El año 2007, inicio de las gestiones de Cristina Fernández de Kirchner en el Gobierno Nacional y Mauricio Macri en el gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, marcó el inicio de las desavenencias y la grieta.
El expresidente de Boca Juniors reclamaba de Bolívar 1 que la exsenadora Nacional le traspasara la Policía Federal, el Puerto de Buenos Aires, la Justica Nacional, la empresa de Subterráneos, y hasta el Casino Flotante sito en Puerto Madero, pero como la economía nacional no andaba mal, la segunda mujer en ser Presidente de la Nación sostenía que esos organismos y empresas pertenecían al marco de Balcarce 50.
He aquí que el forjador del PRO debió conformar su propia Policía llamada Metropolitana, colocando como primeros jefes a ex federales cuestionados por hechos de corrupción como Palacios y Chamorro, quienes contrataron a un tal James pero que no era Bond, sino Ciro, el cual cobraba como monotributista facturándole al Ministerio de Educación de CABA de Nemirovsky para espiar a funcionarios nacionales y locales, jueces y fiscales, artistas y deportistas, hasta la propia familia del ahora expresidente y cometiendo un craso error al momento de investigar ilegalmente a Sergio Burnstein, miembro de la Asociación de Familiares de Víctimas del Atentado a la sede de la AMIA, dónde el caso salió a luz, provocando una denuncia penal contra el Ingeniero que al momento de asumir como Presidente de la Nación, la causa fue archivada.
En 2008, el mundo se vio envuelto en una crisis económica de magnitud cuando la burbuja financiera impulsada por George W. Bush y el establishment norteamericano explotó y como una onda expansiva perjudicó a las economías fortalecidas como así también a las de los países emergentes. Argentina no estaba exenta, y por ende la expresidente Cristina Fernández impulsó medidas desesperantes que culminaron con una emisión monetaria fenomenal. Para dibujarla, salieron a circulación los billetes de $100 con el rostro de Eva Perón y los billetes de $50 con la silueta de las Islas Malvinas, el cepo cambiario impuesto en Noviembre de 2011 por Boudou y la toma de las reservas del Banco Central para abonar deuda externa y sostener la deuda interna. Sumado a esto, Cristina le quitó a Macri los sellados judiciales que los abogados abonaban en el Banco Ciudad, traspasando los mismos al Banco Nación y por otro lado, con la idea errónea de desfinanciar al Gobierno de la Ciudad, le traspasaron las líneas de subterráneos, marcando de esta manera que el kirchnerismo, como el macrismo luego, fueron ineptos al momento de conducir la macro economía que afectó y afecta a la micro economía.
Macri dejó un país devastado, devaluando el peso en un 546% con relación al dólar, aumentando tarifas e impuestos y destruyendo la capacidad económica de la clase media, que es en sí formadora de empleo. En el último tramo de su gobierno recurrió a los mismos mecanismos del kirchnerismo, emitiendo moneda a granel con la circulación de los billetes animalescos de $200, $500 y $1.000, y la vuelta del cepo cambiario en noviembre de 2019, impulsado por Lacunza.
Alberto Fernández es sin lugar a dudas un cinto para la cintura política de Cristina Fernández de Kirchner. En el medio de toda esta tragedia política esta la mala administración sanitaria que no permite controlar la segunda ola de la pandemia del Covid-19; una economía a punto de llegar al devaste; peleas infructuosas entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio que la ciudadanía prudente, sabia y con valor no les interesa; la Justica en su máxima expresión debiendo resolver sobre si las escuelas en la Ciudad de Buenos Aires deben o no abrir para dar clases, cuando ello se tendría que haber solucionado por medio del diálogo político.
El Presidente de la Nación acusa a los poderosos de querer entorpecer el gobierno popular que representa, cuando ellos mismos son parte del círculo rojo, ya que poseen millones y millones de dólares entre propiedades y otros bienes sin tener la solidaridad para con el pobre. Utilizan los recursos del Estado para hacerse ver que son Gandhi y Luther King juntos, pero cuando muchos de estos funcionarios se sientan en restaurantes de micro centro y viene un pibe a venderles biromes y pañuelitos descartables, los sacan carpiendo. La hipocresía mata. |
Por: Alejandro Mansilla