Los desafíos a largo plazo no faltan, empezando por los sectores más tecnológicos, pero de momento la economía rusa se muestra resiliente frente a las sanciones occidentales, gracias en buena medida a las exportaciones de petróleo y gas.
Según las previsiones revisadas del FMI el martes, el PIB ruso se contraerá un 3,4% este año, lejos de las predicciones internacionales apocalípticas formuladas en marzo, poco después del inicio de la ofensiva en Ucrania.
Para 2023, la institución multilateral espera que la economía rusa se contraiga un 2,3%, menos que el 3,5% pronosticado en julio. El FMI destacó en un informe "la resiliencia de las exportaciones de petróleo crudo y de la demanda interior, con un apoyo mayor de las políticas presupuestarias y monetarias, y con un restablecimiento de la confianza en el sistema financiero".
En septiembre, el presidente Vladimir Putin presumió de una "situación que se normaliza", pues en su opinión "el pico" de las dificultades ya había quedado atrás.
Según él, esto se traduce en una tasa de desempleo mínima, del 3,8%, y una inflación "a la baja", del 13,7% interanual, después de haber batido récords en primavera al calor de las primeras sanciones internacionales.
"Podemos estimar que ha pasado ya el impacto de las primeras sanciones, en particular los efectos en el sector financiero", comenta a AFP Elina Ribakova, economista en jefa adjunta de la asociación de grandes bancos e instituciones financieras mundiales (IIF).
Según ella, "Rusia ha logrado prepararse y adaptarse a las sanciones".
- Acercamiento con China -
La fractura diplomática y económica con Occidente aceleró el acercamiento de Rusia con China, su gran vecino con el que comparte más de 4.000 km de frontera.
Ante un mercado europeo casi inaccesible, "las empresas se han visto obligadas a encontrar otros mercados, sobre todo Asia y Turquía", afirma a AFP Natalia Zubarevich, economista de la Universidad Estatal de Moscú.
Rusia y China han anunciado ya que sus contratos de entregas de gas se pagarán en rublos y yuanes, una victoria para Moscú, que quiere desdolarizar su economía.
Igualmente, el recorte de la producción de crudo anunciado la semana pasada por la Opep+, para disgusto de Washington, es una buena noticia para Moscú, que saldrá beneficiado de la consiguiente subida del precio del petróleo.
Y las dificultades de los europeos y el G7 para poner un tope al precio del petróleo ruso -ni China ni India parecen querer sumarse- han despejado algunos nubarrones que se cernían sobre la economía rusa.
- Retraso tecnológico "de 10 a 15 años" -
Estructuralmente, la economía rusa se va a volver aún más dependiente de la industria energética, mientras que en los sectores de alto valor añadido se incrementará el desfase.
El aislamiento con respecto a los mercados internacionales amenaza con perjudicar seriamente a los sectores más dependientes de la tecnología extranjera.
Y es que las promesas rusas de apuntalar una producción alternativa no son más que teóricas, en un país que no cuenta con gigantes como pueden ser Adobe, Microsoft o Apple.
Otro ejemplo es cómo la falta de piezas de montaje ha hundido la producción de automóviles en Rusia.
A mitad de septiembre, el fabricante japonés Toyota cerró su fábrica de San Petersburgo, a falta de componentes electrónicos.
"Alrededor de la mitad de las empresas afectadas por las sanciones siguen teniendo dificultades para encontrar proveedores alternativos", estima Elina Ribakova.
En respuesta, Rusia decidió relajar las normas de seguridad y medioambientales para los vehículos fabricados en el país, todo un paso atrás.
En un documento de trabajo del Ministerio de Industria y Comercio, filtrado a la prensa rusa, los responsables se alarmaban de un retraso "de 10 a 15 años" de la industria tecnológica rusa, así como de una "dependencia" respecto a la producción extranjera y una penuria de mano de obra.
Otra fuente de preocupación es ver cuál será impacto del embargo europeo al petróleo ruso, fijado a partir del 5 de diciembre, al que se sumará el embargo sobre los productos refinados en febrero de 2023.
Entre enero y agosto de 2022, más del 40% de los ingresos federales provinieron de la venta de gas y petróleo, según el Ministerio ruso de Finanzas.
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