazgo de Belgrado en la región. Cvijic coincide: “Sean cuales sean los motivos, la estrategia de propaganda ha sido muy exitosa”.

    La escena del pasado fin de semana no es la primera en la ‘diplomacia de las vacunas’ serbia, que ha ofrecido cargamentos de dosis a sus vecinos de Bosnia, Macedonia del Norte y Montenegro, países que todavía no habían podido comenzar sus planes de vacunación ante la falta de dosis. A principios de año, se generó una pequeña crisis diplomática cuando Serbia entregó una donación de vacunas a la región norte de Kosovo (de mayoría étnicamente serbia) sin conocimiento del Gobierno en Pristina.

    Pese a toda su prodigalidad, a Serbia aún le queda un largo camino por delante para conseguir la inmunización total de su población. La pandemia está pasando por uno de sus peores momentos en la región. De hecho, registra una media de más de 1.000 casos nuevos diarios de covid-19 por cada millón de habitantes, 10 veces más que España y por encima de otros países de la región, como Bosnia y Herzegovina, Montenegro o Macedonia del Norte. Entonces, ¿por qué regalar las vacunas? Este repentino acto de solidaridad ha sido criticado por asociaciones de médicos, que cargan contra el Gobierno por el elevado número de antivacunas del país.

    “La prioridad debería ser organizar una campaña para la vacunación de su propia población (¡que no existe!) y luchar sistemáticamente contra las posturas antivacunas de los medios controlados por el Gobierno”, ha defendido la Asociación Conjunta Contra el Covid, una iniciativa formada íntegramente por médicos de Serbia, en un comunicado. En la última semana, el país había vacunado a una media de 12.231 ciudadanos diarios, un número que había alcanzado los 80.000 en semanas anteriores. Según Our World in Data, la tasa de vacunación es la más baja desde el 9 de febrero. Estas cifras desvelan un profundo problema en la sociedad serbia: la mayoría desconfía del poder de las vacunas. Empezando por la persona más famosa de Serbia, el tenista Novak Djokovic. “Personalmente, estoy en contra de la vacunación y no me gustaría ser forzado por alguien a que me vacunaran para poder viajar”, dijo el año pasado Djokovic, uno de los mejores tenistas del mundo en los últimos 15 años. Sus palabras se hicieron tan virales que tuvo que rectificar. Pero el daño ya estaba hecho. Solo así se entiende que en las encuestas internacionales Serbia puntúe el último en confianza ante las vacunas y menos de un 40% de la población esté dispuesto a inocularse las inmunizaciones, según un estudio publicado en 'The Lancet'.

    “Os lo suplico”, dijo el 6 de marzo en una extraña rueda de prensa Vučić, “registraos para la vacuna”. Durante meses, su Gobierno ha ido combinando autoelogios por conseguir ser uno de los países del mundo con más vacunas disponibles y, al mismo tiempo, quitar importancia a la pandemia, como cuando el ministro de Sanidad, Zlatibor Lončar, dijo que el coronavirus era más débil que “una gripe estacional”. “Serbia tiene un grave problema con los movimientos antivacunas, que se abrazan a cualquier tipo de teoría de la conspiración”, recalca Srdjan Cvijic, que ha coliderado un estudio sobre las ‘fake news’ en su país de origen. Para Cvijic, es una paradoja que uno de los países del mundo que más inmunizaciones tiene para su población no consiga que se vacunen porque, asegura, medios financiados por el propio Gobierno difunden esa misma desinformación. “Han creado su propio monstruo y ahora no lo pueden controlar”. Srdjan Cvijic: "Han creado su propio monstruo y ahora no lo pueden controlar" La desconfianza en la ciencia es un problema extensible en la región. De hecho, después de que miles de bosnios viajaran al país vecino para conseguir una vacuna que en su país aún no existe, varios líderes locales sembraron la desconfianza en el “buen hacer” serbio. “¿Por qué el presidente bosnio permitió a los ciudadanos de Bosnia y Herzegovina que fueran humillados yendo a Serbia para ser vacunados?”, aseguró en una publicación en Facebook la antigua autoridad islámica del país. “Habría que comprobar qué hay en las vacunas que los serbios dan a los bosnios”.

    La imagen de turistas consiguiendo vacunas gratis mientras en Europa aún hay ancianos de 80 años sin ser inmunizados ha llegado hasta el corazón de Europa. Esta misma semana, el diputado ultraderechista de AfD Siegbert Droese cargó contra el Ejecutivo de Merkel usando la campaña de vacunación serbia. “¡Serbia está avergonzando a la Unión Europea hasta los huesos!”. Pero el sentimiento empieza a ser mutuo en la región. Pese a que en la primera etapa de la pandemia la UE inyectó fondos en la región, el caos de la vacunación en Europa ha dejado en segundo plano su estrategia en los Balcanes. La pandemia de covid-19 ha ayudado a poner la puntilla a un proceso de ampliación atascado, y la creciente presencia de intereses de China y Rusia ha reafirmado a los gobiernos locales que hay mundo más allá de la UE. En los últimos años, China ha ampliado su influencia económica en Serbia y los Balcanes, con proyectos parte de la Nueva Ruta de la Seda (Belt and Road Initiative), como una vía ferroviaria uniendo Belgrado y Budapest (Hungría). Rusia, por su parte, ha acordado con varios países de la región producir localmente dosis de la vacuna Sputnik.

    El Gobierno del populista de derechas Vučić, de fuerte tendencia pro china y pro rusa, pese a mantener durante los últimos años a Serbia en los primeros puestos de la cola para una entrada en el club europeo en un frágil equilibrio entre potencias, ha logrado afianzar una imagen de una Unión Europea poco solidaria con sus vecinos en los Balcanes. “La imagen del presidente Vučić dando por ejemplo vacunas a Macedonia del Norte manda el mensaje de que [estos países] son tontos si solo confían en la UE como socio", añade Bieber. El pasado 2 de marzo, en una ceremonia de entrega de un cargamento de vacunas en el aeropuerto de Sarajevo, el presidente serbio Vučić aprovechó la ocasión para criticar a la Unión Europea, afirmando que las vacunas adquiridas por Belgrado a través de la UE dentro del programa Covax todavía no habían llegado a Serbia. "No ha llegado ni una vacuna de la UE". “En 2009, más de un 70% de serbios apoyaba la anexión a la UE, pero esa cifra ha bajado por debajo del 50% en los últimos años”, recuerda Civjic. “Y estoy seguro de que la campaña de vacunación de la UE va a hundir aún más ese número”. Para Vukanovic, el fracaso europeo en las inmunizaciones se une a una larga lista de “decepciones” para la población serbia. “Inevitablemente, el prestigio de la UE va a quedar mermado”. Bieber es más contundente: “El proceso de ampliación está muerto”.

     

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