Miedo, angustia, incomodidad, desprecio, tensión, enojo. Solo algunas de las emociones que se filtraron en el cuerpo de los candidatos presidenciales durante el segundo debate en la facultad de derecho de la Universidad de Buenos Aires.
Con la presión que genera, a manera de panóptico, las cámaras de televisión y un auditorio repleto de asesores propios y ajenos, los candidatos intentaron persuadir con argumentos y recursos retóricos cuidadosamente estudiados, a millones de potenciales votantes que siguieron el debate desde sus pantallas.
Tengamos en cueta que más allá de las palabras, nuestro cuerpo expresa las verdaderas emociones que nos atraviesan ya que, por mucho que nos esforcemos, no es posible domesticarlas.
Repasemos, entonces las emociones que predominaron en cada candidato a la luz de los códigos conductuales, movimientos kinésicos y las microexpresiones faciales que se abrieron paso acompañando o contradiciendo el discurso.
Mauricio Macri Enojado y Angustiado
El emblema del ruego- las manos cruzadas como si estuviera rezando-, apareció en menor medida que en el debate anterior. No obstante se filtró en momentos cruciales como cuando se refirió al tema del empleo. Un tema que desequilibró el discurso estudiado del presidente. Asimismo como en el debate anterior, se visualizó en al menos 6 veces la combinación de movimientos musculares que configuran la angustia. Una de las 7 emociones básicas universales de nuestra especie. Al referirse a la seguridad, Macri ocultó, en su gestualidad su dedo pulgar. Un emblema reconocido y nomenclado por la comunidad científica de la Comunicación No Verbal como ocultamiento de información. Podríamos decir con ese solo gesto que el presidente sabe algo sobre la seguridad que nosotros no sabemos o que prefiere callar.
Sobre el cierre del debate, Macri señaló la agresividad de Alberto Fernandez queriendo diferenciarse al menos en el plano argumental. No obstante eso, su cuerpo se expresó en sentido contrario cerrando el puño y expresando la ira contenida, que en el nomenclador de Paul Ekman aparece catalogada como "odio".
Alberto Fernandez Confiado y Centrado.
El arma más poderosa que despliega Alberto Fernandez en los debates es su paralenguaje (ritmos, pausas, tono de la voz) que en este debate aplicó con eficacia cronometrada. Además de utilizar, como la semana pasada, su dedo índice levantado (propio de su código comunicacional), agregó esta vez su dedo pulgar para señalar al presidente mirando a la pantalla. Ese gesto es en occidente un señalamiento que despierta un puente de empatía y complicidad con nuestros interlocutores y nos coloca en un plano de cercanía con el auditorio y de superioridad con nuestro adversario. Sus movimientos kinésicos fueron armónicos y a tono con sus palabras, aunque tuvo el momento de mayor tensión al referirse a un tema candente como la corrupción. Tocó su oreja, luego el micrófono y tuvo un momento de desconcentración del cual pudo reponerse rápidamente y de manera airosa.
Roberto Lavagna Inseguro dubitativo.
Volvimos a ver a un Lavagna inseguro, con lagunas y silencios pronunciados, especialmente al comienzo. Aferrado de a ratos a su lapicera que tomaba desde los dos extremos con el fin de anclar su estrés y neutralizarlo y en las pausas, dando vueltas a su anillo de manera sistemática con su otra mano. Con mirada imprecisa, evitando mirar a cámara, fue el que mas evidenció la tensión que le produjo este encuentro de candidatos a la vista de todo el país.
José Luis Espert Distante y retraído..
Carente de empatía verbal y gestual, se mostró distante y disconforme con su propio discurso en repetidas oportunidades apretando los labios al finalizar sus intervenciones. Sus manos ocultas, denotaron la actitud típica que se expresa en nuestro cuerpo cuando no confiamos en nuestro entorno y no deseamos integrarnos a él.
Juan José Gomez Centurión Nervioso y Vulnerable.
Con enojos contenidos que su cuerpo expresó de manera sutil con golpeteos repetitivos y enfáticos sobre la tarima, se mostró lejos de la asertividad verbal y gestual. Direccionó su rostro de manera oblicua al auditorio manifestando la mirada del acecho. Mirada que expresamos mostrando 3 cuartos de perfil (izquierdo en este caso) y ocultando una de nuestras orejas a nuestro interlocutor poniendo de manifiesto que nos sentimos amenazados. Ocultó las manos durante gran parte del debate - como en el debate anterior-, y las pocas veces que las expuso, quedó expuesto un leve temblor propio de la tensión y la inseguridad contenida.
Nicolás Del Caño Alineado y Asertivo.
Con gran soltura, mostró armonía gestual y verbal. Aunque por momentos se avizoraron signos de indignación, sus intervenciones fueron empáticas y asertivas. Sin contradicciones en su discurso.
Podríamos decir que el gran ganador del debate fue Alberto Fernandez, aunque con el traspié señalado anteriormente. El perdedor desde lo comunicacional fue Macri que no pudo alinear sus emociones con sus palabras. Los más nerviosos Espert y Gómez Centurión y el más relajado y armónico, Nicolás del Caño.
Las palabras y el discurso, es un elemento destacado de la comunicación. No obstante, cuando vemos contradicción, siempre le creemos al cuerpo Porque como siempre decimos en nuestro Laboratorio de Investigación en Comunicación No Verbal, nuestro cuerpo no sabe mentir.
Por: Hugo Lescano Director del Laboratorio de Investigación en Comunicación No Verbal