Fue la cuarta opción. Pasado radical y el plan que no llegó a presentarle a Cristina Kirchner y sus charlas telefónicas. Sus primeras horas de shock en el ministerio, sus enemigos en el oficialismo y el inoportuno viaje de su hijo a Londres.
20 de octubre del 2015, América TV. La protagonista de esta nota está sentada en la mesa de “Animales Sueltos”, a la derecha de Alejandro Fantino. El conductor la presenta: “Silvina Batakis, de la cual se habló muchísimo en las últimas horas. Tu nombre lo googleás y tenés 200 resultados en noticias, eso quiere decir que estás en la tapa de todos los diarios. ¡Lindo hierrito caliente agarrás! ¿Estás tranquila con lo que vas a recibir?”
Batakis responde con una evasiva, dice que la economía “siempre es conflictiva” y que lo primero que hará, cuando asuma, es “pensar en el mediano y largo plazo”.
Hablaba por esos días calientes como la futura ministra de Economía de Daniel Scioli, el candidato que terminó perdiendo por apenas un punto contra Mauricio Macri. Ella era una fija en el Gabinete del ex motonauta -ya había ocupado el mismo cargo en la gestión bonaerense-, pero finalmente no se dio.
Cuentan a su lado que Batakis sufrió un golpe fortísimo tras esa derrota porque no tenía plan B. Su sueño era ser ministra o nada. Solo pensaba en programas económicos y planes para, en ese entonces, arreglar con los holdouts. Todo eso se esfumó en noviembre, en la noche del ballotage, y se tuvo que ir a su casa. La vida le cambió a tal punto que hasta se separó del padre de su hijo.
Ahora sí llegó al lugar que se le negó hace siete años, esta vez en versión de ministra de emergencia, o de descarte, tras la desprolija salida de Martín Guzmán. Batakis lo vive como una revancha. O, como dice un colaborador de su extrema confianza, como “una reivindicación”.
Pero los mercados la recibieron con desconfianza. Y los números que le toca manejar queman.
En shock
Cuando llegó al ministerio de Economía, Batakis se encontró con una situación más compleja de lo que esperaba. Cuatro días después de asumir aún no había podido conformar a todo su equipo. Los trascendidos en Casa Rosada de hecho daban cuenta del “shock” en el que estaba inmersa. Es que Batakis, una economista sólida con conocimiento del Estado y de la función pública, y con buena aceptación por parte del peronismo y de los gobernadores, no tenía a disposición un dispositivo de colaboradores suficiente para llenar todos los casilleros del ministerio de Economía. La Secretaría de Hacienda por sí sola es un “monstruo” en cuanto a su organigrama. Y la conformación del área Legal y Técnica conlleva una complejidad que, según las fuentes, Batakis tardó más tiempo del esperado en resolver. Por ejemplo, el actual Secretario de Finanzas, Eduardo Setti, era hasta hace poco asesor de Sergio Massa y en el pasado trabajó para Miguel Ángel Pichetto.
Los nervios la consumen por estas horas. Y para colmo, en sus primeras declaraciones viene teniendo traspiés, como cuando le preguntaron por las restricciones al acceso de dólares y los viajes al exterior. “La gente tiene derecho a viajar”, le dijo Marcelo Bonelli. “El tema es que ese derecho a viajar colisiona o tensiona con la generación de puestos de trabajo”. Luego de viralizarle esa declaración, se filtró que su hijo había viajado a Londres luego de la asunción de su madre, por una actividad del colegio con instituciones académicas de Inglaterra.
¿Cómo llegó al Gobierno?
Uno de los hombres influyentes de la Casa Rosada con el que Batakis tiene buena relación es Santiago Cafiero. El canciller se la recomendó al ministro del Interior Eduardo “Wado” De Pedro cuando este le consultó por economistas para sumar a su cartera. Es decir que aquel fin de semana fatídico en Olivos, en el que se definía quién reemplazaría a Guzmán, Batakis ya contaba con un voto a favor. A eso se sumó la recomendación de Miguel Pesce, el presidente del Banco Central, quien fue el que puso su nombre sobre la mesa. Ella se enteró el sábado por los medios. Estaba en su casa y llamó a un par de amigos para preguntarles qué opinaban. Otra vez, volvía a palpar la posibilidad de ser ministra de Economía.
