La carrera para administrar la vacuna de la Covidien-19 evidencia posiciones y criterios diferentes, tanto en la compra como en su distribución. El Gobierno británico ha sido el pionero en dispensar el fármaco, empezando por las personas de más edad; Bruselas ha reservado 300 millones de dosis de la vacuna de Pfizer y 160 de la de Moderna para los socios de la UE, con la idea de hacer un reparto proporcional a la población de cada país. En representación de la línea más dura, Trump, con el lema American First, ha firmado una orden ejecutiva basada en una ley de 1950, que da prioridad a los estadounidenses en la administración de medicamentos producidos en el país.
Es evidente que la capacidad de compra de los países ricos contrasta con la de los menos adelantados y dos realidades se enfrentan: los del norte, sin problemas económicos para acceder a la vacuna, y los del sur, carecen de los recursos para obtenerla; más de la mitad de las vacunas están en manos del 14% de la población. Para paliar la desigualdad se ha creado la iniciativa internacional COVAX, en la que participan gobiernos, organizaciones internacionales como la OMS y el Banco Mundial, y fundaciones como la del matrimonio Gates. Quieren comprar 2.000 millones de dosis para distribuir en los países que no pueden pagar los precios de mercado. A pesar de contar con 1.650 millones de euros, necesitan más del doble para vacunar el 20% de la población el próximo año y lograr resultados eficaces. Para algunos países, esta iniciativa es insuficiente y hay que sumar más esfuerzos.
La Covidien-19 ha provocado más de un millón y medio de muertes a escala mundial; los retos son globales y para obtener efectividad las tasas de vacunación deben ser masivas. La suspensión temporal de las patentes permitiría aumentar la producción y llegar a la inmunidad de grupo que la OMS sitúa en el 70% de la población mundial. En cualquier caso, los expertos afirman que la vacuna no tendrá efectos inmediatos y habrá que esperar unos meses para sentir sus beneficios; mientras, se deberá llevar mascarilla y mantener el distanciamiento social antes de volver a la vida normal.