Rusia invirtió miles de millones de dólares y más de una década para reconvertir a sus militares en una fuerza profesional más reducida y mejor equipada que pudiera hacerle frente a Occidente.
Pero a tres semanas de su invasión a Ucrania, su primera prueba real, las fuerzas armadas rusas van a los tumbos. Los servicios de inteligencia occidentales calculan que hasta la semana pasada habían perdido la vida entre 5000 y 6000 soldados rusos, entre ellos, algunos conscriptos con escaso o nulo entrenamiento militar.
Entre los muertos también hay cuatro generales rusos —el 20% de los que estarían cumpliendo funciones en Ucrania—, así como varios altos comandantes, según consignan los partes de guerra ucranianos. Según funcionarios occidentales, esos generales rusos estaban cerca de la línea de frente, señal de que los oficiales de menor rango de la avanzada no estaban capacitados para tomar decisiones o temían hacerlo.
Según el Ministerio de Defensa de Ucrania, tras la caída de su sistema de comunicaciones encriptadas, las tropas rusas empezaron a usar teléfonos abiertos y radios analógicas, más vulnerables a ser interceptadas o bloqueadas. Los analistas militares creen que los oficiales rusos se convirtieron en un blanco cuando dejaron expuesta su posición por usar telefonía abierta.
A principios de mes, fuerzas ucranianas compuestas por voluntarios y soldados profesionales repelieron el asalto sobre la estratégica localidad de Voznesensk, uno de los reveses más graves que hayan sufrido las tropas rusas desde que invadieron Ucrania.
Las fallas de Rusia parecen responder a factores que van desde las suposiciones erróneas del Kremlin sobre la resistencia ucraniana hasta la falta de motivación de los soldados rusos. Esas falencias dan a entender que tanto el Kremlin como Occidente sobreestimaron la renovación de las fuerzas armadas rusas, que según algunos analistas militares parecen estar minadas por la corrupción y la desinformación.
Las incursiones anteriores del Ejército ruso, en maniobras militares y operaciones más pequeñas en Siria, no lo prepararon para un ataque de varios frentes en un país cuyo Ejército pelea ferozmente por su patria, dice Michael Kofman, director de estudios sobre Rusia en CNA, una organización de investigación sin fines de lucro con sede en Arlington, Virginia.
“Los rusos nunca habían tenido que manejar una fuerza militar tan grande en condiciones reales de combate”, dice Kofman. “Esas maniobras que nos vienen mostrando desde hace años son eventos muy guionados y escenificados, que se parecen más al teatro que a otra cosa.”
Tácticas de insurgencia
De todos modos no caben dudas de que las fuerzas de Rusia tomaron territorios, básicamente en el sur y el este del país, frente a un adversario más pequeño y menos equipado. Además, los comandantes militares rusos pueden aprender de sus errores y reposicionar sus fuerzas para una nueva ofensiva.
Según los analistas militares occidentales, aunque las fuerzas armadas de Moscú finalmente superen a las fuerzas armadas de Ucrania, eso no marcará el fin de las hostilidades sino el comienzo de una insurgencia que podría enredar a las fuerzas rusas durante años. Los objetivos militares declarados de Moscú —reemplazar al gobierno y establecer el control ruso sobre una población obediente— parecen remotos.
Pero por ahora, las fuerzas ucranianas han hecho retroceder a los paracaidistas rusos que intentaban asegurar los aeródromos, y hay interminables caravanas de tanques y vehículos militares varadas en las rutas por falta de combustible, según muestran las imágenes satelitales y los videos tomados por soldados ucranianos. Cientos de vehículos rusos han sido destruidos y otros abandonados debido a fallas mecánicas o equipos defectuosos, según funcionarios y analistas militares occidentales que siguen de cerca la campaña.
Ucrania se ha atribuido el derribo de más de 80 aviones y 100 helicópteros, pero los verificados de forma independiente son muchos menos. A los funcionarios occidentales les extraña que Rusia no haya recurrido a su superioridad aérea para asegurarse el dominio de los cielos.