Un colega cercano se comunicó con ella para pedirle que apagara el celular durante todo el domingo y le diera un teléfono fijo para ubicarla en caso de alguna urgencia. Su nombre ya tenía el consenso de Alberto Fernández, Sergio Massa y Cristina Kirchner, pero querían evitar que los periodistas u otros funcionarios la acosaran con preguntas y esperar hasta hacerlo oficial.
A las 18 del domingo le dijeron que ya podía prender el teléfono y la primera llamada que entró fue de Daniel Scioli, que le avisó que Santiago Cafiero la estaba buscando. El canciller le quería informar que había sido elegida para el Ministerio. Algo llamativo: ¿por qué no se lo informó el jefe de Gabinete? ¿Es Cafiero un jefe de Gabinete blue?
Historia de Batakis
Tras el desencanto por la derrota sciolista del 2015, por la que no llegó ser ministra aquella vez, Batakis volvió a la militancia con compañeras como Silvia Gotero, esposa del fallecido Roberto Digón, a través de quien se acercó a la vida política de Boca Juniors, el club de sus amores y al que solía ir a ver a la platea media B, fila 4 cada vez que jugaba de local en la Bombonera. Ahora será más difícil.
Otra compañera de militancia es María Rosa Muiños, ex legisladora porteña y actual defensora del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires. Muiños es también la esposa de Juan Manuel Olmos, el jefe de asesores de Alberto Fernández y fundador del Nuevo Espacio de Participación (NEP). En los años de Macri, además de asesorar al intendente Julio Pereyra, de Florencia Varela, Batakis colaboró con Claudia Neri, que era directora del Banco Ciudad y hoy es legisladora porteña por el NEP. Esta red de conexiones convierte a Olmos en otro padrino de la ministra.
Durante esos años en el llano, “La Griega” -como la llaman por su apellido, y porque la isla de Creta es su lugar en el mundo- tuvo un hit que la volvió a poner en la escena pública: desde su cuenta de Twitter criticaba el endeudamiento del gobierno de Macri y sus hilos con gráficos y solidez técnica se volvieron argumentos para la entonces oposición. Así se convirtió en una invitada constante a C5N, que por esos años encabezaba la resistencia mediática del kirchnerismo.
Desde su juventud que la militancia no le generaba tanta adrenalina. La única diferencia es que a fines de los 80, cuando estudiaba Economía en la Universidad de La Plata, no militaba en la Juventud Peronista, sino en Franja Morada, el brazo universitario de UCR, e incluso fue candidata en las elecciones para el centro de Estudiantes, en 1988.
El paper
Batakis, como la mayoría de los ministros de Economía de los últimos años, se suma a un proyecto en situación de crisis y emergencia. Ella es consciente de esto porque, como publicó el diario Perfil, ya estaba trabajando en un paper con ideas para un plan económico que le iba a presentar a Cristina Kirchner. “La Griega” había pedido informes a economistas de su confianza, en temas como inflación, tarifas y dólar.
El vínculo con CFK es ambiguo. En el pasado, Batakis sufrió el castigo del gobierno K contra el gobernador Daniel Scioli cuando Cristina era presidenta. Desde el kirchnerismo se fustigaba a Scioli y se retaceaban fondos para pagar los sueldos en la Provincia. A mediados del 2012 tuvo que pagar el aguinaldo en cuotas. Una de cosas que le achacaban a Scioli era que administraba mal la provincia. La administradora era Batakis. Hoy, Cristina acompaña en modo de abstención. No habla, no opina y al cierre de esta edición apenas había tenido algunas conversaciones telefónicas con Batakis sobre las medidas que se anunciaron el pasado lunes 11 de julio.
