En la capital ruegan que llueva en medio de una sequía histórica que dejó el principal embalse de la ciudad al menor nivel de reservas histórico.
Las escasas precipitaciones y altas temperaturas registradas en el Sur de Sudamérica han provocado una grave sequía en el último año, que afectó los cultivos de la vecina Argentina, productora de cereales, y provocó cuantiosas pérdidas agrícolas.
Los uruguayos culpan al gobierno de entregar reservorios y cursos de agua a empresas privadas.
En Uruguay, el déficit hídrico es el peor de los últimos 74 años, según las autoridades. Está afectando el abastecimiento de miles de hogares, que reciben agua de mala calidad.
‘Me preocupa que dependamos de la lluvia como única respuesta‘, dijo Vanessa Fleitas en la escuela de su hijo en Montevideo, que cerró temprano por falta de agua potable para los alumnos. ‘Hace un calor inusual para esta época‘.
Los niveles de agua del embalse Paso Severino, que abastece a más de la mitad de los 3,5 millones de uruguayos, están en ‘mínimos históricos‘, según la empresa estatal Obras Sanitarias del Estado (OSE), en torno al 10% de su capacidad.
Según los últimos datos, dispone de unos 6,2 millones de metros cúbicos de agua, muy lejos de la media mensual de 60 millones. Se necesitan unos 650.000 metros cúbicos por día para abastecer a la capital.
Las ligeras precipitaciones de los últimos días ‘no cambiaron las perspectivas‘, dijo la OSE, aunque se prevén algunos chubascos para finales de esta semana. Según los meteorólogos, se necesitan 50 mm diarios de lluvia hasta junio para que el nivel de los embalses empiece a recuperarse.
La disminución de las reservas de agua dulce en el principal embalse del país obligó a la empresa estatal a finales de abril a mezclar los suministros con agua del estuario del Río de la Plata, lo que dio lugar a niveles muy altos de sodio y cloruros.
‘Mis clientes no se fían de lo que sale del grifo‘, dijo el comerciante Ramón Arteaga en Montevideo, donde las ventas diarias de agua embotellada se multiplicaron por diez. Federico Kreimerman, presidente del sindicato de trabajadores de OSE, afirmó que la culpa la tienen la sequía, la mala gestión de los suministros y la falta de inversión estatal.
‘El agua para consumo también compite con el cultivo de soja, la ganadería y la silvicultura‘, añadió.