Los surfistas de Sídney por lo general evitan la playa más famosa de Australia, asegura Bruce Hopkins, pese a que el salvavidas profesional fue uno de los que contribuyó a que la playa Bondi Beach se convirtiera en un mito.
“Los locales no necesariamente vienen aquí. Las olas no son buenas para montar, porque se rompen rápido”, dice Hopkins, quien participa como jefe de los socorristas en la serie australiana “Bondi Rescue”.
La serie documental, emitida por la cadena Network Ten y que ya lleva trece temporadas, muestra a los socorristas en las playas de Bondi, Tamarama y Bronte, en el océano Pacífico.
Los ‘baywatch’ australianos:
Bruce Hoppo Hopkins tiene 50 años, es delgado y lleva una barba de tres días. Desde hace 27 años es salvavidas y asegura que todavía lo disfruta.
“Es bueno estar aquí afuera y ayudar a la gente”. Aunque Bondi Beach no es una playa clásica para bañarse y tomar sol, ya que por allí pasan peligrosas corrientes oceánicas, en días de mucho movimiento se juntan entre 30.000 y 40.000 personas.
La playa ubicada en el este de Sídney es un emblema, patrimonio nacional y un símbolo de identidad en Australia, pero además, una marca internacional.
Los turistas van al mar, toman fotos o selfies en el paseo marítimo. Algunos se inscriben en un curso intensivo en la escuela de surf, ubicada en el extremo norte de la playa, para pararse en la tabla aunque sea dos o tres segundos, mientras otros hacen ejercicios en los aparatos de gimnasia públicos.
Ya desde muy temprano en la mañana, cuando el agua aún está tranquila bajo un cielo brumoso, decenas de corredores se desplazan por la playa, un kilómetro de ida, otro de vuelta. De a poco, empiezan a aparecer los primeros surfistas y algunos bañistas.
Todo es chic:
La impresión que transmite Bondi Beach es que casi todo está relacionado con el cuerpo, el deporte y el bienestar. Hombres y mujeres se mueven entre restaurantes y bares informales, salones de belleza caros, tiendas de surf y de moda de diseño.
Las panaderías venden productos artesanales y los bocadillos son, por supuesto, veganos. Intentar pedir una gaseosa, incluso sin azúcar no es posible. “Lo siento, solo hay limonadas caseras”, dice la camarera con una amable sonrisa.
Bruce Hoppo Hopkins conoce la playa desde su infancia. “Hace 20 años vivían muchas más personas aquí, pero cuando tienes familia prefieres vivir en otro sitio”, cuenta.
Alquilar un apartamento de dos ambientes cuesta entre 800 1.000 dólares australianos (entre 577 y 722 dólares estadounidenses) por semana.
“Ahora se ven más personas con cuerpos trabajados. Un poco de Botox aquí y allá. Hagas lo que hagas, serás visto. Aquí mucho pasa por la imagen”, asegura el socorrista.
El Bondi Life Saving Club, el primer club de salvavidas en Australia, fue fundado aquí en 1906, y también el torneo de voleibol de los Juegos Olímpicos del 2000 se disputaron en Bondi Beach.
Perfecta para festejar:
Década tras década fueron llegando a esta playa cada vez más turistas. Muchos suelen celebrar la Navidad y el Año Nuevo en Bondi.
En octubre del 2018, la playa australiana volvió a estar en los titulares de todos los diarios del mundo por la visita del príncipe Harry y su esposa Meghan, durante su viaje por el Pacífico.
Hopkins tiene una explicación simple para la popularidad de la playa: Bondi no está lejos de la ciudad y del aeropuerto, es un sitio perfecto para los turistas. “Si vienen a Australia, vendrán a Bondi”, asegura.
Es posible que el mito Bondi se extienda cada vez más debido a la interminable cantidad de selfies. Una de las imágenes más fotografiadas es la piscina con agua de mar del Bondi Iceberg Club, en el extremo sur de la playa, bañada por las olas del océano Pacífico. Y por la noche, infaltable la vista panorámica desde el restaurante del Iceberg.