La tensión militar entre Rusia y Ucrania, coloca ante el mundo la preocupación de un posible conflicto bélico, lo que según economistas consultados por EL VOCERO afectaría de forma significativa la economía de los países —mucho más allá de las muertes y el gasto militar para financiarlo— y alteraría la estructura productiva.
Acorde con los economistas, la guerra afecta el crecimiento económico y también altera la estructura de los sectores productivos de forma directa e indirecta. En consecuencia, se reduce el crecimiento, disminuye el intercambio de bienes y servicios, las empresas pierden el apetito por ampliar los mercados y cae la riqueza de los ciudadanos en los mercados bursátiles.
Los entrevistados coincidieron en que el impacto inmediato el consumidor lo siente en el costo energético y en la inflación.
Según datos provistos por la economista Chantal Benet, de la firma Inteligencia Económica, de concretarse una guerra, la inflación podría alcanzar hasta el 10%, aumentaría aún más el costo del petróleo y ocurriría un trastoque mayor en la cadena de suministros.
Para el economista José Caraballo Cueto, el impacto inmediato es el alza en el costo energético —como consecuencia del alza en el precio del petróleo— y el encarecimiento de productos como la pintura, el plástico y algunas piezas de ropa y calzado, entre otros.
Caraballo Cueto expuso que muchas veces para costear los gastos extraordinarios que conlleva una guerra los países emiten deuda.
Explicó que si con los niveles de deuda actual Estados Unidos tuviese que hacerlo, podría desencadenar una ronda de austeridad —principalmente si los Republicanos ganan las elecciones de medio término o ganan en el 2024— lo que pudiese afectar los fondos federales recurrentes que llegan a la Isla.
“Ahora mismo hay un aumento en el gasto del gobierno, así que con más razón tendrían que reducir los gastos”, indicó el economista, pero aseguró que los fondos federales que ya están aprobados para Puerto Rico no se desviarían para la guerra.
Sin embargo, el economista Juan Lara sostuvo que los gastos elevados que conllevaría un conflicto bélico, sumados a los incurridos por la situación del covid-19, pondrían en riesgo la disponibilidad de futuros fondos federales para la Isla.
“Los fondos que están comprometidos no, pero el resto de los fondos pasarían a una tercera o cuarta prioridad. Una guerra hoy sería más mala que el covid-19. Sería un estremecimiento para la economía, ya que impactaría fuertemente el mercado del petróleo, el alimento y otros ‘commodities’, es un ambiente bien dañino que exacerba el problema de la inflación”, abundó.
Señaló que hoy día todos los países están interconectados y dos terceras partes de la exportación a nivel mundial son bienes intermedios para la manufactura en general, lo que ante una guerra impactaría el comercio exterior.
“Se aumentarían los precios, habría menos demanda y las exportaciones se reducirían. Se trata de una reducción en la actividad productiva. El costo económico de una guerra es alto. Sobre todo en una economía como la de los Estados Unidos, ...tendría un descenso, capaz de volver a cerrar el gobierno federal y —por el límite de la deuda— quizás por un periodo de tiempo más prolongado. Ya Puerto Rico conoce el costo de un cierre de gobierno”, agregó Caraballo Cueto, quien puntualizó que no se puede olvidar el elevado costo de la pérdida de vidas humanas.
La economista Heidi Calero expuso que en una guerra, el impacto en la manufactura de los productos intermedios seguirá afectando la transportación aérea, terrestre y a muchas industrias, que requieren de piezas tan sencillas como los microchips, que ya hoy están escasos.
“El impacto de una guerra inicia desde la sola amenaza y ya lo estamos viendo. El precio de la gasolina, los alimentos y la inflación en general nos toca a todos independientemente de dónde se suscite la guerra. La mera amenaza ha levantado el precio de los combustibles, ha afectado la cadena de distribución, la bolsa de valores está errática, y aunque uno diga ‘Yo no tengo inversiones’, muchos tienen su dinero de retiro en 401K y otros sistemas de retiro y todo eso se afecta”, advirtió Calero.
“La inflación llega por distintos medios, desde el gas licuado, los ‘commodities’ y los alimentos, hasta la gasolina, y eso ya lo estamos experimentando”, añadió.
Por su parte, Francisco Rodríguez, presidente y CEO de Birling Capital, señaló que típicamente al rumor de guerra el mercado bursátil se comienza a afectar.
“Se trata de un impacto económico temporero que podría forzar a la Reserva Federal (FED) a no aumentar las tasas de interés con el consabido efecto que traería en la inflación”, abundó.
Expresó que Rusia provee el 25% del gas natural y petróleo de Europa, lo que ante un corte de suplido generaría serios problemas a los europeos, principalmente en la época de mayor frío.
Para el historiador José Rivera, más allá del encarecimiento de los procesos de manufactura, los combustibles y la escasez en la cadena de suministros, el impacto puede trascender al consumo.
“Ante el encarecimiento de los bienes, mucha gente puede dejar de consumir o reducir su gasto, lo que impacta directamente la economía”, puntualizó.
Enfatizó que en la parte social, la pérdida de vidas y la ausencia de personas por largos periodos de tiempo es otro elemento que afecta los vínculos familiares.
Ante este escenario comercial y financiero, el economista José J. Villamil indicó que en Puerto Rico se toman decisiones económicas mirando solamente a los Estados Unidos.
“El escritor Antonio S. Pedreira, autor del Insularismo, de los años 30, dijo aquello de que éramos una Isla rodeada de espejos. Lo que dije en algún momento es que uno de los espejos se rompió pero solamente permitía mirar para el norte… Los riesgos —como el que presenta la situación de Ucrania— sencillamente no se toman en consideración. Para nuestros ‘decision makers’ el resto del mundo es EE.UU.”, expuso Villamil.
Entre tanto, Caraballo Cueto y Lara indicaron que las guerras resultan ser un tipo de estímulo económico debido al gasto en que incurre el gobierno para comprar armamento, contratar servicios y cubrir lo que exige la defensa en general.
“Siempre es un estímulo. Se requiere que el gobierno aumente su gasto, lo que estimula la economía, aunque es mejor no tenerlo”, afirmó Lara.
Descarta la posibilidad de guerra
Sin embargo, el economista Santos Negrón —aunque coincide con todos los efectos de un conflicto bélico— la posibilidad de haya guerra a gran escala es casi nula y enfatizó en que Ucrania no es un país tan importante como para que el mundo entero entre a pelear por ellos.
“Si se desata una guerra será bien corta, ya que no existe posibilidad de resistencia. Rusia controlará ese terreno en dos o tres semanas”, sostuvo Negrón.
“El problema es que el conflicto se está gestando cerca de Europa que es el centro del poder, la diplomacia y cuenta con los países más influyentes del mundo, geopolíticamente hablando. La resistencia europea es simbólica”, abundó.
De: El Vocero