El silencio de Cristina es interpretado como un periodo de gracia que le otorga para no provocar un prematuro desgaste sobre la flamante funcionaria. Sobre la marcha de las medidas irá adoptado una actitud más -o menos- verborrágica sobre la gestión de Batakis. Hoy no regala nada. Tampoco funcionarios. La semana de la asunción, circulaba en los pasillos de Casa Rosada un trascendido que pudo ser confirmado: el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, se desmarcó de la designación de la ministra. No hubo asesores del camporismo que pasaran a integrar los equipos de la ex secretaria de Provincias del Ministerio del Interior, cuyo reemplazo está casi confirmado en la figura de Paula Español.
La versión más insistente de ese “vaciamiento” de De Pedro al Ministerio de Economía es que el kirchnerismo no visualiza buenos resultados en el corto y mediano plazo, y no quiere quedar pegado a la gestión de Batakis. Cabe recordar que en los primeros tiempos del actual gobierno, Guzmán era uno de los ministros que gozaban de buena relación con Cristina. El fragor de la crisis diluyó el vínculo. En este aspecto, Batakis tiene algunos puntos a favor: es peronista, tiene militancia y ya ha estado en situaciones de tensión con el kirchnerismo en el pasado. Los conoce.
En esta nueva etapa, el fuego amigo no sale desde el propio Gobierno, pero sí desde parte del oficialismo. Entre los críticos están el dirigente social Juan Grabois, el líder de la CTA Hugo Yasky y también el sindicalista de los camioneros Pablo Moyano. Los dos últimos dijeron que los anuncios de Batakis “fueron para los mercados y no para el pueblo”, mientras que Grabois sostuvo que “si la ministra está alineada con las ideas que planteó Cristina Kirchner, debería estar trabajando por el Salario Básico Universal o medidas redistributivas”. A la semana de su designación ya le estaban marcando la cancha.
Los gustos de Batakis
Batakis tiene un costado frívolo poco explorado. Es fanática de los vestidos a tal punto que por la cantidad que tiene, no caben todos en un solo placard. En 2012 contó en una entrevista que tuvo que anular un toillete de su casa para poner un barral y colgar más vestidos. Le gustan de diferentes colores y diseños. Es una especialista. “Los vestidos me pueden”, dijo en aquel entonces a la revista La Tecla. Algo similar sucede con los lentes. Si se miran las fotos de las primeras semanas de trabajo se puede notar que tiene diferentes colores de marcos en combinación con los vestidos y lo mismo sucede con los accesorios. Para el anuncio del lunes 11, el primer día hábil tras el aniversario de la Independencia, se la vio con un broche con forma de mariposa celeste y blanca que cumplía la función de escarapela. En su cuenta de Facebook tiene una foto de su colección de escarapelas y broches patrios.
Además de lidiar con la economía, uno de sus desafíos más grandes será sobrevivir a la interna del Gobierno. Ella llega con la legitimación del consenso que se formó para designarla ministra. Esto le da un tiempo de gracia hasta que la gestión empiece a tener efectos. El principal problema que tiene es que dentro del Gobierno conviven dos modelos de administración que colisionan entre sí y que quedaron en evidencia con el acuerdo con el FMI. Hoy la sostienen todos, pero si la gestión fracasa, esos pilares, con el correr de los días, irán sufriendo fisuras. Y ya no tiene los apoyos intelectuales que tuvo durante su gestión con Scioli, el economista Alejandro Arlía y el contador Rafael Perelmiter. Ambos murieron.
Con Scioli hablaba poco y nada. Pero la semana anterior a la renuncia tuvo una señal. El recién arribado ministro de Producción la llamó para consultarle por la situación económica. Hablaron el lunes 27 de junio a las 11 de la noche. Ella lo atendió y le dio su parecer sin tutearlo ni una sola vez. Lo trata de “usted”.
Batakis no fue la primera opción del Gobierno. Fue la cuarta, detrás de Martín Redrado, Emmanuel Álvarez Agis y Marco Lavagna. Aún así, ella lo siente como una revancha. O dicho de forma más elegante: una reivindicación.
Por: RODIS RECALT