Pero los aviones de combate rusos que vuelan sobre Ucrania de todos modos causan graves daños, incluso contra civiles. El alcalde de Mariupol denunció el miércoles que la fuerza aérea rusa había bombardeado el teatro municipal, donde murieron personas que se habían refugiado en el lugar.
Un funcionario de la OTAN dijo que el estilo de lucha de los rusos sorprendió a los observadores occidentales porque no se ajustó a la doctrina militar rusa de usar unidades móviles —los “grupos tácticos de batallón”— y un sistema de comando de tropas consolidado, lo que les habría permitido ser más ágiles contra el enemigo, sin necesidad de adentrarse peligrosamente con las líneas de suministro en el territorio ucraniano.
“Por ahora, están simplemente atascados”, dijo el funcionario, y agregó que Rusia ha tratado de reabastecer al Ejército movilizando “camiones y automóviles civiles” de todo el país hasta la línea del frente, donde pueden ser utilizados por los militares.
Falta de coordinación
Un punto débil crucial de la campaña rusa es la falta de coordinación entre las ramas de sus fuerzas armadas, y eso ha creado problemas en el reabastecimiento de las fuerzas dentro de Ucrania y en la coordinación de la ofensiva, según analistas militares como Andrew Monaghan, miembro del Wilson Center, un grupo de expertos en política exterior con sede en Washington.
“Hay algunos rasgos de la historia militar rusa que se repiten en todas las guerras donde Rusia interviene, sin importar si ganan o pierden”, dice Monaghan. “En operaciones complejas, siempre tienen dificultades considerables, con problemas de logística y en la línea de mando”.
Esa pésima logística ha obstaculizado mucho el avance de los rusos, que para el traslado de hombres y material bélico siempre prefieren usar los trenes. Pero como no han logrado tomar las ciudades de Ucrania donde se encuentran los principales cruces ferroviarios, los rusos se ven obligados a usar las rutas, y eso los convierte en blancos fáciles.
Los analistas militares pensaban que el mayor embate militar de Rusia llegaría a Kiev desde el norte, por la frontera con Belarús, donde las tropas rusas realizaron maniobras militares durante los meses previos a la invasión. Pero el avance hacia la capital ucraniana desde ese y otros frentes se ha ralentizado o directamente paralizado.
La invasión rusa arrancó torcida desde el primer día. Después de un bombardeo con cohetes sobre los aeródromos e infraestructura militar más grandes de Ucrania, en la madrugada del 24 de febrero, Rusia no logró avanzar sobre Kiev. De haber tenido éxito la toma del aeródromo militar en Hostomel, a 35 kilómetros de la ciudad, los rusos habrían tenido un punto de apoyo en las afueras de la capital desde donde podrían enviar cientos de paracaidistas. Ese fracaso retrasó el avance inicial.
Las unidades ucranianas coordinaron un ataque de varios frentes contra la primera ola de paracaidistas rusos que aterrizaron en el aeródromo, expulsándolos y obligando a los rusos a abortar sus planes para lanzar más tropas desde el aire, según informes de primera mano de dos soldados involucrados en los combates y videos e imágenes de los enfrentamientos en el aeródromo.
Luego llegó una columna de la Guardia Nacional enviada desde Chechenia —región leal a Rusia—, que fue destruida cuando intentaba recuperar el aeropuerto. El líder checheno Ramzan Kadyrov dijo que en el operativo solo murieron dos soldados.
Esa falta de coordinación, dice Monaghan, revela los problemas para organizar un operativo militar que caracterizan a las fuerzas armadas rusas, y agrega que hay numerosos ejemplos del pasado de comandantes que se negaban a trabajar en conjunto o a ayudarse unos a otros, aunque no hay indicios de que la falta de coordinación en Hostomel haya sido intencional.
“Parece haber sido más bien un problema de comunicación entre las fuerzas armadas y la Rosgvardia”, dice Monahan en referencia a la Guardia Nacional.
De:The Wall Street Journal