“Los alemanes del oeste aún miran con arrogancia a sus compatriotas del este”

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    Markus Meckel, exministro de Exteriores de la RDA, uno de los negociadores de la reunificación de Alemania.

    Tras la caída del muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989, comenzó un complejo proceso político, alemán e internacional, que condujo a la reunificación de Alemania casi un año después, el 3 de octubre de 1990. El socialdemócrata Markus Meckel, ministro de Exteriores del último Gobierno de la República Democrática Alemana (RDA) –salido de las primeras elecciones libres en marzo de 1990- se encargó de negociar por la RDA con sus homólogos el acuerdo de unificación con la República Federal de Alemania (RFA) y el tratado 2+4 de las dos Alemanias con las cuatro potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial (Francia, Reino Unido, Estados Unidos y Unión Soviética). Luego fue diputado en el Bundestag (1990-2009). A sus 67 años, este pastor protestante retirado, que en abril de 1989 cofundó junto a Martin Gutzeit el SPD (Partido Socialdemócrata) de la Alemania oriental, hace balance en una entrevista con La Vanguardia tras el reciente Pearson Global Forum de Berlín.

    Tras la caída del muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989, comenzó un complejo proceso político, alemán e internacional, que condujo a la reunificación de Alemania casi un año después, el 3 de octubre de 1990. El socialdemócrata Markus Meckel, ministro de Exteriores del último Gobierno de la República Democrática Alemana (RDA) –salido de las primeras elecciones libres en marzo de 1990- se encargó de negociar por la RDA con sus homólogos el acuerdo de unificación con la República Federal de Alemania (RFA) y el tratado 2+4 de las dos Alemanias con las cuatro potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial (Francia, Reino Unido, Estados Unidos y Unión Soviética). Luego fue diputado en el Bundestag (1990-2009). A sus 67 años, este pastor protestante retirado, que en abril de 1989 cofundó junto a Martin Gutzeit el SPD (Partido Socialdemócrata) de la Alemania oriental, hace balance en una entrevista con La Vanguardia tras el reciente Pearson Global Forum de Berlín.

    ¿Entienden y valoran los alemanes occidentales la experiencia, historia y aportaciones de los alemanes de la antigua RDA?.

    La reunificación se produjo por adhesión; el nuevo Parlamento de la RDA votó la adhesión a la RFA, esa fue la forma jurídica. Eso entró en la conciencia pública. En los alemanes occidentales, que tenían la experiencia y una administración ya en marcha, cuajó la idea de que para ellos todo seguiría igual, simplemente habría alguna gente nueva, que ya se iría adaptando. Sobre esa actitud se forjó su dominio.

    Tras la caída del muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989, comenzó un complejo proceso político, alemán e internacional, que condujo a la reunificación de Alemania casi un año después, el 3 de octubre de 1990. El socialdemócrata Markus Meckel, ministro de Exteriores del último Gobierno de la República Democrática Alemana (RDA) –salido de las primeras elecciones libres en marzo de 1990- se encargó de negociar por la RDA con sus homólogos el acuerdo de unificación con la República Federal de Alemania (RFA) y el tratado 2+4 de las dos Alemanias con las cuatro potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial (Francia, Reino Unido, Estados Unidos y Unión Soviética). Luego fue diputado en el Bundestag (1990-2009). A sus 67 años, este pastor protestante retirado, que en abril de 1989 cofundó junto a Martin Gutzeit el SPD (Partido Socialdemócrata) de la Alemania oriental, hace balance en una entrevista con La Vanguardia tras el reciente Pearson Global Forum de Berlín.

    ¿Entienden y valoran los alemanes occidentales la experiencia, historia y aportaciones de los alemanes de la antigua RDA?.

    La reunificación se produjo por adhesión; el nuevo Parlamento de la RDA votó la adhesión a la RFA, esa fue la forma jurídica. Eso entró en la conciencia pública. En los alemanes occidentales, que tenían la experiencia y una administración ya en marcha, cuajó la idea de que para ellos todo seguiría igual, simplemente habría alguna gente nueva, que ya se iría adaptando. Sobre esa actitud se forjó su dominio.

    La otra actitud que persiste:

    Hay alemanes del este con mentalidad poscomunista de que el Estado proveerá”.

    ¿Y los alemanes del este qué decían?.

