La invasión rusa de Ucrania aboca a una ruptura de la UE con su principal suministrador de gas y Bruselas quiere empezar por sacar a Gazprom del sector europeo de almacenamiento. La Comisión Europea, según el plan energético que ha presentado este martes adelantado previamente por EL PAÍS, va a declarar los depósitos de gas como una infraestructura neurálgica, lo que permitirá, según fuentes comunitarias, obligar a venderlas a cualquier propietario que sea considerado una amenaza para la seguridad del suministro. Bruselas lleva meses acusando a la gasística rusa, controlada por el Kremlin, de una conducta comercial extraña e inapropiada. Gazprom ha dejado este invierno sus reservas de gas en la UE en solo el 16% de la capacidad, frente a una media del 44% de otros operadores, según el documento de la Comisión. El resto del plan también apunta a reducir la dependencia del gas ruso, con la búsqueda de proveedores alternativos y un impulso de otras fuentes de energía, en particular, las renovables.
Ha sido necesaria una guerra y la invasión de Ucrania ordenada por Vladímir Putin, sumada a la crisis energética que atraviesa el Viejo Continente desde hace meses, para que la Unión Europea se dé de bruces con el problema de tener una gran dependencia del gas ruso. Ahora en Bruselas se trata de buscar una solución rápida, y una de las planteadas es aumentar las reservas de este combustible al 90% antes de que comience el próximo invierno (ahora están en el 28% en el conjunto de la UE). Sin embargo, de nuevo está el problema de la procedencia de ese gas y su almacenamiento, para lo que Bruselas presentará una iniciativa legislativa esta primavera, según el plan que se anunciará este martes.
“A la luz de la actual situación geopolítica, la Comisión prevé que esta propuesta legal identificará el almacenamiento de gas como una infraestructura crítica e introducirá disposiciones para abordar los riesgos de su propiedad. Los Estados miembros tendrán que certificar que la propiedad de un tercer país no pone en riesgo la seguridad del suministro”, apunta uno de los últimos borradores del comunicado con medidas sobre energía que prepara la Comisión Europea que publicará este martes. Esa redacción puede resultar difícil de entender para el público no iniciado, pero fuentes del Ejecutivo comunitario aclaran que su destinatario es claro: Gazprom.
El aumento de las reservas de gas hasta el 90% es algo que no podrán hacer todos los países, puesto que no todos disponen de las infraestructuras necesarias. Esto convierte en estratégicos a países como España, que sí disponen de este tipo de instalaciones, por lo que habría que mancomunar reservas y establecer mecanismos de cofinanciación. También la existencia de varias plantas de gas licuado convierte a la Península Ibérica en un punto clave para afrontar la situación. El gas natural licuado es una de las apuestas de la Comisión para desengancharse de Rusia y comprar esta materia prima a otros proveedores (Estados Unidos, Canadá o los países árabes).
Ya hace varias semanas que la Comisión está preparando una nueva batería de medidas para aliviar la presión de los precios de la energía, que este lunes pasado ha elevado el precio mayorista de la luz a la cotización históricamente alta de 545 euros por megavatio hora. Esto, a su vez, ha disparado la inflación y amenaza con dar al traste con la vigorosa recuperación económica que empezaba a asomarse tras dos años de crisis por la pandemia. Así que Bruselas se ha propuesto evitarlo y este martes lanza un nuevo paquete de medidas para frenar la escalada o al menos aliviar su factura a hogares y empresas, a la vista de que la presentada en octubre ha sido superada por los acontecimientos.
La gran compañía rusa de gas, en la que Moscú posee más del 50% del capital, controla prácticamente en régimen de monopolio las exportaciones de este hidrocarburo del gigante del este europeo a través de gaseoductos. Por tanto, depender del gas ruso es, en gran medida, depender de Gazprom y, por extensión de Rusia, especialmente en países que, como Alemania, apenas importan gas licuado. Y eso es lo que se quiere reducir a medio plazo, a la luz del documento que prepara la Comisión Europea y del borrador de comunicado que se maneja para el Consejo Europeo de los próximos jueves y viernes.
Gazprom posee en Europa capacidad para almacenar hasta 8.000 millones de metros cúbicos de gas (bcm, según la unidad de medida de esta materia prima), algo más del 8% del total de la UE. Este invierto el gigante energético las ha mantenido inusualmente bajas. Este martes apenas acumula 979 bcm, una cifra muy lejana de los 2.838 bcm que mantenía en sus depósitos hace justo un año, según la asociación de empresas europeas del sector (AGSI), en las que está Gazprom.
Desde que comenzó la guerra, la Unión Europea ha desplegado una batería de sanciones sin precedentes contra Rusia a una velocidad y con una unanimidad entre Los Veintisiete sorprendente. Pero estos castigos chocan con un límite: la dependencia de muchos países de la UE de los hidrocarburos que exporta Moscú. Las cifras no dejan lugar a dudas: el 40% del gas que se consume en La Unión llega de los gaseoductos de Gazprom; el 46% del carbón es ruso; y el 27% del crudo, también. Es decir, cortar este cordón umbilical abocaría a la UE a una crisis que probablemente recordaría a la del petróleo en los años setenta, aquella que dio paso a altos niveles de inflación y desempleo, la llamada estanflación.
Aunque mientras la UE despliega este plan, Moscú no se va a quedar de brazo cruzados. Este mismo martes el viceprimer ministro Alexander Novak aseguró que Rusia tiene todo el derecho a tomar medidas si se imponen nuevas sanciones a sus exportaciones energéticas y advertido de que puede cortar el suministro de gas a través del gaseoducto Nord Stream 1, el único conducto -el Nord Stream 2 está construido pero no certificado ni en funcionamiento- que va directo de Rusia a Alemania sin pasar por países como Polonia y Ucrania y que hasta ahora no ha sufrido recortes.
“Lo sucedido en el mercado energético en los últimos meses, y especialmente el giro dramático de nuestra seguridad en las últimas semanas, requiere acelerar drásticamente la transición hace una energía limpia y así aumentar la independencia energética”, concluye el documento.