Alberto Fernández no lo confirma, pero una de las primeras reformas que evalúa ni bien pise la Casa Rosada es disolver la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), trasferir sus funciones a otros organismos y sumarle al Congreso mayores atribuciones para supervisar el trabajo de los espías.
Parte del plan lo anticipó hace un mes la actriz Luciana Salazar por twitter, donde mencionó al ex jefe de la policía aeroportuaria Marcelo Saín como el elegido para un nuevo organismo. Alberto necesitó que su mano derecha Santiago Cafiero la desmintiera en otro posteo, no sin antes dar su opinión sobre los agentes locales.
"Los servicios inteligencia protagonizaron historias muy oscuras en la política argentina. Tomárselos a la ligera difundiendo información falsa es una actitud que no ayuda", fue la rápida respuesta del posible jefe de Gabinete, de las pocas que hizo a los rumores sobre transformaciones y nombramientos.
Los asesores judiciales del Frente Todos más cercanos al kirchnerismo confirmaron a LPO que la idea de disolver o partir la AFI está en carpeta, sólo que Alberto no termina de convencerse, por el riesgo de sumar un problema a sus ya difíciles primeros 100 días. "Tu plan urgente es renegociar la deuda externa, así que no podes dar una batalla de esa envergadura tan rápido", le recomiendan los más mesurados.
La batalla sería contra aproximadamente 1500 agentes de inteligencia que prestan funciones, nadie conoce ni se sabe cómo rastrear, porque Gustavo Arribas, el director de la AFI, nunca acercó el organigrama a la bicameral de fiscalización de organismos de inteligencia.
Los espías más temidos son los 400 que trabajan en la base 85, en la calle Estados Unidos, donde hasta 2015 y por 40 años prestó servicios al Estado Jaime Stiuso, el último gran enemigo de Cristina Kirchner, ahora jubilado.
Cerrar la ex Side para desterrar las supuestas tareas de inteligencia paralela de los agentes es una propuesta que siempre escucha un presidente cuando llega a su despacho. El periodista Miguel Bonasso, conocedor de ese mundo, contó más de una vez que se lo sugirió a Néstor Kirchner 2003, antes que se deslumbrara con Stiuso y lo sumara a su equipo de trabajo.
En 2016 Elisa Carrió presentó un proyecto de ley para reemplazarla por un organismo nuevo de inteligencia y otro para combatir el narcotráfico y el crimen organizado. Nunca se trató.
Entre las opciones que baraja Alberto está la de dividir la AFI o eliminarla, transferir sus atribuciones a otros organismos del Estado ya existentes y aprovechar ese traspaso para revisar legajos de los agentes.
Una de las organizaciones que más denunció ilícitos de los agentes fue la Alameda, a cargo del ex legislador Gustavo Vera y apoyada por Jorge Bergoglio, cuando era cardenal. Como Papá, desde el Vaticano, mantiene contacto permanente con Cristina Kirchner a través del presidente del Episcopado, Oscar Ojea.
La comisión parlamentaria de control de los servicios de inteligencia, presidida por el senador radical Juan Carlos Marino, tuvo un rol protagónico la primera parte de este año por la investigación del juez federal de Dolores Alejo Ramos Padilla sobre una supuesta red de espionaje ilegal liderada por el abogado Marcelo D'Alessio e integrada por ex espías.
Marino no dudó en exponer a Arribas y Majdalani a una fuerte reprimenda de la oposición, aun cuando los usos y costumbres son que los oficialistas cierren la bicameral cuando los jefes de la inteligencia están en aprietos.
Habría actuado en represalia por la denuncia de supuesto abuso sexual a una empleada del Congreso, desestimada por la justicia en primera instancia, que consideraría una operación para frustrar su candidatura a gobernador de La Pampa motorizada por servicios de inteligencia y funcionarios del Gobierno, algunos de primera línea y otros con banca en el Congreso desde el 10 de diciembre.
En 2016 Marino fue elegido presidente de la comisión por presión de un sector de la AFI cercano a su padrino político Enrique "Coti" Nosiglia y molestos por la dupla designada por Macri para presidir el organismo, un representante de jugadores de fútbol y una ex diputada de muchos vínculos con los espías, tantos que cuando era opositora la reclamaban en la bicameral para quedar protegidos. Cumplía y hasta les pedía presupuesto a los jefes de Gabinete de Cristina.
Un dato: para asumir en la AFI se requiere un acuerdo del Senado y los elegidos de Macri lo consiguieron por la colaboración del peronismo, que iniciaba su etapa dialoguista liderada por Miguel Pichetto. De no haber reformas, Alberto sólo podrá designar a sus reemplazantes con los votos que controla Cristina en la Cámara alta.
La última reunión de la comisión fue en mayo con la visita de un ex asesor de la ONU que dejó un consejo ahora tomado en cuenta por el kirchnerismo: "La inteligencia sólo puede funcionar si hay un fuerte control del Congreso"