    La paradoja es que la mayoría de alemanes del este no comprendió la importancia de las negociaciones interalemanas, que eran para proteger los intereses de la gente de la RDA; la mayoría quería reunificación ya, se quejaba de para qué tan largas conversaciones. Y esa actitud fortaleció aún más la actitud de dominio por parte del Gobierno de la RFA. De ahí la percepción posterior entre muchos alemanes del este de que, en realidad, se trató de una toma (Übernahme) del este por parte del oeste. Y eso a pesar de que la mayoría de ellos habían deseado la reunificación fervientemente. En las primeras elecciones de la Alemania unificada una gran mayoría de germanoorientales votaron al democristiano Helmut Kohl, que les había prometido “paisajes florecientes” y que todo sería fantástico. Los que en las negociaciones previas entre RDA y RFA avisaron de que había que negociar bien, de que vendrían dificultades, habían sido dejados de lado. Y se asentó esa dominación, a veces también esa arrogancia, del oeste sobre el este.

    Tras la caída del muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989, comenzó un complejo proceso político, alemán e internacional, que condujo a la reunificación de Alemania casi un año después, el 3 de octubre de 1990. El socialdemócrata Markus Meckel, ministro de Exteriores del último Gobierno de la República Democrática Alemana (RDA) –salido de las primeras elecciones libres en marzo de 1990- se encargó de negociar por la RDA con sus homólogos el acuerdo de unificación con la República Federal de Alemania (RFA) y el tratado 2+4 de las dos Alemanias con las cuatro potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial (Francia, Reino Unido, Estados Unidos y Unión Soviética). Luego fue diputado en el Bundestag (1990-2009). A sus 67 años, este pastor protestante retirado, que en abril de 1989 cofundó junto a Martin Gutzeit el SPD (Partido Socialdemócrata) de la Alemania oriental, hace balance en una entrevista con La Vanguardia tras el reciente Pearson Global Forum de Berlín.

    ¿Entienden y valoran los alemanes occidentales la experiencia, historia y aportaciones de los alemanes de la antigua RDA?.

    La reunificación se produjo por adhesión; el nuevo Parlamento de la RDA votó la adhesión a la RFA, esa fue la forma jurídica. Eso entró en la conciencia pública. En los alemanes occidentales, que tenían la experiencia y una administración ya en marcha, cuajó la idea de que para ellos todo seguiría igual, simplemente habría alguna gente nueva, que ya se iría adaptando. Sobre esa actitud se forjó su dominio.

    La otra actitud que persiste:

    Hay alemanes del este con mentalidad poscomunista de que el Estado proveerá”

    ¿Y los alemanes del este qué decían?

    La paradoja es que la mayoría de alemanes del este no comprendió la importancia de las negociaciones interalemanas, que eran para proteger los intereses de la gente de la RDA; la mayoría quería reunificación ya, se quejaba de para qué tan largas conversaciones. Y esa actitud fortaleció aún más la actitud de dominio por parte del Gobierno de la RFA. De ahí la percepción posterior entre muchos alemanes del este de que, en realidad, se trató de una toma (Übernahme) del este por parte del oeste. Y eso a pesar de que la mayoría de ellos habían deseado la reunificación fervientemente. En las primeras elecciones de la Alemania unificada una gran mayoría de germanoorientales votaron al democristiano Helmut Kohl, que les había prometido “paisajes florecientes” y que todo sería fantástico. Los que en las negociaciones previas entre RDA y RFA avisaron de que había que negociar bien, de que vendrían dificultades, habían sido dejados de lado. Y se asentó esa dominación, a veces también esa arrogancia, del oeste sobre el este.

    ¿Subsisten aún los prejuicios vinculados al Ossi (alemán del este) frente al Wessi (alemán del oeste), además del Besserwessi, el alemán occidental que lo hace todo besser, es decir, mejor?

    Esa mirada de autosuficiencia del oeste, esa misma arrogancia respecto al este, permanece. Es necesario que los alemanes occidentales muestren más respeto por sus compatriotas del este, en vez de observarlos como “los otros”, como gente a la que juzgar desde arriba. Por otra parte, hay un problema en la mentalidad germanooriental, que se da en casi todos los países que han tenido regímenes totalitarios comunistas; y es la creencia en el Estado proveedor, es decir, el Estado debe ocuparse de todo. En las sociedades post-totalitarias, la confianza en la sociedad civil, en las propias fuerzas, en la liberalidad y la apertura, es menor. Muchos en el este aún piensan así. Por eso creo que se necesitarán dos generaciones para una total emancipación de los alemanes del este; la primera es la mía, falta la siguiente.

    Las víctimas de la dictadura de la RDA aún no han sido debidamente compensadas” ¿Ese malestar nutre al partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) en sus buenos resultados electorales en länder del este?

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